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110 Carta /Para ti, mi felicitación de Pascua

Domingo, 31 de marzo de 2.013

Para ti, mi felicitación de Pascua:

Pascua de Resurrección

Atormentado el cuerpo por el dolor de los pecados ajenos, Jesús, con su Cruz a cuestas, caminaba en medio del mundo, llevando la vergüenza de todos los pecados de los hombres, y cuando le escupían a Él, Él, Jesús, Dios, lo recibía por ti. Y cuando lo maltrataban de obra o de palabra, eso iba dirigido a ti, ¡a ti!

¡Qué suerte tienes!, te libraste de todo ello, de lo que hacen los demonios en el Infierno, porque Dios lo recibió por ti, recibió todo mal y todo dolor que los que no lo aceptan como salvador, reciben día tras día, momento tras momento, en el Infierno.

¡Dios no quiere que sufras!, y una muestra es que Él, Jesús, Dios, sufrió por ti. Todo lo que recibió es lo que tú tendrías que recibir de no haber aceptado Él, Dios, Jesús, pagar por ti.

Así que no vayas diciendo que Dios quiere que sufras, porque no lo quiere; pasó la Pasión para que tú te goces de la Resurrección, que Él, Jesús, Dios; el primero de todos; el Caudillo del Amor, atravesó, amando a todos, y tú vas a resucitar si lo correspondes, si lo Amas a Él, a Dios, sobre todas las cosas y personas; como Él te amó a ti; sobre todas las cosas y personas; sobre su pobre Madre que sufría y Él veía su dolor y aceptó su dolor y siguió el plan de Dios de haberte salvado, aceptando seguir a Jesús, A Dios, ¡por Amor!; ámalo sobre todas las cosas y personas, y se cumplirá la historia que Dios tiene planeada: la libertad.

Sé libre de ser un resucitado.

El Cielo Eterno te espera, sí quieres puedes, por Jesús, tener la alegría perpetua. Amén.

¡FELIZ PASCUA AMIGOS DE DIOS!

Con afecto sincero.

31-03-2013

P. Jesús

© copyright

Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.

 

111 Carta /A ti, que sufres por los pecados confesados

Domingo, 14 de abril de 2.013

A ti, que sufres por los pecados confesados:

Me escribes, y te comprendo. Me dices:

“Padre, gracias por esa meditación, tan elocuente y sabia, pero me inquieta, si un pecado de esta naturaleza, ya fue confesado, hace años, porque siempre marca, al recordar, a veces, creo que no fue bien confesado, me gustaría su opinión. Gracias Padre.”

Y te digo, ven a mis brazos, hijo-a, porque tu dolor me llena de dolor, y nos priva a ambos de la felicidad de la paz, la paz de Dios.

A veces, uno-a recuerda sus pecados graves ya confesados, porque otros se lo hacen recordar, con sus comentarios o insinuaciones, porque les molesta a muchos que los pecadores se arrepientan y se vayan a confesar; y a veces, los que lo recuerdan todo, son estos que van de santos por la vida; a veces son otros, como aquellos con los que te juntaste antes, y pecaste con ellos, y ellos no se han ido a confesar, sino que aún quieren más, pecar más contigo. Todo esto, siempre es porque el demonio tiene interés en que no seas feliz en este mundo. Repito, EL DEMONIO tiene interés en que no seas feliz en este mundo. Y, ¿es que alguien puede ser feliz en este mundo?… Tú crees que el paralitico que no podía meterse en la piscina, cuando fue sanado, crees que no fue feliz, habiendo sido tantos años desgraciado. Sí, fue feliz. Y tú y todos los que han ido a confesar sus pecados, tenéis que ser felices, porque YA PODEIS ANDAR; porque ya, libres del pecado, podéis disfrutar de las cosas bellas de la vida.

Cuando te venga la MALA tentación, que siempre es mala, lo sé, pero quiero decírtelo así para que te enteres bien, y te des cuenta de que siendo una tentación es-son los susurros del Diablo y sus secuaces que quieren mortificarte, que quieren que, pudiendo ya andar, te vuelvas a sentar y te quedes invalido por voluntad, por tu falta de voluntad; que la voluntad va unida a la fe, y sin la fe en Dios, pierdes la confianza en ti mismo; porque si no tienes confianza en ti mismo, entonces, es que no crees en Dios; porque esto es así, esa falta de lo que llaman autoestima, es decir, que uno no se ama, que uno no se estima a sí mismo, es porque no cree en Dios, no tiene fe y no admira a Dios; porque si lo admirara lo amaría, porque lo conocería y lo admiraría, sabría todo lo que Dios ha hecho por él, ¡por ti!, y tendrías fe, y tendrías confianza en ti mismo, por este amor con que Dios te ama, y la fe te lo dice; pero, aunque te has ido a confesar, no te crees digno-a de recibir el amor de Dios, y no te crees digno-a porque los demonios te susurran tus pecados, te los recuerdan; y tú, en vez de apartarlos de tu mente, caes en la MALA tentación de recordarlos. Tú, cuando te ocurra esto, tú, hijo-a mío-a, debes de apartarlo inmediatamente de tu mente; ¿cómo?, pensando lo cierto, lo correcto: “Ya me lo confesé y estoy PERDONADO-A”. Y ten fe, ¡ten fe!; porque te falta fe.

Normalmente, la falta de fe viene porque este-os pecados cometidos, los hiciste bajo presión de una falta de fe en Dios, y por lo tanto te saltaste los diez mandamientos; recuerda eso: ¡QUE ERAS UN IGNORANTE EN ESOS MOMENTOS QUE PECASTE!;pero esto ya pasó; ¡ha quedado atrás!, ahora ESTÁS PERDONADO-A, ahora eres libre de tener fe y voluntad; así que ¡lucha por tu LIBERTAD!, CON TU VOLUNTAD. Deja que te dé un abrazo, porque por fe; SOMOS HERMANOS.

Anda, anda, no llores más, y haz buenas obras de ahora en adelante, no sólo las que puedas hacer, sino las que quieras hacer. La próxima semana os hablaré de este tema, de las obras que se pueden hacer y las que se deben hacer.

Un fuerte abrazo a cada uno, sí, también a ti, que aún no te has confesado. ¡Venga!, te espero en el confesonario.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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112 Carta /A ti, que dices que eres culpable

Domingo, 5 de mayo de 2.013

A ti, que dices que eres culpable:

¿Culpable de qué?…

Me has escrito y me dices:

Padre, muy buenos días. Soy una madre que se quedo sin su hijo, sin tener a quien abrazarlo, se fue al lado del Señor, y esto ya hace mas de 2 años. Hasta el día de hoy lo extraño y lo lloro; no encuentro esta paz porque siento que por mi culpa partió. Padre, lo que le pido, es que por favor, pida por mí, y que me dé sosiego para este enorme dolor. Gracias.

Hija buena en tus oraciones, ven y deja que este sacerdote llene tu corazón con palabras de misericordia, perdón y fe. Primero y ante todo, quiero que sepas que la muerte natural la decide Dios, y no tú, ni nadie. Los disgustos que los padres dan a los hijos y que los hijos dan a los padres, no matan ¡jamás!, aunque puedan crear mucho dolor, y lo creen de hecho, porque tantos corazones sufren por las palabras y obras de los padres o de los hijos; y ¿qué hacer?, poner la esperanza y la confianza en Dios; se reza poco, poco y mal, y además, el egoísmo está tan arraigado en el mundo, que muchos se creen que, rezando, todo se consigue, sí o sí; y hay cosas que sí y otras que no, y la fe no va de conseguirlo todo, sino de pedirlo todo y aceptar la voluntad de Dios, Y eso es lo que quiero que tú, hija mía, hija buena, hagas; que aceptes la voluntad de Dios. Él sabe por qué permitió la partida de tu hijo, al que amas y necesitas abrazar. Esto lo comprendo, sí hija de Dios, lo comprendo, y por comprenderlo, te digo que Dios tendrá y tiene misericordia de ti, que si te confiesas de tus pecados y faltas, Dios no tendrá en cuenta nada malo de lo que hiciste, y que si te acoges a la indulgencia plenaria, puedes, podrás privarte de las penas del Purgatorio. Dios te Ama, hija, ¡qué sí!; no me lleves la contraria en esto, y no me digas lo mala que eres y has sido. Te digo yo, ¿para qué y quién crees que sufrió tanto Jesús, Dios?… ¿a ver si lo adivinas?… ¡Eso es!, ¡por ti!, ¡que sí!. Anda, seca estas lagrimotas, porque mira que lloras, ¡eh!… Sé que tienes penas y que estás arrepentida de tantas cosas, lo sé, soy sacerdote y conozco bien a las almas, por eso sé que es bueno que vayas a ayudar a los niños enfermos de algún hospital y les des a ellos, con tus cuidados, ese cariño que no puedes dar a tu hijo. Que sí, que sí que te querrán, ¡claro que sí! Pero no vayas contando tus pecados a nadie, sólo a Dios y ¡ya vale!, porque lo que vale es que Él, Dios, los sepa, y los sabe; pero si se los cuentas en confesión, entonces recibirás su perdón. ¡Claro que sí, que te perdonará!, ¡que sí, te digo! Debes hacerme caso, porque soy sacerdote y conozco bien cómo es Dios, ¡es Amor!

Así que ya sabes, a confesarte y a dar a otros niños lo que tienes por dar a tu hijo.

Dios te Ama y te perdona.

Sé que estás bien, ahora estás bien, después de leerme. ¡Claro!, te he escrito a ti, te conozco bien.

Te remito a la Virgen María. Hazme caso, ¡no protestes!, y ve a María, aprende a rezar el Santo Rosario, y rézale. (…Qué hija más protestona le ha salido a Dios). Tú, sé católica. ¡Vamos, vamos para el confesonario!

Con afecto sincero.

P. Jesús

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113 Carta /A ti, que necesitas de Dios

Domingo, 14 de julio de 2.013

A ti, que necesitas de Dios:

Hay veces, hay momentos y tiempos de tu vida en que parece que Dios está escondido de ti, que no lo notas tanto, en los acontecimientos que vives, y que crees que te ha abandonado, que la monotonía te pide un cambio de vida, pero no sabes cómo ni cuándo; intensifica la oración, porque Dios te está probando; es como en tiempos de exámenes, que es cuando tienes que demostrar lo que has aprendido, cuando el profesor no está oculto, sino que está vigilante a que des de ti lo mejor que él te enseñó, y estás en el momento de rendir cuentas de lo aprendido. Pues igual tú, cuando estás en la situación que crees no percibir tanto a Dios, que está ahí contigo viendo cómo rindes tu examen con la vida misma; ¿cómo actúas con lo que sabes?. Tú sigues yendo a clase, como sigues yendo a la Santa Misa, a confesarte, a comulgar; sigues orando, como aquel que sigue estudiando antes del examen.

Esos momentos, esos tiempos van a pasar, y Dios volverá a ser para ti el que quiere ser, este amigo que ves, que tienes presente siempre; Él, quiere saber de tu fidelidad, aunque parezca que no lo tienes tan presente.

¿Eres fiel a Dios?…

Hay tantos que dicen amar a otros, y cuando no están esos que dicen amar, los critican, empiezan a apartarlos de su corazón, porque si no reciben sus cuidados y atenciones, ya no los quieren. El amor, el querer, el cariño, tiene que ser de adultos, de los que aman a toda hora, estando el amigo presente o ausente, o padeciendo una enfermedad, o recibiendo un revés en su vida. Porque hay quien se aleja del que aprecia porque no está bien, porque está mal, y en esos momentos, prefiere estar solo. Tú sé fiel con todos los que te han dado su amistad, y mantente unido a ellos por la oración, porque hay malos tiempos para muchos, que están librando sus tormentas en el mar; se sienten solos y necesitan que otros también oren por ellos, para que el Buen Dios, Jesús, vaya a calmarles su tempestad; están tan ocupados y preocupados por sobrevivir, que parece que te han dejado, pero no, éstos, como Dios, como todos los seres vivos, mientras se vive, se está unido por los pensamientos, además de las obras y palabras; ¿cuántos hay que piensan en ti, y hace años que no los ves?; muchos. Todos estos que has conocido alguna vez, pueden pensar en ti, si tú les diste tu querer, tu amor ágape.

Dios no está escondido, está ahí contigo, callado, esperando que tú hagas bien tu trabajo, que vivas bien tu vida, que hagas rendir al máximo de sus enseñanzas; ¡estás en tiempos de rendir!

Los amigos están, en pensamiento, contigo, te piden ayuda en la distancia, la de una oración salida de tu corazón, para aliviar su carga, para que Dios, Jesús, pare su temporal; para que la Virgen María los colme de paz.

Cuando te creas solo, es cuando más tienes que orar, porque es cuando más te necesitan los que te han dejado, los que no están.

Ora amigo-a, que tienes a Dios a tu lado, porque Dios nunca te ha dejado, ni jamás te dejará; está esperando que rindas ¡al máximo!

Con afecto sincero.

P. Jesús

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114 Carta /A ti, que eres bueno y te han traicionado

Domingo, 4 de agosto de 2.013

A ti, que eres bueno y te han traicionado:

La traición siempre es ejecutada contra ti por los que amas, no te puede traicionar nunca ese que no tiene contacto contigo, que no lo tratas; siempre la traición es efectuada por quien tratas y sabe de ti.

Sé que estás cansado de que las cosas te vayan mal, por las traiciones que has recibido, y algunas de familiares, de seres muy cercanos a ti. Has analizado, has querido saber el porqué, y en algunos has podido comprender que han podido tener sus razones, porque sus debilidades, sus necesidades, normalmente las económicas, le han llevado a traicionarte. Los amas porque son de tu familia, y los desprecias por lo que te han hecho sufrir, y además tienes miedo de que sigan haciéndote sufrir. Y te lo digo, seguirán haciéndolo. “¡Vaya plan!, ¿no?”, te dices a ti mismo, y tienes razón, es un mal plan, es una mala vida, saber que esos que amas, tienen el poder, por tu amor y por ser de tu familia, de que sigan una y otra vez traicionandote. Y quieres saber si hay algo digno de ti, que te haga respetar a ti mismo y que puedas hacer para dejar de sufrir tal dolor y humillación. Pues no, no hay nada que hacer, sólo la mortificación; que sepas pues, que toda tu vida, ¡y la suya!, sobre todo la suya, te irán traicionando una y otra vez. Tendrás que decidir entre su querer y tu capacidad de resistir todas sus traiciones. ¿Es que no va a cambiar esta gente?, no. Si ya son adultos formados, si ya “viven en gracia de Dios”, es decir, que ellos acuden a confesar y a comulgar, y además te traicionen, por sus razones, normalmente de dinero, pues NO, no van a cambiar; esta es tu cruz, si la quieres llevar, y si no la quieres llevar, entonces, también es tu cruz, porque ellos existen y, sí o sí, son así.

No voy a engañarte, no puedo mentirte, porque hay que decir la verdad de las cosas.

Sólo, lo que puedes hacer para no tener tantas traiciones, y quedarte con menos, es ser muy discreto con ellos: que no sepan cuánto ganas, cuáles son tus negocios, a quién amas; porque hay quien también te traiciona en asuntos de tus afectos; empiezan a criticar a las personas que amas, y como tienen todas defectos, ellos, los traicioneros, incluso los agrandan, porque NO QUIEREN QUE TE VAYAS DE ELLOS, ERES SU DISTRACCIÓN, eres la persona con quién pueden descargar sus defectos, porque tú eres bueno, muy bueno; recuerda que he empezado mi carta de hoy diciéndote esto: A ti, que eres bueno y te han traicionado. Normalmente traicionan a los buenos, sí, sí, ocurre eso, a los futuros santos, estos son los más traicionados, y pueden llenarte de abrazos, pero en su fuero interno quieren lo que tú tienes; este es el secreto de los que te traicionan, que quieren lo que tú tienes, y aunque ellos tengan más que tú, además, quieren esto que tú tienes; es así la realidad, por esto te digo que no les comentes tus planes ni hables de tus proyectos, ni de tus obras, tus amigos, clientes, jefes, socios, posible cónyuge, porque te traicionará; hará algo para que no puedas llevar a cabo eso que él-ella quiere para él-ella. Es algo complicado, lo sé, pero se puede entender, se puede comprender. Hay tantos que quieren su vida propia y la de los demás; quieren ser como son, tener lo que tienen, y además quieren tener y ser lo que tú eres. Ya sé que esto es una complejidad, pero así es. ¿Y es pecado esto? ¡Claro que sí!; los que son así, los que traicionan y creen vivir la fe católica, yendo a confesar y a comulgar, estos no viven en gracia de Dios, aunque crean que sí, aunque recen mucho, incluso más que tú, pero ellos son tentados, más que tú, por el Diablo, porque no tienen la protección de la Gracia Santificante. Ocurre también que ellos mismos no creen que sean pecadores, no ven sus traiciones como pecados, sino que se justifican, porque para una mente humana, siempre hay justificaciones a la medida. ¿Cómo se las hacen?; sobre todo creyéndose que necesitan el dinero que les va a reportar la traición que te van a hacer; así hizo Judas, él quería ese dinero, esas treinta monedas de plata para algo que, en su corazón, se decía que era bueno; piensa que Dios mismo, Jesús, lo eligió; así que cuando lo llamó, y él, Judas, acudió al llamado de la fe, de seguir a Cristo, creía en él; y por sus obras, Dios, Jesús, le dio el cargo de tener la bolsa. ¡Ay! amigos míos, ¡cuánto mal hace el dinero!, ¡no se puede servir a Dios y al dinero!

¿Sabes lo que aún da más envidia que el dinero?, sí, porque hay aún algo que da más envidia que el dinero, aunque no te lo creas, de momento, pero cuando te lo diga y lo medites, dirás, “sí, tiene razón el Padre Jesús”. Pues te lo digo, tu bondad, tu fe, TU FE. Hay muchos que dicen: “no puedo tener fe, dudo de Dios”, y ven a los que sí que tienen fe y no dudan de Dios, sino que arriesgan toda su vida y tienen todos los hijos que Dios les da, y tienen un trato especial con sus clientes, con las personas que Dios les acerca, y, y ¡no pueden soportarlo!, porque ellos, aunque rezan más que tú, tienen su corazón puesto en la fama, el dinero; esa buena fama que tú tienes, no hace falta que sea del famoso, sino que es esa buena fama del que toca los corazones con su bondad real, que dicen que no es más que debilidad; porque, incluso los que van de buenos, creen que la verdadera bondad  es debilidad; la bondad de no quejarse ante nadie, la bondad de amar lo que tienen y resistir los embates de la vida con la dignidad de saber que cada quién, lo que vive, Dios lo permite, si va haciendo el bien y lo bueno, lo correcto, si va viviendo en Gracia Santificante; ese desprendimiento de sí mismo, ese hacer la voluntad de Dios Padre, como hacía Jesús, Dios Hijo; eso, a los judas, les preocupa, no les gusta, porque ellos, aunque rezan mucho, y quizás, más que tú, sólo son palabras que van repitiendo; y les dan consuelo, porque la oración consuela también, y eso es bueno, pero la oración, además, ¡hay que vivirla!, tiene uno que practicar la fe, no sólo utilizarla para calmarse de sus inclinaciones al mal, que eso hace la oración al consolar, pone paz a las pasiones desordenadas, como es la posesión de dinero y buena fama, esa buena fama que tú tienes, la buena fama de las obras de tu fe, de poner en práctica las palabras de la oración. También hay traidores que rezan menos que tú; la traición está unida a los que más te conocen, por esto, te digo, por tu bien, que seas discreto, bueno, cariñoso, atento, educado, PERO DISCRETO, y lo que NO PUEDES HACER JAMÁS con estas personas, es PEDIRLES CONSEJO, es pedirles información de algo que quieres hacer, porque van a saber y van a traicionarte, incluso pueden decir a otros lo que haces o piensas hacer, para que no te salga bien. Si no hacen falta los hechizos, porque hay más mal en el mundo, por el mal proceder de muchos, que por los hechizos que tantos hacen contra ti. Medita y verás que quien te traicionó, fue “apuñalándote” con hechos concretos y directos. El mal existe, Y EL BIEN TAMBIÉN. Que tú tengas y hagas siempre el bien, y protégete del mal. Amén.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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115 Carta /A ti, que eres bueno, y antes no lo fuiste

Domingo, 1 de septiembre de 2.013

A ti, que eres bueno, y antes no lo fuiste:

Amados en Cristo, vino Dios Hijo al mundo para que, si quieres, dejes de pecar, te arrepientas de tus pecados, vayas a confesar, y si no estás bautizado cristiano-católico, antes, te bautices y disfrutes de la fe, de creer que Dios te Ama y que, como Padre que es, ¡no quiere vivir sin ti!, quiere que te salves y vayas a vivir, después de la muerte, a su Reino; este es el Mensaje, la Buena Nueva que vino Cristo a anunciar, el que hay un Reino de Dios que es para ti, pero ¡deja de pecar!

Me ha escrito una persona buena, pero que antes no lo fue, y le sabe mal, y me dice:

“Padre Jesús, este es mi testimonio, que humildemente deseo expresarlo, le pido que acepte este escrito, ya que a veces es muy cruel decir la verdad y lo reconozco, pues yo falte al octavo mandamiento, levante un falso testimonio y el mismo hizo mucho daño, a pesar de que pedí perdón y rectifiqué lo dicho públicamente, ya nunca volverá a ser lo mismo y le falle a mi familia, pues no la defendí en su momento y espero que el Señor perdone mi gran error, que fue un resultado desastroso, el mismo me afecta y lamento el daño que realice hace varios años atrás, muchas gracias Padre Jesús, por su paciencia conmigo y que Dios lo bendiga, siempre.”

Amigo, ¡ven a mis brazos!, porque has reconocido tu pecado y, en el mismo, tienes tu penitencia. Pero, si miras mejor, te darás cuenta que también, de él, después de confesarte, recibiste, con el tiempo, no todo lo malo que esperabas, sino que no fue tan malo lo que esperabas, aunque lo fuera, pero fue menos. Porque Dios, con la fe, la humildad y el arrepentimiento sincero, expresado en confesión ante un sacerdote católico, y recibiendo la absolución del mismo, Dios Espíritu Santo, consuela y además, usa, no digo de su influencia, sino que digo DE SU PODER, y suaviza las cosas que podrían ser aún peor de lo que, por la Gracia de Dios, no son. Medita, y verás que además de saberte perdonado, por confesarte, además, Dios te regaló acontecimientos que hubieran podido ser peor, porque Dios, ante el arrepentimiento sincero, lo acoge y, como Padre que es, ¿qué no haría un padre por un hijo que ha pecado, que ha robado…? Un padre devolvería del dinero robado, si pudiera, y Dios Padre puede hacer que el falso testimonio que hiciste, por pedirle perdón y ser perdonado, por unirte a Dios mismo en la Comunión, hace maravillas insospechadas, como el padre humano, que puede, y va, y devuelve el dinero usurpado. Dios Padre puede hacer que en el corazón de los que oyeron tu falso testimonio, sean benevolentes con la persona citada por ti, y también por ti mismo. Tú no sabes lo que cada uno de esos que supo de tu falso testimonio, guarda en su corazón. Sí que sabes lo que guardas en el tuyo, y todos los que te hemos leído, lo hemos visto, ¡santo!, esto es lo que hay en ti hijo mío, hijo de Dios, SANTIDAD.

¡Ánimo y sigue adelante!, haciendo el bien y siendo fiel a Dios, que tanto te Ama y que te perdonó. ¡Es de fe, que el que se confiesa con dolor de sus pecados y arrepentido, con la intención de no volver a pecar, este ESTÁ PERDONADO!

¡Aleluya! ¡Dios es Amor!

Con afecto sincero.

P. Jesús

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116 Carta /A ti, que tienes demasiado interés por el dinero que no tienes

Domingo, 8 de septiembre de 2.013

A ti, que tienes demasiado interés por el dinero que no tienes:

Suele ocurrir, que el que no tiene dinero, ¡lo quiere!, y lo quiere, lo desea, a toda costa, sin importarle qué hacer para conseguirlo tener; y eso no es así, ¡no puede ser así!, hay que tener un fin, una moral, una ética, ¡un Dios! ¿Y qué dijo Dios, Jesús, sobre el dinero?; dijo que no se pueden tener dos señores a la vez, o Dios o el dinero. Así que ve pensando en esto y sigue leyendo.

Cuando el dinero ocupa el lugar de Dios, te va a dejar KO, porque el dinero no es una persona, no tiene sentimientos, el dinero lo usan algunos para dominar conciencias, para tener amigos, aplausos; y creen que incluso compra el cariño, ¡y no!, el dinero no hace nada de esto, son las personas las que deciden ser tus amigos, si quieren; y quererte por tu dinero, me parece a mí que es venderse, y nadie es una cosa para ser comprada, sino que todos somos personas para ser admiradas y estimadas.

Sí que es de admirar la persona que, con inteligencia, trabajo y tesón, con la ayuda de Dios, gana dinero y hace cosas buenas para los demás, como el crear empleo, pero tener dinero con manos sucias, abandonando a Dios, la fe, la moral, la ética, eso no va a terminar bien, y la vida de una persona, no es sólo de 50 años, sino que sigue y termina mucho después, pero las personas de 80 y 90 años, ¿sabes tú lo que hacen?; ¡cuántas terminan solas!, y eso que a los 50 fueron admiradas, aplaudidas, imitadas.

No voy a decirte ahora que es mejor ser pobre o miserable, ¡que no!, porque en la extrema pobreza o en la clase media, también, al igual que los ricos, tienen que ganarse el respeto de los demás, por sus obras buenas. Que no está pasado de moda ser bueno, ¡al contrario!, es el estilo perfecto para tener el respeto a los 20, a los 50 y a los 100 años.

No hay tampoco que hacerle un trono ni al dinero, ni a la pobreza, porque hay pobres que lo son porque no trabajan con tesón, hay quien no sabe hacer negocios, si no es con trampas o traiciones; ¡ya sabéis la vida del traidor Judas Iscariote!, como sabéis la vida del rico Lázaro y sus hermanas Marta y María. Entonces, ¿es el dinero un regulador del honor?; no, tampoco lo es el aspecto físico, ni ser hijo de…; gracias a Dios, cada uno se gana su propio honor y respeto; y te pregunto, ¿qué tal te va con ello? ¿Trabajas bien para tener dinero y cubrir tus necesidades?; ¿ayudas a la familia, si puedes?… Empieza con esto y sigue, ora y confía tu labor a Dios, y Él, por su santo poder, hará que recibas, por tu trabajo y el contenido de tu corazón, lo que te irá mejor para tu santidad; ¿será por eso que pocos santos son ricos, porque el dinero los perdería?; mejor prepara tu corazón con la oración y deja que la doctrina de Dios habite en él, y sintiendo que tienes que servir, trabaja y sirve a los demás, pensando más que en ser rico, en ser fiel servidor de Cristo que pidió que ayudarás a los demás, en todo, también en tu capacidad de hacer negocios, de crear puestos de trabajo honrados, donde otros puedan trabajar sin sentir lastimado su orgullo humano, por el desprecio del que es el jefe; me gustaría ver empresas donde sus empleados fueran, para ellos, almas, que ayudan a Cristo a llevarlas al Cielo; y se necesita dinero para subsistir, para vivir, para SERVIR. Piensa en ello y no pierdas la paz, porque la abundancia no la traen los números, sino Dios que todo lo ve, y que, al que sabe que si le da dinero, así y todo, será santo, a éste le permite tener, porque lo que Dios quiere, es que nadie se pierda. Entonces, para que Dios te ayude, tienes que amarlo sobre todas las cosas, incluso sobre el dinero, y debes vivir austeramente, ¡santamente!, porque si no estás preparado para ser un santo, Dios no te dará lo que te puede apartar de la santidad. Pocos hay que pueden ser ricos, ¡millonarios!, y además, santos, porque el dinero, si se le sirve como a un dios, corrompe el corazón, destruye las buenas intenciones y cambia las conciencias. Lo mejor es que trabajes, ¡y mucho!, no hay dinero sin trabajo duro. Hay pobres que culpan a Dios de su pobreza, ¡y tampoco es eso!, la riqueza y la pobreza son un complemento a utilizar en este mundo de intercambio de actividades, cosas y talentos.

Me gustaría hablarte más sobre el tema, pero no hay tiempo, tengo que terminar mi carta por hoy, y antes de esto, desearía saber si has aprendido algo bueno al leerme. Tampoco es bueno decir que Dios te va a vestir como a los lirios del campo, porque Dios te ha dado dos manos, un corazón y una inteligencia, que debes usar; los lirios los puedes plantar tú, que no sólo es cosa de Dios, sino que el hombre, la persona puede plantarlos y regarlos, y con eso, ayuda al Creador de Cielos y Tierra a que sus lirios vivan; entonces, haz lo mismo y siémbralos para que otros se vistan.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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117 Carta /A ti, que tienes vocación al santo matrimonio

Domingo, 15 de septiembre de 2.013

A ti, que tienes vocación al santo matrimonio:

Al sacramento del matrimonio tantas veces se le añade santo, santo matrimonio, y es que cuesta mucho ser santo dentro del matrimonio; primero, porque algunos que son católicos, se casan para tener sexo lícito, no piensan en los hijos, más bien, saben bien ya antes de casarse, cómo utilizar los métodos naturales para evitar traer almas al mundo, sí, repito esto último: traer ALMAS al mundo. Los hijos cuestan dinero, las almas, para mantenerlas, basta la fe verdadera, y esto nos lo podrían decir miles de matrimonios que han tenido y tienen familia numerosa, esos esposos no ven hijos solamente, sino que principalmente ven almas para Dios, almas a las cuales bautizar y enseñarles la fe y una conducta moral, viviendo lo sano, sobre todo, el trabajo. Pocos niños y jóvenes saben trabajar, y menos hacerlo bien; tienen demasiado tiempo libre, que lo llenan con retos entre amigos, muchas veces de vicios, que les causan mucho daño, tanto físico como moral, y los padres, algunos, ni se enteran, y esas almas se van ensuciando y, al perder la Gracia, pierden la alegría, y vemos jóvenes tristes, sin alegría, aunque dicen divertirse mucho con los amigos.

¿Qué han hecho algunos de su matrimonio, de sus hijos?… Mejor ni contarlo, no quiero desanimaros a los que tenéis vocación de casados. Para vosotros escribo mi carta, para los que desean un matrimonio para la santidad, y no para tener sexo lícito, ni para tener compañía, o alguien que te mantenga, si eres mujer, y te saque de una vida de pobreza, con unos padres que a lo mejor están separados y que no saben hacer otra cosa que criticarte, y gritarte; si estás en estas condiciones, tristes condiciones, ¡no te cases para salir de tu Purgatorio, cásate con una persona a la que puedas admirar y obedecer; sí, te lo digo a ti, tanto si eres hombre como mujer, porque en el matrimonio, a veces, tantas, hay que ceder, sea uno, sea otro, por eso, si admiras a tu cónyuge, podrás aceptar mejor sus decisiones, esas en las que cederás, porque no puedes admirar lo que no deseas ser, así que lo que admiras de él, es lo que tú deseas ser.

Hay tantas películas mundanas, que terminan el día de la boda, pero continúa, en la realidad, la historia matrimonial.

Es una larga lista, lo que necesita ser la persona para poder tener alguna garantía de que funcionará el matrimonio; haré un rápido resumen, empezando, desde luego, por la verdadera fe, esta que se vive y no sólo la que se lee con voz piadosa, sino que la fe debe tener sus obras; el hombre tiene que ser trabajador y trabajar en algo que le agrade, que le atraiga y le dé dinero para su sustento; el hombre que no trabaja y no gana dinero, no puede pensar en casarse, antes tiene que arreglar esto, porque hay mucho dolor cuando falta lo necesario en el hogar; y la mujer tiene que desear ser madre, no querer serlo, sino DESEARLO, porque ser madre es más que un oficio, es más que realizarse trabajando fuera de casa; ser madre es llevar en el seno a una criatura, a un ser, a este hijo que crecerá bajo el cuidado de los dos, del padre y de la madre. Luego está, el que la persona te guste, te atraiga, que su conversación te agrade; pero tantos novios no hablan, parece ser que sólo con mirarse, con verse, eso les basta, pero tienen que hablar, y hablar de temas serios de la vida, de sus deseos de su vida; hay que conocerse bien para amarse más y mejor, y comprenderse y disfrutar de una buena conversación.

Yo, como San Pablo, te digo que hagas lo que quieras, pero te ruego que no te cases si no estás seguro-a, si dudas, si no admiras a esta persona que, contigo, trazareis juntos un nuevo rumbo para que, unidos y ayudándoos mutuamente, la santidad sea viva y viva, en cada uno de los dos y en vuestros hijos; mejor no te cases, si no vas a ser feliz, si no vas a ser santo-a con esta unión; mejor que sigas soltero-a hasta que halles a la persona que tenga todos los requisitos que te garantizan una mejor felicidad, que no la que vives ahora. Si ahora eres feliz y ves que va a empeorar tu vida, si contraes matrimonio, ¡no te cases!; como San Pablo, te lo digo, porque es mejor la santidad en solitario, que el infierno casado.

Pregúntate, ¿podrás ayudar a tu cónyuge a ser mejor persona?; ¿mejorarás tú, a su lado?; ¿cómo serán los hijos de los dos; serán amados por ambos?

El matrimonio es para siempre; nada de pensar en un posible divorcio o en una separación, dos se casan PARA SIEMPRE, en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, para tener hijos y ayudarse mutuamente a llegar al Cielo. ¡Difícil!, pero otros lo han conseguido, y otros lo están consiguiendo; se puede, pero con esfuerzo y voluntad, con mucha oración, mortificación, sacrificio, y contando siempre con la ayuda de Dios para la santidad; y la Virgen María, velará también, para que no falte la alegría en vuestra vida, y que sea siempre como una fiesta de esponsales. Eso te deseo, os deseo, y oro al Padre por ti, por vosotros, los casados. ¡Santos! 

No hagáis llorar a los hijos.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.

 

118 Carta /A ti, que has despedido a un hijo

Domingo, 29 de septiembre de 2.013

A ti, que has despedido a un hijo:

Me has escrito y me has hecho llorar, porque tu corazón lloraba y los dos hemos llorado juntos. Dios te Ama, Jesús te escucha y la Virgen María está supliéndote en el Cielo, allí donde tienes a tu hijo, que se te ha ido, y has despedido.

Amo a mi madre y comprendo el amor perfecto que hay entre padres e hijos, entre madre e hijo, y sé lo dolorosa que es la separación.

Me dices: “Recién a los 65 años, me despojé de mi yo y del qué dirán, y con perseverancia, mucha fe y amor, despedí el 12 de septiembre uno de mis 6 hijos cantando en el velatorio y en la iglesia «soy peregrino en esta tierra….» voy a geriátricos llevando oración y música, visito enfermos y solos, juego con mis 8 nietos, hacía tan poco..ahora más porque quiero irradiar a Cristo.”

Ocurre esto, suele ocurrir en las almas blancas, que cuando han perdido a un ser amado, esta despedida les ha hecho ver la realidad de la vida, dejando de lado cosas que antes les impedían ser totalmente de Dios, y a ti te ha ocurrido, querida amiga, alma blanca y llena de fe, que esparces alegría y esperanza, esa misma alegría y esperanza que tienes y que no te será defraudada. Haces bien y eres buena, vas camino de santa, por la gracia de Dios. Gracias, amiga mía, alma blanca.

Otro día os diré lo que es un alma blanca. Ahora prosigo mi carta, uniendo a la respuesta que doy a mi amiga, otras palabras que también me han afectado y quiero unirlas aquí mismo, como se unen dos amigas, que pido a los de CatholicosOnline que unan a estas dos personas para que, una a la otra, se den el don de las palabras que acompañan a los que se comprenden, a los que se entienden, a los que han pasado y pasan por circunstancias similares.

Mi amiga me dice: “Creo y pido a Nuestro Señor que me dé la fe de creer en la vida eterna, y recibo respuesta, ya que en cinco años he perdido a mi marido y luego a mi hijo en plena juventud, y la paz interior que siento solo me la puede regalar El, que evangelio tan bonito, y ver que El Señor se compadece de esta viuda.”

El evangelio del que habla mi amiga, por si quieres leerlo, es este: http://www.evangeliomeditado.com/Evangelio_13/Septiembre_13/17_9_13.html

Sufres mucho y Dios; quiere consolarte. Los sacerdotes también tenemos la misión de consolar, porque nosotros conocemos más y mejor a Dios, los sacerdotes tienen estudios que muchos seglares, por no tenerlos, sufren más, pero si tú supieras que hay un Cielo, que hay un lugar donde te esperan tu esposo y tu hijo, y donde ellos no sufren, sino que INCLUSO están contentos, seguro que podrías tener más conformidad en esta separación. Hija, tú también, como todos, vas a morir, debes prepararte bien y debes rezar por los difuntos, por todos los difuntos, no sólo por los tuyos, sino por todos los que han muerto y van muriendo, porque a muchos, como tú antes, se les murieron seres amados, y necesitaban consuelo; te pido que, si te hace bien a ti, propagues el evangelio; así otros, como tú, sentirán que la Palabra de Dios los consuela; y consuela tanto que Dios, Jesús, tuviera compasión de la viuda y le devolviera al hijo. Dios os dará la alegría de reencontraros otro día y ya será para siempre jamás, pero mientras no pase esto, tienes que seguir viviendo y viviendo consolada, por eso te remito a la Virgen Santísima, hazte fiel devota de tu Madre del Cielo, y Ella, que está cuidando de los tuyos, cuidará también de ti, y otro día habrá fiesta. Prepárate, vive preparándote para ir a esta Gran Fiesta que te espera en el Cielo. Ten fe amiga mía, ten fe.

Ayudaos todas las personas, porque todos os necesitáis, todos formáis parte del Cuerpo Místico de Cristo. Os mando mi bendición, y pido a Dios Padre acoja, haya acogido, a vuestros seres queridos derramando sobre ellos su Gran e Infinita Misericordia, por el amor con que los amáis, y que, a los que aún estáis aquí, os llene del consuelo y de esperanza.

Hermanos en Cristo, nuestro destino es estar todos unidos y felices en el Cielo Eterno; la vida en la tierra es un tiempo, pero en el Cielo estaremos todo el tiempo, todos los que hemos vivido en la tierra en todo tiempo. Llenaos de esta alegría y cobijad esperanza en vuestro corazón, y mientras tenéis la posibilidad de ganaros el Cielo, ¡hacedlo!, con vuestras buenas obras y palabras, todas ellas por y con Caridad.

Os quiero mucho a todas las viudas y a los enfermos y a los que sufren. Os tengo en mis oraciones y en mi corazón. Dios os Ama.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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119 Carta /A ti, que bendices

Domingo, 6 de octubre de 2.013

A ti, que bendices:

¡Sigue haciéndolo, sigue bendiciendo!, porque es bueno que desees el bien y des tu caridad bendiciendo a los demás; esto te priva de la crítica, esto hace que, más que lo que puedas ver, lo importante para ti de los demás, es lo que deseas para ellos, ¡lo que sale de tu corazón!; ¡que siempre sea una bendición!

Me has escrito porque te critican, porque os critican a los que bendecís, a los que os dais la bendición; y preguntas por mi opinión. Te digo: la bendición sí, siempre; la maldición no, ¡jamás de los jamases!

“En la comunidad donde vivo tenemos la costumbre de rezar el santo rosario en cada casa, leer la biblia y reflexionar, luego del termino de nuestra oración en conjunto, nos pedimos la bendición cada uno y desearnos paz y bien por nuestras familia, bueno algunos vecinos ven mal el gesto de pedir bendición entre los vecinos, y dicen que solo los sacerdotes o padres son los que dan la bendición, quisiera saber si es malo pedir la bendición de DIOS entre vecinos?”

¡Seguid haciéndolo, seguid bendiciendo!, deseándoos paz y bien, pidiendo paz y bien. Bienaventurados son los que piden y dan su bendición. Eso limpia el corazón, ayuda a las buenas relaciones, y todos estáis en este punto de igualdad, de ser hermanos en Cristo, hijos de Dios.

Disfrutad de la alegría cristiana, disfrutad de la caridad y bendecid a vuestros vecinos, a esos que os critican, a esos que ven mal que os bendigáis, y como os digo, bendecidlos a ellos también, porque es una señal de buena voluntad; ¿y no desearon los ángeles, paz a los hombres de buena voluntad? Hay personas, muchas, que tienen voluntad y se sacrifican para pecar; sí, he dicho para pecar, porque la voluntad es esa fuerza interior del deseo del corazón, que llegó a él por la unión y conexión del pensamiento y el deseo, que unidos, deseo y pensamiento, se unen a la fuerza de convicción y actúan con voluntad; la voluntad necesita del deseo y del pensamiento. Muchos, sólo desean lo que envidian, porque la envidia, por si misma, crea una fuerza, es decir, una potencia, un “movimiento”, que a tantos hace pecar; otros lo aplacan, aplacan su envidia, hablándose a sí mismos y dejando libres a los demás, pero los egoístas, los egocéntricos, ¡los soberbios!, esos envidian, se creen merecedores de todo lo mejor que tienen los demás; y os digo que muchas cosas buenas, repito, para que lo comprendáis, digo, que muchas cosas buenas vienen por el mal que otros os dan, y cambiando el rumbo del pecado, transformáis, con vuestra caridad, el mal en bien. Me explicaré mejor poniendo un ejemplo, como hacía Jesús, el Cristo, que para hacerse comprender hablaba en parábolas, que pocos comprendían porque Dios Espíritu Santo, aún no había venido al mundo para consolaros, para guiaros, para daros la Paz de Dios, como bendición a los que se liberan del pecado, sí, también del pecado de la envidia, que es el pecado que llevó a Caín a matar a su hermano Abel.

Parábola: Había un hombre sencillo, austero, que vivía luchando para dar fruto a las semillas que plantaba en su huerto, semillas de frutos, no sólo de flores que dan belleza, sino de frutos, que además de deleitar la vista, alimentan; este buen hombre, mientras trabajaba, silbaba, y su alegría acudía, entraba, por las ventanas de la casa vecina, al corazón del amigo que vivía en la casa indicada; sí, eran amigos y vecinos. Ese amigo, tenía una mujer envidiosa, que le hacía la vida muy difícil, porque se creía que todo lo de los demás se podía conseguir sin el esfuerzo que ellos ponían, tan sólo con el deseo, ya sabéis estas técnicas de “la nueva era” que están circulando con popularidad, porque no necesitan de esfuerzo, de lucha física; dicen que, solamente deseándolo, ya se hace realidad por el simple deseo; y esto sólo lleva a la envidia, al pecado grave de la envidia, porque Dios, recordémoslo, dijo al hombre que dominara la tierra, que TRABAJASE y dominara la tierra. Sí que vemos, hoy en día, que los ordenadores pueden dar información, esa información que otros, trabajando, han puesto allí, para que todos puedan, y muchas veces gratuitamente, usar para buenos fines. También hay mala información en Internet, pero Dios también dispuso que el hombre tuviera criterio, tuviera discernimiento, fuera distinto de los animales, para que pudiera ayudarse y ayudarlos, sí, también a los animales y a las cosas, aparte de ayudarse a sí mismo y a las personas. Volviendo a esa mujer envidiosa, que a través de sus gestos y palabras, entró en la mente de su esposo, el amigo del vecino, sobre todo cuando empezaron a dar fruto las semillas, que se hicieron arboles, y de ellos, sus flores dieron fruto. Ella veía esa fruta prohibida, con deseo, porque la observaba, día tras día, y meditando en ella, pensaba en lo sabrosa que estaba, porque además, el dueño de la fruta, les regalaba de ella, para que comieran y se deleitaran, y se la entregaba a su vecino y amigo, con la mejor de sus sonrisas, porque estaba satisfecho de su labor, de las horas y horas que, cuidando de su labor, estuvo silbando de sol a sol. ¡La mujer no podía soportarlo!, ¡lo odiaba por su optimismo!, decía ella, pero no era optimista nuestro protagonista, sino que era TRABAJADOR, y el que trabaja está contento, y recibe, lógicamente, el premio de su labor. Envidiosa, la mujer, estuvo observando al amigo de su marido, y vio que últimamente cojeaba de una pierna, porque estaba muchas veces de rodillas cuidando su plantación, mientras silbaba, y un jilguero atrevido se posaba en su hombro inclinado, y hacían dúo, uno silbando y el otro trinando; y eso aún le agradaba menos a la mujer, el que además de tener fruta, tuviera, el vecino, la capacidad de aguantar el dolor y tener un jilguero cantador, en su huerto-jardín. Envidiosa también de ello, buscó otros vecinos y los puso en aviso de la extraña relación entre el hombre y el jilguero, ¡que eso no podía ser cosa del cielo!, porque los jilgueros no son tan mansos. Ocurrió que el jilguero, contento y feliz de la serenata que con el hombre daban, avisó a sus amigos, y muchos acudieron al jardín-huerto, trayendo con ellos semillas mejores que nunca los hombres de este lugar hubieran podido imaginar, y nuestro hombre, tuvo pronto en su huerto-jardín, muchas especies de frutas de mejor calidad, porque cada vez le visitaban jilgueros que habían residido muy lejos, y allí encontraban la paz y la alegría. Todo esto era insoportable para la vecina, que se dedicaba a esas nuevas técnicas de pensar y esperar, mientras miraba por la pequeña pantalla, o por la ventana, viendo al hombre cojo y silbando a coro con los pájaros. Un día, no pudiendo esperar más, convenció a su marido de que eso debía terminar, que no podía soportar más la fruta ni los cantos; así que decidieron convencer al vecino de que, siendo cojo, mejor les vendiera la parcela y dejara de trabajar, y a eso se dedicaron, a destruir las esperanzas del amigo, simplemente porque cojeaba; el hombre dejó de cantar y los jilgueros dejaron de acudir al huerto, y la fruta ese año no fue tan buena, sino que hubo poca y además las malas hierbas empezaron a invadir la plantación; el hombre no tenía ganas de seguir trabajando, porque le repetían que cojeaba, y empezó a fijarse tanto en este acto, que se olvidó de silbar y accedió a vender la pequeña plantación, que fue comprada muy barata, porque estaba mal cuidada, llena de malas hierbas. Sé fue el hombre, dejó de salir al aire libre, dejó de silbar y se preocupó, y mucho, de su cojera. Un día, su hija le pidió que cuidara de su nieta, y como no tenía trabajo ya en el huerto, accedió; y esa niña le llenó el corazón de alegría, ella, la pequeña, no trinaba, no se ponía en su hombro, como el jilguero, sino que lo abrazaba, le hablaba, le contaba sus cosas, y juntos empezaron a cantar, porque sí que dejó de silbar, pero al estar al cuidado de su nieta, y para hacerle compañía, la niña cantaba y él también empezó a cantar, y no sólo esto, sino que bailaban; y empezó para el hombre una felicidad distinta, sembrando en el corazón de la niña una semilla, la que dio fruto con los años, porque el abuelo, nuestro hombre de campo, haciendo compañía a la niña, aconsejándola, alimentando su alegría y cualidades, hizo de ella una mujer de buen carácter, y su afición al canto la llevó a cantar, primero en el coro de la Parroquia, después, lo hizo profesionalmente, y los vecinos tuvieron que escuchar durante años y años, no los silbidos y cantos de los jilgueros, sino los cantos de esos dos, el abuelo y la nieta, que a dúo cantaron y cantaron; y pasado el tiempo, la niña cantó en los mejores escenarios del mundo, donde el abuelo la acompañaba siempre, y juntos, son felices de ver cómo cambian los rostros después de la actuación; ¡esos son los nuevos frutos!, los frutos de un hombre que dejó de ser cojo para bailar con su nieta, y pasar las horas cantando los dos. El amigo-vecino que le compró el huerto, le hizo el favor de que se metiera dentro de su casa, y allí atendió a la que es, ahora y siempre, la alegría y su dicha, esa niña que canta, no como un jilguero, sino como un ruiseñor. FIN. Aprended y comprended que todo mal lleva a un bien. Daos unos a otros la bendición y la caridad. PAZ. Todo es Providencial.

Con afecto sincero.

P. Jesús

© copyright

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