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Índice cronológico - 13. página

119 Carta /A ti, que bendices

Domingo, 6 de octubre de 2.013

A ti, que bendices:

¡Sigue haciéndolo, sigue bendiciendo!, porque es bueno que desees el bien y des tu caridad bendiciendo a los demás; esto te priva de la crítica, esto hace que, más que lo que puedas ver, lo importante para ti de los demás, es lo que deseas para ellos, ¡lo que sale de tu corazón!; ¡que siempre sea una bendición!

Me has escrito porque te critican, porque os critican a los que bendecís, a los que os dais la bendición; y preguntas por mi opinión. Te digo: la bendición sí, siempre; la maldición no, ¡jamás de los jamases!

“En la comunidad donde vivo tenemos la costumbre de rezar el santo rosario en cada casa, leer la biblia y reflexionar, luego del termino de nuestra oración en conjunto, nos pedimos la bendición cada uno y desearnos paz y bien por nuestras familia, bueno algunos vecinos ven mal el gesto de pedir bendición entre los vecinos, y dicen que solo los sacerdotes o padres son los que dan la bendición, quisiera saber si es malo pedir la bendición de DIOS entre vecinos?”

¡Seguid haciéndolo, seguid bendiciendo!, deseándoos paz y bien, pidiendo paz y bien. Bienaventurados son los que piden y dan su bendición. Eso limpia el corazón, ayuda a las buenas relaciones, y todos estáis en este punto de igualdad, de ser hermanos en Cristo, hijos de Dios.

Disfrutad de la alegría cristiana, disfrutad de la caridad y bendecid a vuestros vecinos, a esos que os critican, a esos que ven mal que os bendigáis, y como os digo, bendecidlos a ellos también, porque es una señal de buena voluntad; ¿y no desearon los ángeles, paz a los hombres de buena voluntad? Hay personas, muchas, que tienen voluntad y se sacrifican para pecar; sí, he dicho para pecar, porque la voluntad es esa fuerza interior del deseo del corazón, que llegó a él por la unión y conexión del pensamiento y el deseo, que unidos, deseo y pensamiento, se unen a la fuerza de convicción y actúan con voluntad; la voluntad necesita del deseo y del pensamiento. Muchos, sólo desean lo que envidian, porque la envidia, por si misma, crea una fuerza, es decir, una potencia, un “movimiento”, que a tantos hace pecar; otros lo aplacan, aplacan su envidia, hablándose a sí mismos y dejando libres a los demás, pero los egoístas, los egocéntricos, ¡los soberbios!, esos envidian, se creen merecedores de todo lo mejor que tienen los demás; y os digo que muchas cosas buenas, repito, para que lo comprendáis, digo, que muchas cosas buenas vienen por el mal que otros os dan, y cambiando el rumbo del pecado, transformáis, con vuestra caridad, el mal en bien. Me explicaré mejor poniendo un ejemplo, como hacía Jesús, el Cristo, que para hacerse comprender hablaba en parábolas, que pocos comprendían porque Dios Espíritu Santo, aún no había venido al mundo para consolaros, para guiaros, para daros la Paz de Dios, como bendición a los que se liberan del pecado, sí, también del pecado de la envidia, que es el pecado que llevó a Caín a matar a su hermano Abel.

Parábola: Había un hombre sencillo, austero, que vivía luchando para dar fruto a las semillas que plantaba en su huerto, semillas de frutos, no sólo de flores que dan belleza, sino de frutos, que además de deleitar la vista, alimentan; este buen hombre, mientras trabajaba, silbaba, y su alegría acudía, entraba, por las ventanas de la casa vecina, al corazón del amigo que vivía en la casa indicada; sí, eran amigos y vecinos. Ese amigo, tenía una mujer envidiosa, que le hacía la vida muy difícil, porque se creía que todo lo de los demás se podía conseguir sin el esfuerzo que ellos ponían, tan sólo con el deseo, ya sabéis estas técnicas de “la nueva era” que están circulando con popularidad, porque no necesitan de esfuerzo, de lucha física; dicen que, solamente deseándolo, ya se hace realidad por el simple deseo; y esto sólo lleva a la envidia, al pecado grave de la envidia, porque Dios, recordémoslo, dijo al hombre que dominara la tierra, que TRABAJASE y dominara la tierra. Sí que vemos, hoy en día, que los ordenadores pueden dar información, esa información que otros, trabajando, han puesto allí, para que todos puedan, y muchas veces gratuitamente, usar para buenos fines. También hay mala información en Internet, pero Dios también dispuso que el hombre tuviera criterio, tuviera discernimiento, fuera distinto de los animales, para que pudiera ayudarse y ayudarlos, sí, también a los animales y a las cosas, aparte de ayudarse a sí mismo y a las personas. Volviendo a esa mujer envidiosa, que a través de sus gestos y palabras, entró en la mente de su esposo, el amigo del vecino, sobre todo cuando empezaron a dar fruto las semillas, que se hicieron arboles, y de ellos, sus flores dieron fruto. Ella veía esa fruta prohibida, con deseo, porque la observaba, día tras día, y meditando en ella, pensaba en lo sabrosa que estaba, porque además, el dueño de la fruta, les regalaba de ella, para que comieran y se deleitaran, y se la entregaba a su vecino y amigo, con la mejor de sus sonrisas, porque estaba satisfecho de su labor, de las horas y horas que, cuidando de su labor, estuvo silbando de sol a sol. ¡La mujer no podía soportarlo!, ¡lo odiaba por su optimismo!, decía ella, pero no era optimista nuestro protagonista, sino que era TRABAJADOR, y el que trabaja está contento, y recibe, lógicamente, el premio de su labor. Envidiosa, la mujer, estuvo observando al amigo de su marido, y vio que últimamente cojeaba de una pierna, porque estaba muchas veces de rodillas cuidando su plantación, mientras silbaba, y un jilguero atrevido se posaba en su hombro inclinado, y hacían dúo, uno silbando y el otro trinando; y eso aún le agradaba menos a la mujer, el que además de tener fruta, tuviera, el vecino, la capacidad de aguantar el dolor y tener un jilguero cantador, en su huerto-jardín. Envidiosa también de ello, buscó otros vecinos y los puso en aviso de la extraña relación entre el hombre y el jilguero, ¡que eso no podía ser cosa del cielo!, porque los jilgueros no son tan mansos. Ocurrió que el jilguero, contento y feliz de la serenata que con el hombre daban, avisó a sus amigos, y muchos acudieron al jardín-huerto, trayendo con ellos semillas mejores que nunca los hombres de este lugar hubieran podido imaginar, y nuestro hombre, tuvo pronto en su huerto-jardín, muchas especies de frutas de mejor calidad, porque cada vez le visitaban jilgueros que habían residido muy lejos, y allí encontraban la paz y la alegría. Todo esto era insoportable para la vecina, que se dedicaba a esas nuevas técnicas de pensar y esperar, mientras miraba por la pequeña pantalla, o por la ventana, viendo al hombre cojo y silbando a coro con los pájaros. Un día, no pudiendo esperar más, convenció a su marido de que eso debía terminar, que no podía soportar más la fruta ni los cantos; así que decidieron convencer al vecino de que, siendo cojo, mejor les vendiera la parcela y dejara de trabajar, y a eso se dedicaron, a destruir las esperanzas del amigo, simplemente porque cojeaba; el hombre dejó de cantar y los jilgueros dejaron de acudir al huerto, y la fruta ese año no fue tan buena, sino que hubo poca y además las malas hierbas empezaron a invadir la plantación; el hombre no tenía ganas de seguir trabajando, porque le repetían que cojeaba, y empezó a fijarse tanto en este acto, que se olvidó de silbar y accedió a vender la pequeña plantación, que fue comprada muy barata, porque estaba mal cuidada, llena de malas hierbas. Sé fue el hombre, dejó de salir al aire libre, dejó de silbar y se preocupó, y mucho, de su cojera. Un día, su hija le pidió que cuidara de su nieta, y como no tenía trabajo ya en el huerto, accedió; y esa niña le llenó el corazón de alegría, ella, la pequeña, no trinaba, no se ponía en su hombro, como el jilguero, sino que lo abrazaba, le hablaba, le contaba sus cosas, y juntos empezaron a cantar, porque sí que dejó de silbar, pero al estar al cuidado de su nieta, y para hacerle compañía, la niña cantaba y él también empezó a cantar, y no sólo esto, sino que bailaban; y empezó para el hombre una felicidad distinta, sembrando en el corazón de la niña una semilla, la que dio fruto con los años, porque el abuelo, nuestro hombre de campo, haciendo compañía a la niña, aconsejándola, alimentando su alegría y cualidades, hizo de ella una mujer de buen carácter, y su afición al canto la llevó a cantar, primero en el coro de la Parroquia, después, lo hizo profesionalmente, y los vecinos tuvieron que escuchar durante años y años, no los silbidos y cantos de los jilgueros, sino los cantos de esos dos, el abuelo y la nieta, que a dúo cantaron y cantaron; y pasado el tiempo, la niña cantó en los mejores escenarios del mundo, donde el abuelo la acompañaba siempre, y juntos, son felices de ver cómo cambian los rostros después de la actuación; ¡esos son los nuevos frutos!, los frutos de un hombre que dejó de ser cojo para bailar con su nieta, y pasar las horas cantando los dos. El amigo-vecino que le compró el huerto, le hizo el favor de que se metiera dentro de su casa, y allí atendió a la que es, ahora y siempre, la alegría y su dicha, esa niña que canta, no como un jilguero, sino como un ruiseñor. FIN. Aprended y comprended que todo mal lleva a un bien. Daos unos a otros la bendición y la caridad. PAZ. Todo es Providencial.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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120 Carta /A ti, que aceptas la libertad de expresión

Domingo, 13 de octubre de 2.013

A ti, que aceptas la libertad de expresión:

¿La aceptas en todos y en todo, o aún te sorprendes y te sientes contrariado cuando no piensan como tú?
¿A quién permites la libertad de expresión, sólo a los políticos?; ¿permites que tus padres, tus hijos, tu cónyuge, familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, no piensen como tú, y además lo comenten alto y claro?…

Algunos hay, que no consienten la libertad de expresión cuando esta expresión sea contraria a la suya, y menos la aceptan en los seres que aman. Eso se puede comprender, pero no es justo y hay que cambiar, hay que dejar que cada quien dé su opinión contraria a la tuya; otra cosa es que te quedes a escucharlos, tampoco ellos pueden obligarte a oírlos; si es que no te ves capaz de rebatirlos, de tener un intercambio de ideas, quizás porque no es el momento, porque no tienes tiempo, puedes decirlo, decir que hablaréis del tema en otro momento; o puede que ya hayáis hablado otras veces del tema y no hay acuerdo, y prefieres marcharte antes de que haya gritos o malas caras o malos entendidos; pero si te vas de su presencia, hazles saber que no es por ellos, que no quieres escuchar sus opiniones, sino por la opinión, por el tema, pero que a ellos los sigues queriendo y aceptas que tengan sus opiniones, que respetas, como ellos deben respetar las tuyas.

Tienes que aceptarlo, todos tienen que aceptar el que la gente no piensa igual; quizás luego, con el tiempo, vuelvan a estar de acuerdo, pero hay veces que un padre piensa de una manera, y un hijo de otra; siendo así, tantas veces, hay que estar prevenido y saber que el cariño, el afecto, es más que el estar o no estar de acuerdo en algún tema.

Los temas de moral, los temas sobre los diez mandamientos, estos son inamovibles. Oigo tantas veces, los comentarios de algunos que dicen que la Iglesia Católica tiene que cambiar con los tiempos; pero eso no es posible, si cambiase, que no puede cambiar, dejaría de ser la Iglesia Católica para pasar a ser una más de las más de cuarenta mil iglesias protestantes. Sí, siempre quedarían los hijos fieles de Dios, que continuarían con la Iglesia que fundó Cristo Rey, porque siempre hay gente fiel. Sí, existen los santos, también hoy en día, y estos, los santos, son siempre fieles a los Evangelios, a la Sagrada Escritura, al catecismo de la Iglesia Católica.

No se puede obligar a nadie a practicar la fe, a orar, a recibir los sacramentos, a cumplir con los mandamientos, pero los que libremente siguen a Cristo, que aman a María, la Madre de Dios, estos son católicos, herederos del Reino de los Cielos.

El Reino de los Cielos, para heredarlo, hay un testamento que hay que cumplir, ¡y hay que hacerlo!, no se pueden cambiar las cláusulas de este testamento; tampoco se puede obligar a nadie a que las cumpla; se puede, se debe enseñar a todos, el testamento que, por Cristo y la Salvación que viene de Él, TODOS LOS HOMBRES, TODAS LAS PERSONAS TIENEN DERECHO A RECIBIR, si quieren; la condición es si quieren. Si no saben, no podrán saber si quieren, o no quieren, recibir el “testamento de Dios”; por eso hay que enseñar al que no sabe, no se puede imponer, pero tampoco se puede cambiar el testamento, que por siglos y siglos, los santos han cumplido, y seguirán cumpliéndolo.

El tema de hoy es la libertad de expresión, de eso quiero hablarte hijo-a de Dios, de que cada quien se expresa como quiere, y además de ser un hecho, porque vemos que así es, también es un hecho que tú puedes oírlo todo o no. Tú decides, y debes decidir lo mejor para tu alma, porque hay un Testamento que tienes a tu favor, por el que se te da el Cielo Eterno, por Cristo, con Cristo, si tú obras según la Ley de Dios y las normas de la Santa Madre Iglesia Católica. Nadie puede engañar a otro, porque al Cielo, se va al Cielo eternamente, si se cumple el Testamento, ¡sólo así!, y no se puede cambiar un testamento, ¡jamás!; la Ley de Dios, los diez Mandamientos, el mismo Dios los escribió con su dedo; ¡nadie puede ir contra Dios!, nadie, ni el Papa podría. Ni Cristo, el Hijo de Dios, fue contra Dios, sino que, siendo Dios, cumplió todos y cada uno de los diez mandamientos de la Ley de Dios, esa Ley que Dios escribió con su dedo y entregó a Moisés. Si no te lo quieres creer, ciertamente eres libre, pero no recibirás parte de la Herencia que está a tu nombre; debes saberlo, y tienes que decidir; ¿qué quieres, seguir a Cristo, o seguir al mundanismo?; ¿seguir a Cristo, o ser de otra religión?; ¿seguir a Cristo, o…? Piensa y decide, porque Dios te da la vida para que vivas según tu deseo; ¿qué deseas?, ¿dónde tienes tu corazón?… Allí donde está tu corazón, seguirá estando después de que mueras, y sólo hay vida eterna para los que aceptan la salvación que viene de Dios, de Cristo. No te engaño, hijo-a. Piensa.

Y siguiendo con el tema de la libertad de expresión, te pregunto, ¿estás preparado-a para escuchar las palabras de tu enemigo, o del mal amigo?; ¿estás preparado para escuchar a tu hijo ir contra ti?, ¿a tu padre ir contra ti?… 

¿Quieres saber qué es estar preparado? Te lo digo, estar preparado es amar a los demás, siendo como son, respetándolos en sus decisiones, en sus opiniones; ¡SON LIBRES!

Cuando comprendas lo que es la libertad, que no es sólo el que tú, tú, eres libre, sino que tú y todos los demás, uno a uno, ¡cada uno!, es libre, cuando lo asimiles en tu corazón, y a la vez comprendas que Dios te Ama a ti con todo su gran Amor, y también Ama a los demás, a cada uno, con todo su gran Amor, y amando tú a Dios sobre todas las cosas y personas, comprenderás, entenderás que no te puedes enfadar, no te puedes molestar con alguien a quien Dios Ama; y Dios Ama a todos, porque TODOS SON HIJOS DE DIOS; las personas existen porque a cada una, repito, a cada una, Dios la creó.

No vayas a exigir a otros como si fueras un rey, porque sólo hay un Rey al que Dios da poder de Rey, a Cristo, Rey de Cielos y tierra.

Antes de hablar, te sugiero que pienses en Dios, en los hijos que Ama Dios, a TODOS.

Antes de hablar, te sugiero que pienses en que quizás no acepten tus términos, y ¿entonces qué harás?…

Antes de escuchar, te sugiero que recuerdes que DIOS TE AMA A TI, repito: Dios te Ama a ti. Así que, si lo que te dicen no te gusta, RECUERDA LO IMPORTANTE PARA TI, que es que Dios te Ama a ti. Y piensa que Dios también Ama al que te está hablando, ¡Dios Ama a todos!

No hagas enfadar a Dios, hablando sin amarlo sobre todas las cosas y personas, o escuchando sin amar a Dios sobre todas las cosas y personas.

Ten paciencia por CARIDAD, porque tus enemigos van a hablar mal de ti, ¡lo sabrás o no!, pero seguro que hablarán mal de ti, y lo harán a los que te aprecian, a los que te conocen. Hay gente tan débil, que sólo tiene palabras que usa como calumnias, con mentiras. Eso tienes que saberlo, y en las escuelas no se enseña; tampoco enseñan otros temas importantes de los que te iré hablando en mis cartas, para que, sabiendo las cosas, no te sientas mal, sino que sepas que así son, como así es, el que tu enemigo tiene enemigos, que a su vez también van contra él. ¡Ves, eso no lo tenías en cuenta!, pero así es. Deja pues que luchen los de su misma especie: los necios, los malos, los soberbios, los ególatras. Tú, haz como hizo Jesús, que dejó a todos libres, siéndolo Él mismo también. ¡De acuerdo!, pagó por ello, por su libertad, sí, por ser libre y obedecer a Dios Padre; lo crucificaron, lo mataron, ¡murió y resucitó!, y ahora está vivo para todos, para salvación de todos los que lo quieran, y el que lo quiere y le acepta como a su Salvador, cuando sus enemigos lo ataquen, sabe que tiene a Cristo, ¡que está vivo en la Eucaristía!, y puede irse a unir con Él, y vivir la Paz que siempre da, a través de los sacramentos, de la oración, ¡la mortificación!, el sacrificio de no devolver jamás mal por mal; sino que, resistiendo al enemigo, lo amas, sí, lo amas; repito: lo amas, porque NO SABE LO QUE HACE, y haciendo lo que hace, se está perdiendo SU HEREDAD, el Cielo eterno, y por lo cual, necesita de tu oración; y haz como Jesús, ¡vete!, pasa por delante de los que quieren empujarte al vacio, como esos que quisieron empujar a Dios, a Cristo, desde lo alto de la montaña, y Él, Jesús, Dios, ¡el Cristo!, ¡el Mesías!, pasó por entre ellos y se fue. ¡Vete!, pero no peques. ¿Entendido?… Deja que Dios te proteja, yéndote, y te dé lo que espera darte y no te da porque tus enemigos te envuelven y no te dejan en paz, aun cuando tú vas a buscarla una y otra vez en los sacramentos, pero viene ellos y te dañan, una y otra vez, y le dices a Dios; “¿hasta cuándo?”… Si te cuesta vivir entre enemigos, ¡y cuesta mucho!, porque todos necesitamos afecto, aprecio, y dejar de oír quejas, insultos, manipulación de la información que dan de nosotros; entonces, haz como Dios, y ¡vete!, porque la paz no está en este lugar, y no podrás vivir tranquilo hasta que halles un lugar donde no te alcancen los enemigos. La semana que viene te diré dónde está este lugar, y cómo se va. ¡Hasta el domingo que viene!

Mi bendición para ti, para que tengas paz, para que puedas escuchar y hablar con libertad, ¡tú libertad!, y respetando la libertad de los demás, teniendo en cuenta que, si no se llega a un consenso, se pierde, las dos partes pierden; por eso, relee mi carta de hoy y ten calma antes de hablar; ¡ponte primero en oración! para que tus palabras sean siempre una bendición; y si debes contestar agravios, hazlo con caridad, pero sin dejarte avasallar, porque tú, ¡tú eres hijo-a de Dios!, como el otro-a, como todos.

Las muchas palabras no convencen, la verdad es la que convence, y tantas veces se habla con el ejemplo, más que con muchas palabras. Y hay quien esconde su mal ejemplo, hablando demasiado. ¡Calla, y Ora!

Que por intercesión de la Virgen María, Dios ponga paz en vuestros corazones.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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121 Carta /A ti, que te cuesta vivir entre enemigos

Domingo, 21 de septiembre de 2.014

A ti, que te cuesta vivir entre enemigos:

Te lo dije, hijo mío, hija mía, en mi última carta, te dije lo siguiente:

“Si te cuesta vivir entre enemigos, ¡y cuesta mucho!, porque todos necesitamos afecto, aprecio, y dejar de oír quejas, insultos, manipulación de la información que dan de nosotros, entonces, haz como Dios, y ¡vete!, porque la paz no está en este lugar, y no podrás vivir tranquilo hasta que halles un lugar donde no te alcancen los enemigos. La semana que viene te diré dónde está este lugar, y cómo se va.”

Fíjate en la fecha que te escribo, y verás claramente que de mi última carta ha pasado casi un año, ¡un año!, y ¿qué podemos ver en este suceso?, que el tiempo es importante para los que quieren hallar la paz, y a veces, tantas, sólo el tiempo es el que puede hacer realidad este deseo de vivir en paz, este deseo de tener un buen ambiente donde exista el respeto y la felicidad, donde uno puede vivir tranquilo.

Aprender a esperar, callando, en silencio, aguantando, resistiendo, y esperando nuevos acontecimientos, sin dar nunca mal por mal, y sí, a veces, tantas, ocurre, pasa que las cosas se solucionan, porque la oración y una actitud cristiana hacia la vida y los problemas, hacen que “no se sabe cómo”, pero las cosas se han arreglado, los desacuerdos anteriores ahora son regidos por el consenso, por una ordenada vida cristiana, por unos ánimos calmados, tranquilos, llenos de paz y caridad.

¡La fe!, la fe, amigo mío, puede hacer que este que no pensaba como tú y te lo echaba en cara, deje su bando y se una al tuyo; y ¿cómo ha sido esto, si tú has callado y sólo te has protegido mediante tu silencio?, llegando tu sufrimiento a altos niveles, pero sin permitir jamás que la paz abandonase tu hablar, tu discernimiento, apoyando tu causa.

Los enemigos, algunos, dejan de serlo con el tiempo, porque otros enemigos suyos, les dan su mal, el mal que tiene todo aquel que no deja a cada quien ser como es, sino que le invade el pensamiento con frases muy bien montadas, engaños a la carta, con palabras que debilitan a los débiles. Eso es lo que pasa con dejar pasar el tiempo, que algunos enemigos, por sus propios enemigos, se dan cuenta que no debieron decirte a ti lo que te dijeron.

La solución es el tiempo.

El lugar es el silencio y una vida de gran caridad, aguantando todos los sufrimientos, y esperar, sí, esperar, orando y confiando en Aquel que es Amigo Fiel: Dios Uno y Trino.

Con afecto sincero

P. Jesús

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122 Carta /A ti, que necesitas de Dios

Domingo, 28 de septiembre de 2.014

A ti, que necesitas de Dios:

¿Y quién no necesita de Dios?

Todos necesitan de amor, entonces, entonces todos necesitan de Dios.

Nadie ama como Dios ama, y Dios te Ama, sí, a ti, verdaderamente a ti; también a ése y al otro, y a todos.

Pero a cada uno ama de manera única, verdadera, total, para siempre, desde siempre. Oh, amigo-a, si pudieras comprender cómo te ama Dios a ti, sí, a ti. ¿Qué ocurriría?, pues, ocurrirían cosas maravillosas, y una de ellas es que tendrías eso que algunos llaman autoestima; pero yo te hablo de que te valorarías, que te darías el verdadero valor que tienes, que Dios te ha dado a ti, porque eres tú, único e irrepetible; y precisamente por esto, Dios te Ama tanto, porque no hay dos como tú, ni ahora, ni nunca ha habido, ni habrá otra persona como tú.

 ¿Y cómo es que seas tú distinto a todos?; porque Dios quiere que cada persona sea diferente; a cada uno le crea para ser distinto, porque a cada uno ama por quien es; y uno sabe que Dios le ama por ser quien es, y esto te da una seguridad de ser amado por si mismo, y que el Amor que Dios siente por ti, es por ser quien eres; otra cosa es por ser como eres, que es algo distinto a ser quien eres, porque hay quien es rico y es austero, y otro es rico y es un despilfarrador, y otro es rico y siempre da, ayuda a los demás, pero todos son ricos y a la vez son distintos; lo mismo ocurre con todas las personas del mundo entero, todas son personas, todas son distintas, todas son ricas en amor de Dios, pero unos lo propagan, otros se lo guardan y otros no le dan importancia al Amor con que Dios les Ama. Tú, dale importancia a este amor con que Dios te ama, porque es real, es verídico; y de tener tú esta seguridad en esta gran verdad de que Dios te ama, de que eres amado-a por Dios, verás como aceptando este amor, eres mejor, te sientes mejor y ves la vida mejor, porque Dios es Amor, y amor verdadero, y todo aquel que acepta ser amado por Dios, se siente mejor.

Haz la prueba, sí, amigo-a, haz la prueba, ¡déjate amar por Dios!; y ¿cómo se hace esto?; te lo cuento la próxima semana, hoy deléitate en saber que tienes lo que necesitas, y lo que necesitas es amor verdadero, ¡amor de Dios!, y lo tienes; Dios te lo da, para que lo disfrutes, para que te llenes el corazón con su Amor.

Necesitas de Dios y lo tienes. Ve a Misa, ve a la Iglesia, entra en una Iglesia Católica, y siéntate en un banco y estate en silencio, y cuando estés tranquilo-a, empieza a hablar con Cristo, con Dios Hijo Jesucristo; dile francamente lo que quieras y sea bueno, y respeta siempre a tu Dios; ¡adóralo! con todo tu corazón, y verás que tu humildad en adorarlo, en creer que es Dios y que está vivo y te ama tanto, como te he dicho, esto te irá llenando el corazón de un gozo íntimo, que te llenará de una alegría y una paz, que sólo puedes hallar en la verdadera Iglesia de Cristo, en la Católica. Ten fe, y si no tienes mucha, cuando estés en la Iglesia, sentado-a en este banco, le dices sinceramente a Dios: “No tengo tanta fe, pero tú puedes aumentármela, puedes dármela, si quieres”; y esperas en silencio, mientras rezas un Avemaría, que se reza así:

AVE MARÍA

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo;
bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

Amigo-a, rezo por ti; quiero que seas feliz, y para que lo seas, necesitas de Dios.

Con afecto sincero

P. Jesús

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123 Carta / A ti, que quieres dejarte amar por Dios

Domingo, 5 de Octubre de 2.014

A ti, que quieres dejarte amar por Dios:

¿Cómo se hace esto?

Amigo-a, de su natural, Dios te Ama, porque Dios Ama a todas las personas del mundo; TODAS las personas del mundo son amadas por Dios; Él las creó, Él, Dios, las deseó, y por desearlas, tuvieron vida y un destino.

¿Cuántos padres quieren tener hijos y no pueden? Algunos padres quieren tener hijos y no pueden; en cambio, otros tienen hijos, incluso sin quererlo; y es que Dios dejó libre a la naturaleza, que le sirve, y cuando un hombre y una mujer se unen en el momento justo y preciso para engendrar, estando ambos en las óptimas circunstancias para la paternidad, la naturaleza sigue su curso, y una nueva vida se crea, con el permiso de Dios, que selló a la misma naturaleza de estas condiciones necesarias y precisas para engendrar vida, ¡hijos! Y si Dios hizo esto, como hizo que el sol saliera cada día, es decir, que en su movimiento, cada día recibiera una parte de la tierra su luz y su calor, es que Dios vio que era bueno, que es bueno, y lo bueno sería cumplir con la Ley de Dios siempre y todos, y así los hijos nacerían del amor, porque Dios es Dios de Amor y quiere que las personas se propaguen por amor, amándose los padres, que aman a Dios y a los hijos de los dos, de ellos dos, y que Dios permite sean engendrados, por hacer lo natural y estar la naturaleza de los esposos en las óptimas condiciones para procrear, como el sol que alumbra porque es su deber, el deber de ser lo que es: sol, luz y calor, fuente de vida, por la gracia de Dios.

Todo lo ha hecho Dios, y Dios ha permitido que los que han nacido, puedan crear hijos, uniéndose hombre y mujer.

Sí, tú, tú has nacido de la unión de lo femenino con lo masculino, porque las personas son femeninas y masculinas; Dios creó así a las especies; no hay tres maneras de ser en cada especie, ni cuatro, ni seis, sino sólo dos; esta es la ley natural, así son las cosas en la vida sobre la tierra.

Pero también sabes que nadie se ha hecho a sí mismo, sino que viene cada uno de dos personas de distinto sexo, que unidas te crearon; así son las cosas en este viejo mundo terráqueo.

Entonces, si nacen las personas por la ley natural, que esta ley natural ha sido creada por Dios, es decir, Dios la creó y le dio su visto bueno, entonces tú tienes el visto bueno de Dios, que creó la naturaleza que te ha engendrado; entonces tú, como cada uno, eres realmente y verdaderamente amado por Dios, deseado por Dios, que da la libertad a todas las personas; libertad para amarse y unirse, libertad para unirse hombre y mujer y crear hijos de esta unión, que es natural, y que la persona, por ser libre y tener voluntad y discernimiento, puede decidir tenerla o abstenerse de ella. Tú, tú eres libre.

Dios es libre.

Siendo Dios libre, vino al mundo a redimirlo, a salvarlo, y todo aquel que quiere ser redimido y salvado, es redimido y salvado por Jesús, el Hijo de Dios y de la Virgen María. Y el que quiere esto, es el que ACEPTA QUE DIOS LO AME.

Dios te ama porque creó vida, y esta vida humana puede y debe poblar la tierra, por designio de Dios: “Creced y multiplicaos”; y este mismo Dios, en la persona de Jesús de Nazaret, vino personalmente al mundo a demostrarte su amor, muriendo por tus pecados; y si crees en Él, en que Jesús es Dios Hijo, y que murió y resucitó y está en cuerpo presente en la Eucaristía, y comes su cuerpo y bebes su sangre, en las especies de pan y vino, entonces, tú eres salvado, entonces tú tienes entrada en el Reino de los Cielos, cuando te llegue tu hora de partir de aquí; y entonces, siendo salvado, conociendo a Jesús, sabiendo de su vida, que está escrita, documentada, en la Sagrada Biblia Cristiana, entonces tú, tú sabes, tienes la certeza de que Dios te ama. Déjame repetírtelo: Dios te Ama, amigo-a, ¡Dios te Ama!

¿Cómo puedes dejar que Dios te Ame?; sencillo, creyendo en Jesús, en que Jesús es el Hijo de Dios, bautizándote en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y confesando tus pecados y acudiendo a comulgar; porque en la comunión, Dios mismo, Jesús, se entrega de tú a tú, y te da todo entero su amor a ti.

Puedes recibir directamente de Jesús, en persona, su amor, ¿Cómo?, yendo a comulgar, limpio de pecado y con la voluntad de no volver a pecar.
Tú, tú decides recibir o no el amor con que Dios te Ama. ¡Sólo tú!

Deja que Dios te de su amor, bautízate, confiésate y comulga, y en cada comunión bien hecha, recibirás el Amor de Dios de la persona de Jesús, el Hijo de Dios.

¡Qué maravilla!, Dios está a tu alcance, Jesús te abraza y te salva, si quieres. Sólo tú puedes decidirlo.

A Dios nadie le engaña, por eso sólo se une en Comunión con el que está libre de pecado, por haberlo confesado y teniendo la firme voluntad de no volver a pecar. Estas son las condiciones de Dios.

Dios ama a todos, sea lo que sea cada uno, haya hecho lo que haya hecho, sólo quiere tu arrepentimiento sincero en cuanto a tus pecados; tienes que conocer la Ley de Dios, los diez mandamientos, tienes que tener fe en que Jesús es Dios Hijo que te salva, y ¡no tienes que preocuparte de nada más que de vivir con paz, haciendo el bien, cumpliendo la Ley de Dios, que te facilita las cosas, porque saber qué es lo que es bueno para ti, te ayuda a la perfección; y siendo perfecto, te santificas en el nombre del Señor, y tienes y vives una vida coherente con tu fe, sin juzgar a nadie, amando a todos y haciendo el bien a todos, dando buen ejemplo, cumpliendo con tu deber y deberes de estado, y haciendo un mundo mejor; practicando la caridad, con la humildad y el servicio del buen cristiano que ama a todos y se aparta de las malas tentaciones de pecar, para mantenerse siempre en línea directa con Dios, que es vivir en su Gracia; y se vive en Gracia de Dios, cumpliendo los mandamientos y usando de los sacramentos.

Dios ama a todos, ¡también a ti!

¿Quieres recibir su Amor por ti?; entonces, bautízate, ve a Misa y vive la fe católica, que es la Iglesia verdadera, la que Dios, Cristo, fundó en los doce apóstoles, ¡no hubo otra!, y San Pedro es el primer Papa, y el Papa Francisco es el Papa actual.

Ahora ya sabes cómo debes hacer para dejarte amar por Dios. Repasa mi carta y llénate de la alegría de saberte Amado por Dios Padre y Dios Hijo y Dios Espíritu Santo; también por la Madre de Jesús, ¡Dios Hijo!, por la Virgen María.

Te he dicho la verdad, amigo-a. Medita y practica tu libertad y tu fuerza de voluntad, porque Dios quiere que seas libre y santo. Sí, tú, tú, seas como seas ahora, tú estás destinado, por el deseo de Dios, a SER SANTO. ¡Ánimo! Únete a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. ¡El Cielo eterno espera a los Santos!

Tú, por Dios, con Dios, serás Santo. Dale un voto de confianza al Evangelio; léelo y sigue a Jesús, imitándole, porque Jesús, Dios, te Ama, sí, te Ama, ¡te Ama!

Con afecto sincero.

P. Jesús

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Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.

 

124 Carta / A ti, que quieres saber sobre la Boda de Caná

Domingo, 12 de Octubre de 2.014

A ti, que quieres saber sobre la Boda de Caná:

¿Cómo es la Virgen María?; en el relato del Evangelio de las Bodas de Caná, lo vemos, y quiero que tú te des mejor cuenta de cómo es la Madre de Dios, en su discreción y fe.

La fe en Dios, en su hijo Jesús, Hijo de Dios y de Ella, la Virgen Inmaculada, la Llena de Gracia, es lo que la hizo acudir a su hijo Jesús, Dios, para pedirle ayuda para los novios, en su boda. Esa fe de María, que tienes que imitar, esta fe, que le hizo ir a decirle a Jesús: “No tienen vino”. Dime, a ver, ¿qué es lo que tú no tienes y necesitas? …

La discreción de María, nuestra Madre; Ella, no fue a los esposos, a decirles que se había dado cuenta de que estaban en problemas, que se les había terminado el vino. Ella, busca soluciones, mientras los novios siguen con la celebración de su boda, de hacer las cosas bien, porque invitaron a Jesús, Dios, a sus esponsales, como hace todo buen cristiano, casarse por la Iglesia, y no sólo por lo civil o juntarse.

Hicieron las cosas bien estos esposos del relato de la Boda de Caná, sí, pero no calcularon bien el presupuesto, aunque sí hicieron las cosas bien, como las hacen bien los que, sin contar el presupuesto se casan por la Iglesia, es decir, canónicamente.

María, se da cuenta de que el vino se termina; ¿quizás oyó a algún sirviente?, probablemente.

María, discreta, sin hacerse la protagonista, sin ir a los esposos y decirles, “mirad, veo que os estáis quedando sin vino, así, que voy a ayudaros, voy a pedir a mi Hijo Dios, que haga un milagro para vosotros, y tendréis que agradecérmelo.” No. La Virgen María, es mujer de acción, de pocas palabras, y menos de alardear, sino que igual que cuando se enteró que su prima Isabel estaba esperando un hijo, fue a ayudarla, pues igual, cuando los esposos se quedaron sin vino en su boda, los ayudó, y sin que ellos tuvieran que enterarse de lo que iba a hacer, porque María, no necesita el aplauso de nadie, Ella hace siempre el bien, porque es buena, no como algunos que pueden hacer el bien, pero no lo hacen porque, de hacerlo, a lo mejor no se entera nadie, y para no tener aplauso, mejor no hacen nada.

María, la Madre de Dios, hizo, se fue a hablar con su Hijo Jesús, Dios, como tú puedes ir a hablar con Dios en oración por alguien que necesita algo, algo lícito, que no es malo, y aunque quizás no es imprescindible, si que le hará un bien obtenerlo. El vino no era imprescindible, pero el que lo tuvieran era un bien social, es como aquel que necesita una casa mejor, aunque podría seguir viviendo donde está, pero si cambia de hogar, no es ningún mal, si puede hacerlo sin robar, sin mentir, sin tener que dejar de cumplir con los deberes del santo matrimonio, con la promesa hecha delante de Dios, al casarse por la Iglesia.

María es así de buena, hace el bien discretamente, sin pregonarlo, eso sí, implicando a los necesarios, a veces al doctor, al médico, al jefe, para que te siga dando trabajo, o al nuevo cliente, al profesor para que te enseñe mejor y aprendas más… y así en todas las cosas que son lícitas, que son necesarias, o no tan importantes, pero que tú, siendo buenas, las quieres, las deseas para hacer un bien.

Reza, pide y verás cómo tu fe te dará el milagro que esperas, porque para Dios, ¡el Hijo de la Virgen María, no hay nada imposible!

Apóyate en la Virgen María, recuerda el milagro de la Boda de Caná, y aumenta tu fe, y pídele que interceda para que encuentres un cónyuge que, como tú busque la santidad; o pídele por la salud, por la paz, o por una casa mejor, ¡por lo que quieras!; y si se lo pides por el rezo del Santo Rosario, ya sabes que rezándolo con devoción, tienes las quince promesas que Dios te da a través de su oración y viviendo en Gracia de Dios.

Dios y su Madre están cerca de ti, tan cerca que a Uno lo puedes contactar plenamente en la Eucaristía, y a la Otra, a la Virgen María, rezando el Rosario, tienes quince promesas que puedes tú, tú, acceder a ellas. Estas son: http://www.devocionario.com/maria/rosario_2.html

Disfruta de tu fe, porque creyendo, Dios puede darte milagros, ya que los milagros los da Dios, y siempre, a través de la fe.

Con afecto sincero

P. Jesús

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125 Carta / A ti, para ver los milagros de la eficacia de tu fe

Domingo, 19 de Octubre de 2.014

A ti, para ver los milagros de la eficacia de tu fe:

San Juan 14, 12-14 “Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre”. 13 “Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Hombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”. 14 “Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré”.

Hemos leído en el texto anterior del Evangelio de San Juan, que el que cree en Jesús, Dios, dice Jesús, Dios, que hará también las obras que Él, Jesús, Dios, hizo. ¿Y qué hizo Jesús? Evangelizó, sanó enfermos, dio de comer a los que le escucharon, en varías ocasiones; ayudó a pescar a sus apóstoles y pudieron comer. Resucitó a los muertos, y muchas más maravillas y obras milagrosas.

Si Dios, Jesús, dijo que los que creen el Él harán, también las obras que Él hizo, tú, tú puedes pedir milagros a Dios Padre, y por tu fe, Dios Padre te los concederá; PALABRA DE DIOS.

Y puedes pedir a Dios Padre, en nombre de Jesús, y estando Jesús, Dios, en el Reino de los Cielos, allí con el Padre, intercederá por ti, y hará lo que TÚ LE PIDAS en su nombre: JESÚS.

Un cristiano tiene que tener fe, y si ha leído el Evangelio, sabe que en el nombre de Jesús, Dios, pidiéndole lo que quieres, Dios Padre te lo da, por tu fe. Pero, ten fe.

Ten fe.

La fe es algo íntimo y personal, la fe es tuya, y la debes cuidar con la oración, meditando el Evangelio, la Sagrada Biblia, toda palabra que viene de Dios, porque es el alimento de tu fe.

Vive la fe.

Hay quien habla de la fe, y la va perdiendo, porque los que le escuchan, no creen y le hacen dudar de su fe. Por esto te digo que la fe es algo íntimo y personal, y no te pongas en disposición de perderla, por hablar a quien sin respeto te contradice, y sin entender, pretende, en vez de aprender de tu fe, que tú te apartes de ella, de tu fe, porque quien te escucha, no la tiene, ni le interesa tenerla; para hablar a otros de tu fe, sé respetuoso, y primero pregunta si quiere saber; si no quiere saber, intentará hacerte perder la fe con su falta de fe.

Y antes de hablar a otros de fe, cree en la palabra de Jesús, y primero, pídele, pídele que te ayude a hablar de la fe, y que la-s otra-s persona-s también quiera-n saberla; si no quiere-n saber de la fe católica, de tu fe, entonces sigue rezando y esperando el milagro de la fe en él-ellos; pide a Dios, en nombre de Jesús, por su fe, y Dios hará, pero no te avances a dar tus perlas a los cerdos, porque las pisotearán, como también dice el Evangelio.

Dios lo puede hacer todo, y tú también puedes, con la ayuda de Dios, por Jesús, que fue al Padre, y es el Padre quien da la fe.

Verás milagros por tu fe, pero haz las cosas bien, sin hacer nunca el mal, sin violentar a nadie, respetando su libertad y custodiando la tuya, no sea que para evangelizar a quien no quiere, pierdas la fe.

Obra con fe, y pide a Dios te ayude a vivir con fe, viviendo en Gracia de Dios, por cumplir los mandamientos, por usar de los sacramentos, y la oración.

Jesús, Dios, fue al Cielo, y desde allí intercede por ti cada vez que, con fe, pides a Dios Padre en su Nombre: Jesús.

Ten fe.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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126 Carta / A ti, para los que aman a Jesús, Dios

Domingo, 26 de Octubre de 2.014

A ti, para los que aman a Jesús, Dios:

San Juan 14, 15-18    15 “Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. 16 Y yo rogaré al Padre, y Él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: 17 el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque Él permanece con ustedes y estará en ustedes. 18 No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes.”

El Amor a Jesús conlleva cumplir sus mandamientos, los mandamientos de Dios; eso dijo Jesús, Dios, y lo leemos en el comentario del Evangelio arriba citado: “Si tú me amas, cumplirás mis mandamientos”. Está muy claro lo que quiere Jesús, Dios, en demostración de tu amor por Él; y cumpliendo tú los mandamientos, Él, Jesús, Dios, ruega al Padre, y Dios Padre te da a Dios Espíritu Santo, y lo recibes después de haberte ido a confesar de tus pecados, de estos pecados contra la Ley de Dios. Revisa lo que Dios quiere de ti, aprende los diez mandamientos, y si no los cumples, si alguno de ellos no cumples, si amas a Dios, te dolerá no haber cumplido con lo que Dios quiere de ti, y quiere que por amor, por amarlo a Él, a Jesús, Dios, cumplas con los mandamientos de su Ley; eso quiere y te pidió, y si has pecado, tienes que confesarte, y al confesarte ante un sacerdote católico, por mediación de él, del sacerdote católico, Dios te perdona el pecado, los pecados, y te consuela, recibiendo tú, después de la confesión, al Paráclito, a Dios Espíritu Santo, que te consuela de tu pecado y de todo mal que padeces, porque Dios te Ama y te da su amor, siempre que pides perdón en confesión, cumpliendo la penitencia y no queriendo pecar nunca más, apartándote de toda condición de pecar; y si para no pecar, tienes que apartarte de alguna-s persona-s, aunque te duela, tienes que hacerlo, debes hacerlo, porque sólo así vivirás en la Paz de Dios; porque donde hay guerra no hay paz, porque donde tienes tentaciones de pecar, hay lucha, hay una especie de guerra contigo mismo, y para tener paz, necesitas vivir en paz, en el ambiente propicio para no pecar, para no estar debatiéndote entre el bien y el mal; todo lo que sea un mal para ti, apártalo, y aunque tengas que perder algo, ganarás paz y santidad, y siendo santo, teniendo fe, puedes pedir a Dios con fe, en nombre de Jesús, y Dios te lo concederá. No ames más a nadie, a nada, más que Dios; eso termina mal siempre, sólo en Dios está la paz y el amor verdadero, este Amor que es bueno, que te pide que seas bueno y que cumplas con los mandamientos de la Ley de Dios.

Dios sigue vivo, no dejó huérfano a nadie que tenga fe, porque se quedó en la Eucaristía, y puedes ir a recibirle con el alma limpia de pecado, al haberlos confesado; y tienes y recibes a Jesús, Dios vivo, en la Comunión. Dios está al alcance de quien lo quiera, pero pone sus propias condiciones, y es que tú cumplas, que tú vivas cumpliendo los diez mandamientos de la Ley de Dios y demuestres así cuánto le amas, cuánto amas a Jesús; porque ¿tú amas a Jesús?, ¿cuánto?, ¿cumples con la Ley de Dios?…

Ama a Dios sobre todas las cosas y personas, ten fe, pide, y Dios te dará lo que necesites y sea bueno para ti, para tu fe, para salvarte, para que puedas ir a vivir al Reino de los Cielos, allí con la Virgen de la Paz, con la Reina y Señora de Cielos y Tierra, con la Madre que socorre, auxilia e intercede por ti, y por todo lo que, con fe, le pidas a Dios en nombre de su Hijo Jesús, ¡Cristo!

Anímate, amar a Dios sobre todas las cosas y personas, con toda tu fuerza y decisión, es cumplir con los mandamientos de la Ley. Lee San Juan 14, 15. “Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos.”

¿Amas a Jesús, Dios?…

Con afecto sincero.

P. Jesús

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127 Carta / A ti, para que sepas a quién ama Jesús, Dios

Domingo, 2 de Noviembre de 2.014

A ti, para que sepas a quién ama Jesús, Dios:

San Juan 14, 31 “Pero es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre y obro como Él me ha ordenado.”

Jesús ama a Dios Padre, y quiere que lo sepas, que todos lo sepan y le imiten; que hagan como Él, Dios Hijo, Jesús, que obró siempre como Dios le había ordenado.

Dios Padre habló desde el principio, dando a conocer su voluntad a través de los profetas, de los que recibieron de Él, su voz, la voz y voluntad de Dios.

El deseo de Dios, que está inscrito en cada persona como lo que se denomina la Ley natural, es esta regla de oro de que no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan, y el que ames a Dios sobre todas las cosas y personas; porque cada uno siente que hay alguien más importante que él, alguien que ha creado todo lo que ve, y este alguien es Dios, el Padre de Jesús, Dios Hijo e hijo de la Virgen María, que por mediación de Dios Espíritu Santo y por el sí de la Virgen Madre de Dios, engendró a Jesús, Dios Hijo, en las entrañas purísimas de la Virgen María, Madre de Dios.

Jesús, tu Rey, el Rey de Cielos y Tierra, quiere que ames al Padre, a Dios Padre, porque Él, Jesús, le Ama y le obedeció en todo, cumpliendo la ley y los profetas, porque todo lo que los profetas hablaron de Él, del Mesías, el Cristo, Dios Hijo, Jesús, lo cumplió. Todo estaba escrito y se cumplió.

Cumple tú también con todo lo que está escrito de Jesús, el Hijo de Dios, de lo que Él dijo; cree lo que Él hizo y lo que profetizó; y declaró abiertamente que Ama al Padre, que obedeció en todo a Dios Padre, y que quiere que tú, tú, también, como Él, Jesús, Dios, ames al Padre Dios y le obedezcas en todo; porque Dios Ama a sus hijos, y tú, tú eres hijo de Dios, hermano de Cristo, fundador de la Iglesia Católica, el Rey que reina y al que puedes acudir siempre, y todo lo que pidas con fe a Dios Padre, en su Nombre, ¡Jesús!, Dios Padre lo concede, porque nada hay imposible para Dios, Nada.

No me cansaré de mostrarte los caminos de la fe, que es creer, que es el que tu creas y te salves, que es el que tu creas y todas tus cosas te vayan bien; que cuando te vayan mal, reces con fe y pidas con fe, en el Nombre de Jesús, y Dios Padre te dé la esperanza cumplida por tu fe y tu caridad; que la caridad es cumplir con los mandamientos de la Ley de Dios, demostrando así tu amor, el que Amas de verdad a Dios, que quiere que te salves, que quiere que vivas feliz y tengas larga vida en la tierra que tu Dios te da, en este planeta donde vino Dios mismo a redimirte, a redimir a los hombres, a darles la salvación que, por fe, con libertad y voluntad, cada quien puede adquirir, diciendo sí a Dios, diciendo sí a ser bueno y hacer al bien.

Amigo-a, Dios te Ama y te quiere santo.

Jesús, Dios, ama a Dios Padre.

Dios, en unidad, te ama a ti, te quiere santo, lleno de fe, esperanza y caridad.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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128 Carta / A ti, para que no seas perezoso

Domingo, 9 de Noviembre de 2.014

A ti, para que no seas perezoso:

Te cuesta empezar una tarea, te cuesta seguir con ella y casi nunca la terminas.

Ay, ay, perezoso.

Algunos son perezosos porque les han dicho muchas veces que no son capaces de hacer nada bueno. Otros lo son porque alguien siempre hace su tarea. Otros porque no tienen salud y no comen sano ni duermen lo suficiente. Y muchos porque les da la gana, porque van de listos que prefieren que otros hagan su parte. ¡Eso no puede seguir así!

Tú, si no estás sano, cuídate, y verás que pronto recuperarás tus fuerzas, si comes bien y lo justo y necesario, ni más ni memos, y que la comida sea sana, natural, y tengas un horario de comidas, como tienes que tener un horario para ir a dormir. Hazme caso porque te quiero bien y quiero que seas útil en alguna cosa de provecho, algo que te haga sentir mejor contigo mismo, algo útil para ti, para el mundo, porque el mundo necesita de ti, sí, precisamente de ti, de ti que no tienes ganas de hacer mucho, más bien haces poco o casi nada; pues ya es hora de que cambien las cosas. ¡Anda!, hazme caso y verás que tus fuerzas serán más, si te cuidas mejor. Eso espero de ti, que te cuides, que tengas un horario y que decidas hacer algo más que no hacer nada, o muy poco. ¡Dios necesita de ti, perezoso!, sí, de ti, precisamente de ti; y ¿qué haces con tu pureza?, debes cuidarte, debes estar sano y fuerte, debes ser casto y virgen, y no puedes ir contra el sexto mandamiento; ya sabes que es pecado grave. Hazme caso y empieza a cuidarte, porque Dios espera mucho de ti, y te dará motivos para ser feliz.

Precisamente Dios quiere que seas feliz, por esto nos dio los diez mandamientos de la Ley de Dios, y además de cumplirlos, tenemos las obras de misericordia, que hay que hacerlas también, por amor, por caridad.

A ti que eres perezoso porque te han dicho que no vales nada, que vales poco, que todo lo haces mal, a ti también te digo que Dios te Ama y te necesita, que leas el evangelio y verás lo que Dios espera de ti; aunque otros no esperen nada de ti, o poco, te digo que Dios tiene planes maravillosos contigo. ¡Levanta el ánimo y deja la pereza, y ponte a hacer algo útil! Ya va siendo hora de que te des cuenta por ti mismo de que esos que no esperan nada bueno de ti, están MUY equivocados, porque tienes una vida maravillosa para vivir. ¡Ánimo y adelante!

A ti que todo te lo hacen, que no tienes nada que hacer, porque hay quien se adelanta y te ha hecho un perezoso, a ti te digo que ya va siendo hora de que tomes las riendas de tu vida y decidas ocuparte de tus cosas y cuidarte, y además, ser tú quien cuida a los demás. Sí, aún hay madres que les hacen todo a sus hijos, y los hacen unos perezosos; algunas lo hacen porque son muy activas, otras porque son muy negativas y piensan que nadie hace las cosas mejor que ellas mismas, y que es mejor hacerlas ella que enseñar y vigilar que su hijo las haga y las haga bien. Si tienes una mamá así, ¡deja la pereza y empieza a hacerte cargo de tus cosas!; es tu deber servir, ser útil y valorarte tú mismo, por cuidar de ti y cuidar de los demás. El trabajo en equipo no está mal, por eso te animo a que lo emprendas, puedes empezar hoy mismo.

A ti, que eres perezoso porque quieres serlo y eso eres, ¡espabila!, porque Dios no quiere eso de ti, sino que te demuestres a ti mismo el valor de una vida útil, una vida de servicio, una vida de provecho. A ti te animo a que veas y compruebes por ti mismo las cualidades que tienes, o si no, nunca te enterarás de lo que vales, y tú vales mucho, y es una pena que tú mismo no sepas cuánto.

A ti perezoso, ¡ánimo!, que Dios espera mucho de ti, ¡a servir!

Con afecto sincero.

P. Jesús

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