Domingo, 11 de julio de 2.010
A ti que vives. Hijo, hija, demos gracias a Dios por tu vida, aunque estés enfermo y lleno de dolor y tristeza, vamos tú y yo a darle gracias a Dios por tu vida. Y te enseñare que de hoy en adelante tienes la gran oportunidad de ser aun más feliz que antes. Porque te voy a mostrar la felicidad que está en el servicio desinteresado a los demás. ¿Con quién vives en la casa? Sea tu familia, comunidad, o un grupo de amistad, debes de ser para todos como la sal, debes de ser para todos como la luz. Y lo primero de todo es que sepas “desaparecer”; haz preguntas a los demás de los temas que sabes que saben bien, y deja que se luzcan en su saber, tú pregunta y calla, tú aprende escuchando y aprende callando. Muestra interés, e interésate por lo que les gusta a otros, pero no quieras ser más listo que ellos; tu interés tiene que ser para que ellos se vean interesantes, importantes, valorados en sus conocimientos, eso les ayudará más a perfeccionarse, porque querrán explicarte y que los escuches. Tú pregunta y escucha, pero que no piensen que quieres “cogerles el puesto”, sino simplemente que quieres que te cuenten lo que les interesa. Una vez hecho esto, sé caluroso en tu apreciación de su sabiduría, de su inteligencia, porque es bueno para todos que valores sus valores. Calla más, y espera que te pregunten. A veces, todos tienen tantas cosas que decir, que al principio no van a preguntarte, pero espera, porque llegará también tu ocasión, la ocasión de compartir tu sal, tu luz. Para ellos serás importante por el hecho de haberlos hechos importantes a ellos; luego pensarán: “una persona que valora lo que soy, es alguien que es inteligente, porque yo soy alguien, y entonces querrán saber lo que tú sabes, y cuando te pregunten sobre ti y tus cualidades o intereses, diles esto, que a ti te interesa la gente, las personas, saber lo que piensan, lo que son, lo que hacen, porque todos somos hermanos de un mismo Dios Padre, y conociendo a otros, te conoces a ti mismo, y aprendes a ser mejor persona. Que esto es cierto, pero no hables de ti, guárdate bien hablar de ti, si realmente no te necesitan, porque es importante que seas sal, es decir, que sepas dar sabor a la vida de otros. Aprender a ser discreto, a ser sal y luz, es el principio de la vida, porque vivir es una competencia de poderes, es una carrera de obstáculos, y eso no te interesa, a ti lo que te interesa es hacer una vida agradable a los que compiten, mientras tu vives. Eso con los de casa. Reza mucho por ellos, para ser todos muy buenos. Con los del trabajo, eso es distinto, si preguntas, pensarán que quieres apropiarte de sus ideas, y es mejor que observes, que seas muy observador, atento y con el oído recogiendo información. No preguntes y no juzgues el trabajo de otros en voz alta, pero ten en mente su labor porque formas parte de la empresa. Reza mucho por ellos, para ser todos muy buenos. Con los compañeros, con los amigos, sé sencillo, no quieras ser más que ellos, pero tampoco menos, sé sencillo siendo tú mismo, y si te gustaría ser mejor, sélo, esfuérzate en serlo, porque la vida va de voluntad, de perfeccionarse, de servir a los demás compartiendo con todos las circunstancias que te toque, por el hecho de vivir. Y reza mucho por ellos, para ser todos buenos. Vive y deja vivir, que esto es bien difícil, porque para vivir tu vida no puedes vivir la de nadie más que la tuya propia; no cambies de identidad, no te hagas actor de varios papeles, según el guión de con quien te encuentres, sé una persona íntegra todo el día, y cuando vayas a dormir, reza y da gracias por la vida. Con afecto sincero. P. Jesús © copyright |
Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN. |