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Ayuda personal espiritual - 4. página

116 Carta /A ti, que tienes demasiado interés por el dinero que no tienes

Domingo, 8 de septiembre de 2.013

A ti, que tienes demasiado interés por el dinero que no tienes:

Suele ocurrir, que el que no tiene dinero, ¡lo quiere!, y lo quiere, lo desea, a toda costa, sin importarle qué hacer para conseguirlo tener; y eso no es así, ¡no puede ser así!, hay que tener un fin, una moral, una ética, ¡un Dios! ¿Y qué dijo Dios, Jesús, sobre el dinero?; dijo que no se pueden tener dos señores a la vez, o Dios o el dinero. Así que ve pensando en esto y sigue leyendo.

Cuando el dinero ocupa el lugar de Dios, te va a dejar KO, porque el dinero no es una persona, no tiene sentimientos, el dinero lo usan algunos para dominar conciencias, para tener amigos, aplausos; y creen que incluso compra el cariño, ¡y no!, el dinero no hace nada de esto, son las personas las que deciden ser tus amigos, si quieren; y quererte por tu dinero, me parece a mí que es venderse, y nadie es una cosa para ser comprada, sino que todos somos personas para ser admiradas y estimadas.

Sí que es de admirar la persona que, con inteligencia, trabajo y tesón, con la ayuda de Dios, gana dinero y hace cosas buenas para los demás, como el crear empleo, pero tener dinero con manos sucias, abandonando a Dios, la fe, la moral, la ética, eso no va a terminar bien, y la vida de una persona, no es sólo de 50 años, sino que sigue y termina mucho después, pero las personas de 80 y 90 años, ¿sabes tú lo que hacen?; ¡cuántas terminan solas!, y eso que a los 50 fueron admiradas, aplaudidas, imitadas.

No voy a decirte ahora que es mejor ser pobre o miserable, ¡que no!, porque en la extrema pobreza o en la clase media, también, al igual que los ricos, tienen que ganarse el respeto de los demás, por sus obras buenas. Que no está pasado de moda ser bueno, ¡al contrario!, es el estilo perfecto para tener el respeto a los 20, a los 50 y a los 100 años.

No hay tampoco que hacerle un trono ni al dinero, ni a la pobreza, porque hay pobres que lo son porque no trabajan con tesón, hay quien no sabe hacer negocios, si no es con trampas o traiciones; ¡ya sabéis la vida del traidor Judas Iscariote!, como sabéis la vida del rico Lázaro y sus hermanas Marta y María. Entonces, ¿es el dinero un regulador del honor?; no, tampoco lo es el aspecto físico, ni ser hijo de…; gracias a Dios, cada uno se gana su propio honor y respeto; y te pregunto, ¿qué tal te va con ello? ¿Trabajas bien para tener dinero y cubrir tus necesidades?; ¿ayudas a la familia, si puedes?… Empieza con esto y sigue, ora y confía tu labor a Dios, y Él, por su santo poder, hará que recibas, por tu trabajo y el contenido de tu corazón, lo que te irá mejor para tu santidad; ¿será por eso que pocos santos son ricos, porque el dinero los perdería?; mejor prepara tu corazón con la oración y deja que la doctrina de Dios habite en él, y sintiendo que tienes que servir, trabaja y sirve a los demás, pensando más que en ser rico, en ser fiel servidor de Cristo que pidió que ayudarás a los demás, en todo, también en tu capacidad de hacer negocios, de crear puestos de trabajo honrados, donde otros puedan trabajar sin sentir lastimado su orgullo humano, por el desprecio del que es el jefe; me gustaría ver empresas donde sus empleados fueran, para ellos, almas, que ayudan a Cristo a llevarlas al Cielo; y se necesita dinero para subsistir, para vivir, para SERVIR. Piensa en ello y no pierdas la paz, porque la abundancia no la traen los números, sino Dios que todo lo ve, y que, al que sabe que si le da dinero, así y todo, será santo, a éste le permite tener, porque lo que Dios quiere, es que nadie se pierda. Entonces, para que Dios te ayude, tienes que amarlo sobre todas las cosas, incluso sobre el dinero, y debes vivir austeramente, ¡santamente!, porque si no estás preparado para ser un santo, Dios no te dará lo que te puede apartar de la santidad. Pocos hay que pueden ser ricos, ¡millonarios!, y además, santos, porque el dinero, si se le sirve como a un dios, corrompe el corazón, destruye las buenas intenciones y cambia las conciencias. Lo mejor es que trabajes, ¡y mucho!, no hay dinero sin trabajo duro. Hay pobres que culpan a Dios de su pobreza, ¡y tampoco es eso!, la riqueza y la pobreza son un complemento a utilizar en este mundo de intercambio de actividades, cosas y talentos.

Me gustaría hablarte más sobre el tema, pero no hay tiempo, tengo que terminar mi carta por hoy, y antes de esto, desearía saber si has aprendido algo bueno al leerme. Tampoco es bueno decir que Dios te va a vestir como a los lirios del campo, porque Dios te ha dado dos manos, un corazón y una inteligencia, que debes usar; los lirios los puedes plantar tú, que no sólo es cosa de Dios, sino que el hombre, la persona puede plantarlos y regarlos, y con eso, ayuda al Creador de Cielos y Tierra a que sus lirios vivan; entonces, haz lo mismo y siémbralos para que otros se vistan.

Con afecto sincero.

P. Jesús

© copyright

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118 Carta /A ti, que has despedido a un hijo

Domingo, 29 de septiembre de 2.013

A ti, que has despedido a un hijo:

Me has escrito y me has hecho llorar, porque tu corazón lloraba y los dos hemos llorado juntos. Dios te Ama, Jesús te escucha y la Virgen María está supliéndote en el Cielo, allí donde tienes a tu hijo, que se te ha ido, y has despedido.

Amo a mi madre y comprendo el amor perfecto que hay entre padres e hijos, entre madre e hijo, y sé lo dolorosa que es la separación.

Me dices: “Recién a los 65 años, me despojé de mi yo y del qué dirán, y con perseverancia, mucha fe y amor, despedí el 12 de septiembre uno de mis 6 hijos cantando en el velatorio y en la iglesia «soy peregrino en esta tierra….» voy a geriátricos llevando oración y música, visito enfermos y solos, juego con mis 8 nietos, hacía tan poco..ahora más porque quiero irradiar a Cristo.”

Ocurre esto, suele ocurrir en las almas blancas, que cuando han perdido a un ser amado, esta despedida les ha hecho ver la realidad de la vida, dejando de lado cosas que antes les impedían ser totalmente de Dios, y a ti te ha ocurrido, querida amiga, alma blanca y llena de fe, que esparces alegría y esperanza, esa misma alegría y esperanza que tienes y que no te será defraudada. Haces bien y eres buena, vas camino de santa, por la gracia de Dios. Gracias, amiga mía, alma blanca.

Otro día os diré lo que es un alma blanca. Ahora prosigo mi carta, uniendo a la respuesta que doy a mi amiga, otras palabras que también me han afectado y quiero unirlas aquí mismo, como se unen dos amigas, que pido a los de CatholicosOnline que unan a estas dos personas para que, una a la otra, se den el don de las palabras que acompañan a los que se comprenden, a los que se entienden, a los que han pasado y pasan por circunstancias similares.

Mi amiga me dice: “Creo y pido a Nuestro Señor que me dé la fe de creer en la vida eterna, y recibo respuesta, ya que en cinco años he perdido a mi marido y luego a mi hijo en plena juventud, y la paz interior que siento solo me la puede regalar El, que evangelio tan bonito, y ver que El Señor se compadece de esta viuda.”

El evangelio del que habla mi amiga, por si quieres leerlo, es este: http://www.evangeliomeditado.com/Evangelio_13/Septiembre_13/17_9_13.html

Sufres mucho y Dios; quiere consolarte. Los sacerdotes también tenemos la misión de consolar, porque nosotros conocemos más y mejor a Dios, los sacerdotes tienen estudios que muchos seglares, por no tenerlos, sufren más, pero si tú supieras que hay un Cielo, que hay un lugar donde te esperan tu esposo y tu hijo, y donde ellos no sufren, sino que INCLUSO están contentos, seguro que podrías tener más conformidad en esta separación. Hija, tú también, como todos, vas a morir, debes prepararte bien y debes rezar por los difuntos, por todos los difuntos, no sólo por los tuyos, sino por todos los que han muerto y van muriendo, porque a muchos, como tú antes, se les murieron seres amados, y necesitaban consuelo; te pido que, si te hace bien a ti, propagues el evangelio; así otros, como tú, sentirán que la Palabra de Dios los consuela; y consuela tanto que Dios, Jesús, tuviera compasión de la viuda y le devolviera al hijo. Dios os dará la alegría de reencontraros otro día y ya será para siempre jamás, pero mientras no pase esto, tienes que seguir viviendo y viviendo consolada, por eso te remito a la Virgen Santísima, hazte fiel devota de tu Madre del Cielo, y Ella, que está cuidando de los tuyos, cuidará también de ti, y otro día habrá fiesta. Prepárate, vive preparándote para ir a esta Gran Fiesta que te espera en el Cielo. Ten fe amiga mía, ten fe.

Ayudaos todas las personas, porque todos os necesitáis, todos formáis parte del Cuerpo Místico de Cristo. Os mando mi bendición, y pido a Dios Padre acoja, haya acogido, a vuestros seres queridos derramando sobre ellos su Gran e Infinita Misericordia, por el amor con que los amáis, y que, a los que aún estáis aquí, os llene del consuelo y de esperanza.

Hermanos en Cristo, nuestro destino es estar todos unidos y felices en el Cielo Eterno; la vida en la tierra es un tiempo, pero en el Cielo estaremos todo el tiempo, todos los que hemos vivido en la tierra en todo tiempo. Llenaos de esta alegría y cobijad esperanza en vuestro corazón, y mientras tenéis la posibilidad de ganaros el Cielo, ¡hacedlo!, con vuestras buenas obras y palabras, todas ellas por y con Caridad.

Os quiero mucho a todas las viudas y a los enfermos y a los que sufren. Os tengo en mis oraciones y en mi corazón. Dios os Ama.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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119 Carta /A ti, que bendices

Domingo, 6 de octubre de 2.013

A ti, que bendices:

¡Sigue haciéndolo, sigue bendiciendo!, porque es bueno que desees el bien y des tu caridad bendiciendo a los demás; esto te priva de la crítica, esto hace que, más que lo que puedas ver, lo importante para ti de los demás, es lo que deseas para ellos, ¡lo que sale de tu corazón!; ¡que siempre sea una bendición!

Me has escrito porque te critican, porque os critican a los que bendecís, a los que os dais la bendición; y preguntas por mi opinión. Te digo: la bendición sí, siempre; la maldición no, ¡jamás de los jamases!

“En la comunidad donde vivo tenemos la costumbre de rezar el santo rosario en cada casa, leer la biblia y reflexionar, luego del termino de nuestra oración en conjunto, nos pedimos la bendición cada uno y desearnos paz y bien por nuestras familia, bueno algunos vecinos ven mal el gesto de pedir bendición entre los vecinos, y dicen que solo los sacerdotes o padres son los que dan la bendición, quisiera saber si es malo pedir la bendición de DIOS entre vecinos?”

¡Seguid haciéndolo, seguid bendiciendo!, deseándoos paz y bien, pidiendo paz y bien. Bienaventurados son los que piden y dan su bendición. Eso limpia el corazón, ayuda a las buenas relaciones, y todos estáis en este punto de igualdad, de ser hermanos en Cristo, hijos de Dios.

Disfrutad de la alegría cristiana, disfrutad de la caridad y bendecid a vuestros vecinos, a esos que os critican, a esos que ven mal que os bendigáis, y como os digo, bendecidlos a ellos también, porque es una señal de buena voluntad; ¿y no desearon los ángeles, paz a los hombres de buena voluntad? Hay personas, muchas, que tienen voluntad y se sacrifican para pecar; sí, he dicho para pecar, porque la voluntad es esa fuerza interior del deseo del corazón, que llegó a él por la unión y conexión del pensamiento y el deseo, que unidos, deseo y pensamiento, se unen a la fuerza de convicción y actúan con voluntad; la voluntad necesita del deseo y del pensamiento. Muchos, sólo desean lo que envidian, porque la envidia, por si misma, crea una fuerza, es decir, una potencia, un “movimiento”, que a tantos hace pecar; otros lo aplacan, aplacan su envidia, hablándose a sí mismos y dejando libres a los demás, pero los egoístas, los egocéntricos, ¡los soberbios!, esos envidian, se creen merecedores de todo lo mejor que tienen los demás; y os digo que muchas cosas buenas, repito, para que lo comprendáis, digo, que muchas cosas buenas vienen por el mal que otros os dan, y cambiando el rumbo del pecado, transformáis, con vuestra caridad, el mal en bien. Me explicaré mejor poniendo un ejemplo, como hacía Jesús, el Cristo, que para hacerse comprender hablaba en parábolas, que pocos comprendían porque Dios Espíritu Santo, aún no había venido al mundo para consolaros, para guiaros, para daros la Paz de Dios, como bendición a los que se liberan del pecado, sí, también del pecado de la envidia, que es el pecado que llevó a Caín a matar a su hermano Abel.

Parábola: Había un hombre sencillo, austero, que vivía luchando para dar fruto a las semillas que plantaba en su huerto, semillas de frutos, no sólo de flores que dan belleza, sino de frutos, que además de deleitar la vista, alimentan; este buen hombre, mientras trabajaba, silbaba, y su alegría acudía, entraba, por las ventanas de la casa vecina, al corazón del amigo que vivía en la casa indicada; sí, eran amigos y vecinos. Ese amigo, tenía una mujer envidiosa, que le hacía la vida muy difícil, porque se creía que todo lo de los demás se podía conseguir sin el esfuerzo que ellos ponían, tan sólo con el deseo, ya sabéis estas técnicas de “la nueva era” que están circulando con popularidad, porque no necesitan de esfuerzo, de lucha física; dicen que, solamente deseándolo, ya se hace realidad por el simple deseo; y esto sólo lleva a la envidia, al pecado grave de la envidia, porque Dios, recordémoslo, dijo al hombre que dominara la tierra, que TRABAJASE y dominara la tierra. Sí que vemos, hoy en día, que los ordenadores pueden dar información, esa información que otros, trabajando, han puesto allí, para que todos puedan, y muchas veces gratuitamente, usar para buenos fines. También hay mala información en Internet, pero Dios también dispuso que el hombre tuviera criterio, tuviera discernimiento, fuera distinto de los animales, para que pudiera ayudarse y ayudarlos, sí, también a los animales y a las cosas, aparte de ayudarse a sí mismo y a las personas. Volviendo a esa mujer envidiosa, que a través de sus gestos y palabras, entró en la mente de su esposo, el amigo del vecino, sobre todo cuando empezaron a dar fruto las semillas, que se hicieron arboles, y de ellos, sus flores dieron fruto. Ella veía esa fruta prohibida, con deseo, porque la observaba, día tras día, y meditando en ella, pensaba en lo sabrosa que estaba, porque además, el dueño de la fruta, les regalaba de ella, para que comieran y se deleitaran, y se la entregaba a su vecino y amigo, con la mejor de sus sonrisas, porque estaba satisfecho de su labor, de las horas y horas que, cuidando de su labor, estuvo silbando de sol a sol. ¡La mujer no podía soportarlo!, ¡lo odiaba por su optimismo!, decía ella, pero no era optimista nuestro protagonista, sino que era TRABAJADOR, y el que trabaja está contento, y recibe, lógicamente, el premio de su labor. Envidiosa, la mujer, estuvo observando al amigo de su marido, y vio que últimamente cojeaba de una pierna, porque estaba muchas veces de rodillas cuidando su plantación, mientras silbaba, y un jilguero atrevido se posaba en su hombro inclinado, y hacían dúo, uno silbando y el otro trinando; y eso aún le agradaba menos a la mujer, el que además de tener fruta, tuviera, el vecino, la capacidad de aguantar el dolor y tener un jilguero cantador, en su huerto-jardín. Envidiosa también de ello, buscó otros vecinos y los puso en aviso de la extraña relación entre el hombre y el jilguero, ¡que eso no podía ser cosa del cielo!, porque los jilgueros no son tan mansos. Ocurrió que el jilguero, contento y feliz de la serenata que con el hombre daban, avisó a sus amigos, y muchos acudieron al jardín-huerto, trayendo con ellos semillas mejores que nunca los hombres de este lugar hubieran podido imaginar, y nuestro hombre, tuvo pronto en su huerto-jardín, muchas especies de frutas de mejor calidad, porque cada vez le visitaban jilgueros que habían residido muy lejos, y allí encontraban la paz y la alegría. Todo esto era insoportable para la vecina, que se dedicaba a esas nuevas técnicas de pensar y esperar, mientras miraba por la pequeña pantalla, o por la ventana, viendo al hombre cojo y silbando a coro con los pájaros. Un día, no pudiendo esperar más, convenció a su marido de que eso debía terminar, que no podía soportar más la fruta ni los cantos; así que decidieron convencer al vecino de que, siendo cojo, mejor les vendiera la parcela y dejara de trabajar, y a eso se dedicaron, a destruir las esperanzas del amigo, simplemente porque cojeaba; el hombre dejó de cantar y los jilgueros dejaron de acudir al huerto, y la fruta ese año no fue tan buena, sino que hubo poca y además las malas hierbas empezaron a invadir la plantación; el hombre no tenía ganas de seguir trabajando, porque le repetían que cojeaba, y empezó a fijarse tanto en este acto, que se olvidó de silbar y accedió a vender la pequeña plantación, que fue comprada muy barata, porque estaba mal cuidada, llena de malas hierbas. Sé fue el hombre, dejó de salir al aire libre, dejó de silbar y se preocupó, y mucho, de su cojera. Un día, su hija le pidió que cuidara de su nieta, y como no tenía trabajo ya en el huerto, accedió; y esa niña le llenó el corazón de alegría, ella, la pequeña, no trinaba, no se ponía en su hombro, como el jilguero, sino que lo abrazaba, le hablaba, le contaba sus cosas, y juntos empezaron a cantar, porque sí que dejó de silbar, pero al estar al cuidado de su nieta, y para hacerle compañía, la niña cantaba y él también empezó a cantar, y no sólo esto, sino que bailaban; y empezó para el hombre una felicidad distinta, sembrando en el corazón de la niña una semilla, la que dio fruto con los años, porque el abuelo, nuestro hombre de campo, haciendo compañía a la niña, aconsejándola, alimentando su alegría y cualidades, hizo de ella una mujer de buen carácter, y su afición al canto la llevó a cantar, primero en el coro de la Parroquia, después, lo hizo profesionalmente, y los vecinos tuvieron que escuchar durante años y años, no los silbidos y cantos de los jilgueros, sino los cantos de esos dos, el abuelo y la nieta, que a dúo cantaron y cantaron; y pasado el tiempo, la niña cantó en los mejores escenarios del mundo, donde el abuelo la acompañaba siempre, y juntos, son felices de ver cómo cambian los rostros después de la actuación; ¡esos son los nuevos frutos!, los frutos de un hombre que dejó de ser cojo para bailar con su nieta, y pasar las horas cantando los dos. El amigo-vecino que le compró el huerto, le hizo el favor de que se metiera dentro de su casa, y allí atendió a la que es, ahora y siempre, la alegría y su dicha, esa niña que canta, no como un jilguero, sino como un ruiseñor. FIN. Aprended y comprended que todo mal lleva a un bien. Daos unos a otros la bendición y la caridad. PAZ. Todo es Providencial.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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122 Carta /A ti, que necesitas de Dios

Domingo, 28 de septiembre de 2.014

A ti, que necesitas de Dios:

¿Y quién no necesita de Dios?

Todos necesitan de amor, entonces, entonces todos necesitan de Dios.

Nadie ama como Dios ama, y Dios te Ama, sí, a ti, verdaderamente a ti; también a ése y al otro, y a todos.

Pero a cada uno ama de manera única, verdadera, total, para siempre, desde siempre. Oh, amigo-a, si pudieras comprender cómo te ama Dios a ti, sí, a ti. ¿Qué ocurriría?, pues, ocurrirían cosas maravillosas, y una de ellas es que tendrías eso que algunos llaman autoestima; pero yo te hablo de que te valorarías, que te darías el verdadero valor que tienes, que Dios te ha dado a ti, porque eres tú, único e irrepetible; y precisamente por esto, Dios te Ama tanto, porque no hay dos como tú, ni ahora, ni nunca ha habido, ni habrá otra persona como tú.

 ¿Y cómo es que seas tú distinto a todos?; porque Dios quiere que cada persona sea diferente; a cada uno le crea para ser distinto, porque a cada uno ama por quien es; y uno sabe que Dios le ama por ser quien es, y esto te da una seguridad de ser amado por si mismo, y que el Amor que Dios siente por ti, es por ser quien eres; otra cosa es por ser como eres, que es algo distinto a ser quien eres, porque hay quien es rico y es austero, y otro es rico y es un despilfarrador, y otro es rico y siempre da, ayuda a los demás, pero todos son ricos y a la vez son distintos; lo mismo ocurre con todas las personas del mundo entero, todas son personas, todas son distintas, todas son ricas en amor de Dios, pero unos lo propagan, otros se lo guardan y otros no le dan importancia al Amor con que Dios les Ama. Tú, dale importancia a este amor con que Dios te ama, porque es real, es verídico; y de tener tú esta seguridad en esta gran verdad de que Dios te ama, de que eres amado-a por Dios, verás como aceptando este amor, eres mejor, te sientes mejor y ves la vida mejor, porque Dios es Amor, y amor verdadero, y todo aquel que acepta ser amado por Dios, se siente mejor.

Haz la prueba, sí, amigo-a, haz la prueba, ¡déjate amar por Dios!; y ¿cómo se hace esto?; te lo cuento la próxima semana, hoy deléitate en saber que tienes lo que necesitas, y lo que necesitas es amor verdadero, ¡amor de Dios!, y lo tienes; Dios te lo da, para que lo disfrutes, para que te llenes el corazón con su Amor.

Necesitas de Dios y lo tienes. Ve a Misa, ve a la Iglesia, entra en una Iglesia Católica, y siéntate en un banco y estate en silencio, y cuando estés tranquilo-a, empieza a hablar con Cristo, con Dios Hijo Jesucristo; dile francamente lo que quieras y sea bueno, y respeta siempre a tu Dios; ¡adóralo! con todo tu corazón, y verás que tu humildad en adorarlo, en creer que es Dios y que está vivo y te ama tanto, como te he dicho, esto te irá llenando el corazón de un gozo íntimo, que te llenará de una alegría y una paz, que sólo puedes hallar en la verdadera Iglesia de Cristo, en la Católica. Ten fe, y si no tienes mucha, cuando estés en la Iglesia, sentado-a en este banco, le dices sinceramente a Dios: “No tengo tanta fe, pero tú puedes aumentármela, puedes dármela, si quieres”; y esperas en silencio, mientras rezas un Avemaría, que se reza así:

AVE MARÍA

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo;
bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

Amigo-a, rezo por ti; quiero que seas feliz, y para que lo seas, necesitas de Dios.

Con afecto sincero

P. Jesús

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123 Carta / A ti, que quieres dejarte amar por Dios

Domingo, 5 de Octubre de 2.014

A ti, que quieres dejarte amar por Dios:

¿Cómo se hace esto?

Amigo-a, de su natural, Dios te Ama, porque Dios Ama a todas las personas del mundo; TODAS las personas del mundo son amadas por Dios; Él las creó, Él, Dios, las deseó, y por desearlas, tuvieron vida y un destino.

¿Cuántos padres quieren tener hijos y no pueden? Algunos padres quieren tener hijos y no pueden; en cambio, otros tienen hijos, incluso sin quererlo; y es que Dios dejó libre a la naturaleza, que le sirve, y cuando un hombre y una mujer se unen en el momento justo y preciso para engendrar, estando ambos en las óptimas circunstancias para la paternidad, la naturaleza sigue su curso, y una nueva vida se crea, con el permiso de Dios, que selló a la misma naturaleza de estas condiciones necesarias y precisas para engendrar vida, ¡hijos! Y si Dios hizo esto, como hizo que el sol saliera cada día, es decir, que en su movimiento, cada día recibiera una parte de la tierra su luz y su calor, es que Dios vio que era bueno, que es bueno, y lo bueno sería cumplir con la Ley de Dios siempre y todos, y así los hijos nacerían del amor, porque Dios es Dios de Amor y quiere que las personas se propaguen por amor, amándose los padres, que aman a Dios y a los hijos de los dos, de ellos dos, y que Dios permite sean engendrados, por hacer lo natural y estar la naturaleza de los esposos en las óptimas condiciones para procrear, como el sol que alumbra porque es su deber, el deber de ser lo que es: sol, luz y calor, fuente de vida, por la gracia de Dios.

Todo lo ha hecho Dios, y Dios ha permitido que los que han nacido, puedan crear hijos, uniéndose hombre y mujer.

Sí, tú, tú has nacido de la unión de lo femenino con lo masculino, porque las personas son femeninas y masculinas; Dios creó así a las especies; no hay tres maneras de ser en cada especie, ni cuatro, ni seis, sino sólo dos; esta es la ley natural, así son las cosas en la vida sobre la tierra.

Pero también sabes que nadie se ha hecho a sí mismo, sino que viene cada uno de dos personas de distinto sexo, que unidas te crearon; así son las cosas en este viejo mundo terráqueo.

Entonces, si nacen las personas por la ley natural, que esta ley natural ha sido creada por Dios, es decir, Dios la creó y le dio su visto bueno, entonces tú tienes el visto bueno de Dios, que creó la naturaleza que te ha engendrado; entonces tú, como cada uno, eres realmente y verdaderamente amado por Dios, deseado por Dios, que da la libertad a todas las personas; libertad para amarse y unirse, libertad para unirse hombre y mujer y crear hijos de esta unión, que es natural, y que la persona, por ser libre y tener voluntad y discernimiento, puede decidir tenerla o abstenerse de ella. Tú, tú eres libre.

Dios es libre.

Siendo Dios libre, vino al mundo a redimirlo, a salvarlo, y todo aquel que quiere ser redimido y salvado, es redimido y salvado por Jesús, el Hijo de Dios y de la Virgen María. Y el que quiere esto, es el que ACEPTA QUE DIOS LO AME.

Dios te ama porque creó vida, y esta vida humana puede y debe poblar la tierra, por designio de Dios: “Creced y multiplicaos”; y este mismo Dios, en la persona de Jesús de Nazaret, vino personalmente al mundo a demostrarte su amor, muriendo por tus pecados; y si crees en Él, en que Jesús es Dios Hijo, y que murió y resucitó y está en cuerpo presente en la Eucaristía, y comes su cuerpo y bebes su sangre, en las especies de pan y vino, entonces, tú eres salvado, entonces tú tienes entrada en el Reino de los Cielos, cuando te llegue tu hora de partir de aquí; y entonces, siendo salvado, conociendo a Jesús, sabiendo de su vida, que está escrita, documentada, en la Sagrada Biblia Cristiana, entonces tú, tú sabes, tienes la certeza de que Dios te ama. Déjame repetírtelo: Dios te Ama, amigo-a, ¡Dios te Ama!

¿Cómo puedes dejar que Dios te Ame?; sencillo, creyendo en Jesús, en que Jesús es el Hijo de Dios, bautizándote en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y confesando tus pecados y acudiendo a comulgar; porque en la comunión, Dios mismo, Jesús, se entrega de tú a tú, y te da todo entero su amor a ti.

Puedes recibir directamente de Jesús, en persona, su amor, ¿Cómo?, yendo a comulgar, limpio de pecado y con la voluntad de no volver a pecar.
Tú, tú decides recibir o no el amor con que Dios te Ama. ¡Sólo tú!

Deja que Dios te de su amor, bautízate, confiésate y comulga, y en cada comunión bien hecha, recibirás el Amor de Dios de la persona de Jesús, el Hijo de Dios.

¡Qué maravilla!, Dios está a tu alcance, Jesús te abraza y te salva, si quieres. Sólo tú puedes decidirlo.

A Dios nadie le engaña, por eso sólo se une en Comunión con el que está libre de pecado, por haberlo confesado y teniendo la firme voluntad de no volver a pecar. Estas son las condiciones de Dios.

Dios ama a todos, sea lo que sea cada uno, haya hecho lo que haya hecho, sólo quiere tu arrepentimiento sincero en cuanto a tus pecados; tienes que conocer la Ley de Dios, los diez mandamientos, tienes que tener fe en que Jesús es Dios Hijo que te salva, y ¡no tienes que preocuparte de nada más que de vivir con paz, haciendo el bien, cumpliendo la Ley de Dios, que te facilita las cosas, porque saber qué es lo que es bueno para ti, te ayuda a la perfección; y siendo perfecto, te santificas en el nombre del Señor, y tienes y vives una vida coherente con tu fe, sin juzgar a nadie, amando a todos y haciendo el bien a todos, dando buen ejemplo, cumpliendo con tu deber y deberes de estado, y haciendo un mundo mejor; practicando la caridad, con la humildad y el servicio del buen cristiano que ama a todos y se aparta de las malas tentaciones de pecar, para mantenerse siempre en línea directa con Dios, que es vivir en su Gracia; y se vive en Gracia de Dios, cumpliendo los mandamientos y usando de los sacramentos.

Dios ama a todos, ¡también a ti!

¿Quieres recibir su Amor por ti?; entonces, bautízate, ve a Misa y vive la fe católica, que es la Iglesia verdadera, la que Dios, Cristo, fundó en los doce apóstoles, ¡no hubo otra!, y San Pedro es el primer Papa, y el Papa Francisco es el Papa actual.

Ahora ya sabes cómo debes hacer para dejarte amar por Dios. Repasa mi carta y llénate de la alegría de saberte Amado por Dios Padre y Dios Hijo y Dios Espíritu Santo; también por la Madre de Jesús, ¡Dios Hijo!, por la Virgen María.

Te he dicho la verdad, amigo-a. Medita y practica tu libertad y tu fuerza de voluntad, porque Dios quiere que seas libre y santo. Sí, tú, tú, seas como seas ahora, tú estás destinado, por el deseo de Dios, a SER SANTO. ¡Ánimo! Únete a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. ¡El Cielo eterno espera a los Santos!

Tú, por Dios, con Dios, serás Santo. Dale un voto de confianza al Evangelio; léelo y sigue a Jesús, imitándole, porque Jesús, Dios, te Ama, sí, te Ama, ¡te Ama!

Con afecto sincero.

P. Jesús

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126 Carta / A ti, para los que aman a Jesús, Dios

Domingo, 26 de Octubre de 2.014

A ti, para los que aman a Jesús, Dios:

San Juan 14, 15-18    15 “Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. 16 Y yo rogaré al Padre, y Él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: 17 el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque Él permanece con ustedes y estará en ustedes. 18 No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes.”

El Amor a Jesús conlleva cumplir sus mandamientos, los mandamientos de Dios; eso dijo Jesús, Dios, y lo leemos en el comentario del Evangelio arriba citado: “Si tú me amas, cumplirás mis mandamientos”. Está muy claro lo que quiere Jesús, Dios, en demostración de tu amor por Él; y cumpliendo tú los mandamientos, Él, Jesús, Dios, ruega al Padre, y Dios Padre te da a Dios Espíritu Santo, y lo recibes después de haberte ido a confesar de tus pecados, de estos pecados contra la Ley de Dios. Revisa lo que Dios quiere de ti, aprende los diez mandamientos, y si no los cumples, si alguno de ellos no cumples, si amas a Dios, te dolerá no haber cumplido con lo que Dios quiere de ti, y quiere que por amor, por amarlo a Él, a Jesús, Dios, cumplas con los mandamientos de su Ley; eso quiere y te pidió, y si has pecado, tienes que confesarte, y al confesarte ante un sacerdote católico, por mediación de él, del sacerdote católico, Dios te perdona el pecado, los pecados, y te consuela, recibiendo tú, después de la confesión, al Paráclito, a Dios Espíritu Santo, que te consuela de tu pecado y de todo mal que padeces, porque Dios te Ama y te da su amor, siempre que pides perdón en confesión, cumpliendo la penitencia y no queriendo pecar nunca más, apartándote de toda condición de pecar; y si para no pecar, tienes que apartarte de alguna-s persona-s, aunque te duela, tienes que hacerlo, debes hacerlo, porque sólo así vivirás en la Paz de Dios; porque donde hay guerra no hay paz, porque donde tienes tentaciones de pecar, hay lucha, hay una especie de guerra contigo mismo, y para tener paz, necesitas vivir en paz, en el ambiente propicio para no pecar, para no estar debatiéndote entre el bien y el mal; todo lo que sea un mal para ti, apártalo, y aunque tengas que perder algo, ganarás paz y santidad, y siendo santo, teniendo fe, puedes pedir a Dios con fe, en nombre de Jesús, y Dios te lo concederá. No ames más a nadie, a nada, más que Dios; eso termina mal siempre, sólo en Dios está la paz y el amor verdadero, este Amor que es bueno, que te pide que seas bueno y que cumplas con los mandamientos de la Ley de Dios.

Dios sigue vivo, no dejó huérfano a nadie que tenga fe, porque se quedó en la Eucaristía, y puedes ir a recibirle con el alma limpia de pecado, al haberlos confesado; y tienes y recibes a Jesús, Dios vivo, en la Comunión. Dios está al alcance de quien lo quiera, pero pone sus propias condiciones, y es que tú cumplas, que tú vivas cumpliendo los diez mandamientos de la Ley de Dios y demuestres así cuánto le amas, cuánto amas a Jesús; porque ¿tú amas a Jesús?, ¿cuánto?, ¿cumples con la Ley de Dios?…

Ama a Dios sobre todas las cosas y personas, ten fe, pide, y Dios te dará lo que necesites y sea bueno para ti, para tu fe, para salvarte, para que puedas ir a vivir al Reino de los Cielos, allí con la Virgen de la Paz, con la Reina y Señora de Cielos y Tierra, con la Madre que socorre, auxilia e intercede por ti, y por todo lo que, con fe, le pidas a Dios en nombre de su Hijo Jesús, ¡Cristo!

Anímate, amar a Dios sobre todas las cosas y personas, con toda tu fuerza y decisión, es cumplir con los mandamientos de la Ley. Lee San Juan 14, 15. “Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos.”

¿Amas a Jesús, Dios?…

Con afecto sincero.

P. Jesús

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129 Carta / A ti, que tienes envidia

Domingo, 16 de Noviembre de 2.014

A ti, que tienes envidia:

Sí, lo sé, intentas luchar contra esto, pero te cuesta, siempre tienes envidia de lo que otros tienen, de sus cosas, de su suerte, dices que no puedes evitarlo.

Tengo que decirte que a veces la gente hace cosas, dice cosas, precisamente para que les tengas envidia; hoy día la discreción no es precisamente un valor en muchos, más bien al contrario, alardear es para muchos una actividad que practican diariamente, en su manera de hablar, en su forma de vestir; querer sobresalir, ser el primero en tener lo que está de moda, eso es cierto; y esta gente incita a todos a que sientan envidia de él-ella; disfrutan de esto, de hacer pecar a los demás con su falta de discreción, de humildad, de educación y de CARIDAD.

Cuántos tientan a los demás por las redes sociales; dan a conocer sus cosas, sus pertenencias, lo que saben, para que otros tengan envidia, y esto les hace sentir importantes.

Y tú, ¿Qué haces cayendo en las trampas de los soberbios, de los orgullosos? Nada. Te pasas el día en las redes sociales, con el teléfono en mano, espiando, mirando lo que otros han decidido que te enteres de ellos, ¿Crees que lo dicen todo?, ¿crees que dicen la verdad?, ¡qué va!, esos planean todo lo que ponen para que tú te enteres y tengas envidia, para que peques, pierdas la paz y te sientas mal. ¡Y lo consiguen! Mira cómo estás sufriendo todo el día, y de noche, meditando tu mala suerte…

Hay quien va haciendo teatro en las redes sociales, y en persona, también. 
Y hay quien se lo cree todo, como un ingenuo.

¿De cuáles eres tú?

¡Vaya, qué bien!, tú eres una persona coherente con tu fe e inteligente, que sabes que todo cuesta mucho esfuerzo, o ¡te vendes!, y las dos cosas son arduas y costosas.

No tengas envidia, porque no es oro todo lo que brilla, y tampoco lo que hace feliz a otro, te hará feliz a ti. Al verdadero cristiano, lo que le hace feliz es SERVIR. Y eso, todos pueden hacerlo, tengan más o menos dinero, tengan salud o estén enfermos, porque servir a Dios, se sirve orando y dando buen ejemplo, y esto todos pueden hacerlo, también tú.

No tengas envidia, que tú vales mucho, cuando haces el bien.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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130 Carta / A ti, que cuidas de tus ojos, de lo que ven

Domingo, 23 de Noviembre de 2.014

A ti, que cuidas de tus ojos, de lo que ven:

Haces bien, ¡eres listo!, porque no todo se puede ver, y menos observar, si algo te puede hacer pecar, pasa la vista y no mires más.

La belleza, mirar la belleza, no hace pecar, lo que hace pecar es desear poseerla, que sea tuya. Y la belleza de una mujer o de un hombre, o de una casa o un coche, etc., es pública, se ve; ¿quién esconde una casa?, ¿quién esconde un coche?, ¿quién esconde un bello rostro?; si está ahí, se ve, pero si a ti te hace pecar, te hace desear poseer lo que no es tuyo, lo que es de otros, entonces, ¡no mires!, pasa los ojos, pasa la vista y da gracias a Dios de lo que tú tienes.

¿Cuántos hay que no cuidan lo que tienen y desean poseer lo de los demás?, muchos. Tú, no seas de éstos, tú cuídate y cuida lo tuyo, usa de la limpieza, de la pureza, de no gastar más de lo que puedes permitirte, y verás lo feliz que vas a ser.

Muchos tienen hoy, y lo pierden mañana. ¡Qué pena!, ¿no?

Mejor, que lo que tienes, lo puedas mantener a tu lado, lo aprecies, lo valores, lo cuides y lo uses bien.

Cuídate a ti mismo también, y a los tuyos, valora lo que tienes, y verás cómo lo seguirás teniendo, y se te irán añadiendo muchas cosas más.

Hay quien no tiene ojos para su cónyuge, y va mirando aquí y allá; que sepa éste, que muy seguro, que otros miran lo que él no quiere ver, a este cónyuge que está expuesto, por el desprecio del otro, a sentirse mal, a llenarse de tristeza y vivir una vida infeliz, cuando podría ser tan feliz si su cónyuge, en vez de mirar a otro-a, contemplara a la persona que libremente decidió entregarle su amor, su vida. Ay, cuántos sufren por falta de cuidados de su cónyuge.

Tú, mira en dirección a tu hogar, y no te entretengas en mirar lo que no es tuyo ni es bueno que observes.

Decide ser fiel y verás cómo cambia la calidad de tu vida, porque el que cuida de lo suyo, prosperará.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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131 Carta / A ti, que esperas que a otro le vaya mal

Domingo, 30 de Noviembre de 2.014

 

A ti, que esperas que a otro le vaya mal:

Sí, no te engañes a ti mismo, no vayas de humilde, porque tu humildad encubre tus deseos de que a otro le vaya mal. Disfrutas alegrándote de la desgracia de otro. Qué tristeza me das. Emplear así tu tiempo, cuando podrías hacer de tu vida una maravilla.

En vez de pensar en cosas buenas para ti, en dar lo mejor de ti mismo, te dedicas a pensar cómo disfrutarías de que a ése y a aquel, las cosas no le fueran nada bien.

Qué manera de perder el tiempo y la santidad.

Reacciona y decide hacer algo al respecto; ve a confesarte y empieza a pensar en ti, no para ser egoísta, sino para decidir qué vas a dar de útil a la vida.

Mira quién eres y lo que tienes, y medita en qué puedes mejorar, porque Dios quiere la perfección en todos, también en ti, así que ya sabes lo que Jesús, Dios, espera de ti: ¡la santidad!

Estos malos pensamientos, estos malos deseos, son maldades que el Demonio ve, y se frota las manos pensando en que estás cayendo a sus pies, a servirle para hacer daño al semejante. Porque se empieza así, deseando que a otro las cosas le vayan mal, y luego se pasa a la acción, a hablar mal del otro al jefe, a sus clientes, a sus amigos. Todo aquel que habla mal de otro, sea cierto o no, normalmente exagera y miente, porque el deseo de hundirle es más grande que el de respetar a los demás, que dejar que Dios haga las cosas a su manera, ¡que las hace!, y ya en esta vida, manda recompensas a los que son fieles a su doctrina y cumplen con los mandamientos de la Ley de Dios, haciendo asiduo examen de conciencia, y oran para dar de sí lo mejor y ayudar al que no lo hace bien en vez de desprestigiarlo y de hacer teatro para disfrutar de ver cómo las cosas le van mal. A este que hace esto, le puede ir bien una temporadita, la gente le hará caso, pero no toda la vida podrá dedicarse a hacer este teatro, porque la función se termina cuando Dios dice ¡Basta!, y lo dice muchas veces, porque Dios es bueno y quiere el bien, y no le gusta que nadie se tome la venganza por su cuenta, aunque la llame justicia, ni quiere que se peque contra el que quizás peca, o quizás no, pero que tú deseas que las cosas no le vayan bien.

Piensa en ti, en hacer que tus cosas vayan mejor, y verás cómo Satanás deja de rondarte y tendrás paz, las cosas te irán mejor cuando no desees el mal ajeno. ¡Haz la prueba y ya verás cómo tu vida cambia!, estarás más sano, te sentirás mejor y estarás contento de ti. Pruébalo.

Te deseo lo mejor para ti y para todos, porque lo mejor para todos es lo que Dios quiere; deséalo tú también, y te apartaras del mal y harás el bien.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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139 Carta / A ti, que has dado BIEN por mal:

Domingo, 25 de Enero de 2.015

A ti, que has dado BIEN por mal:

Hay quien sólo es astuto para hacer mal, pero la bondad también se la puede programar, es decir, que si has decidido hacer un bien a quien te ha dado un mal, puedes pensar en el mejor bien que le irá bien. Por lo pronto, el mejor bien es que reces por él, que le perdones de corazón y que comprendas que quizás se portó mal porque alguien se portó mal con él, porque si os contara, os diría que mucho mal que se hace, es por continuar la cadena del mal. Sólo los espíritus fuertes, los que aman a Dios verdaderamente, esos, esos son los únicos que pueden parar la ruta del mal; y el mal empezó hace miles de años, cuando el demonio, en forma de serpiente, engañó a Eva, la primera mujer y madre de toda generación de la persona.

Tú has sido bueno-a, y me alegro, sí; además, me da esperanza, y más de cuatro que han visto tu buen proceder, han decidido mantenerse firmes en la fe, porque, oh amigos míos, se pierde tanto la fe cuando se va haciendo mal y más mal. Hay quien le puede parecer que ya no existe buena gente, con buenos sentimientos, y sí, hay, pero normalmente, la gente buena no tiene buena apariencia física, más bien son gente humilde, que quiere pasar y pasa desapercibida, imitan a Cristo en callar y perdonar, y hay, sí, hay, normalmente, abunda más en los ancianos, que algunos ya se cansaron de obrar mal y de ver las consecuencias del mismo mal que hicieron; la vida les da la experiencia de que se para al mal por no hacerlo, por abstenerse de él, y al contrarío, hacen el bien. Esa mirada baja, para no molestar a los soberbios, ¡que también hay!, ese callar, para no oír comentarios sobre lo que podrían decir, ese no criticar nada y a nadie, ese no quejarse y decir con palabras y obras que todo está bien. También te diré que hay ancianos que no son tan buenos, que incluso hay de malos, así que tampoco quiero que vayas pensando que toda la gente mayor son un encanto, ¡que no!, pero sí te diré que a muchos, su falta de fe les hace comportarse mal, porque necesitan que alguien, un buen sacerdote, les diga que deben perdonar y confesarse. ¿Cuántos ancianos acuden a confesarse?; los que lo hacen, les va tan bien en la vida, están tan contentos de vivir en Gracia de Dios, que son tan buenos, algunos, tan santos. Los conozco, son estos que hacen el bien siempre, y tienen una alegría. También conozco algunos niños de primera comunión que son tan buenos, ¡les gusta tanto ser buenos!, disfrutan tanto de su bondad, de ayudar en casa, de no quejarse por nada y de ver lo bueno en lo que hay. En estos tiempos de crisis económica mundial, hay muchos niños que han adoptado la bondad en sustitución de la presunción, que tanta había en tiempos de abundancia económica.

Ah, te ha gustado leer esto; a mí me ha gustado poder escribírtelo, para que veas que no eres el único en hacer el bien ante el mal que recibes. Y tú eres adulto, quiere decir esto, que la bondad NO TIENE EDAD, todos la pueden practicar, y les da felicidad.

Una manera rápida de ser feliz: ¡Haz el bien siempre! Amén.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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