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Índice cronológico - 5. página

40 Carta / A ti, que te escribo con gran afecto

Domingo, 3 de abril de 2.011

A ti, que te escribo con gran afecto:

Hoy, hijo, hija, quiero pedirte disculpas porque la semana pasada no recibiste mi carta, pero es que hubo un imprevisto; alguien muy querido sufría, y sin olvidarme de ti, que también sufres, respeté el sufrimiento de este amigo y me uní en oración para él y para ti, porque hay días que se sufre mucho, ¿verdad?

Sí, sé que sufres mucho, sé que luchas por levantarte, pero la persona con la que has caído en la impureza, no te deja, y no te deja salir de ella, precisamente en nombre del mal llamado amor.

Hoy, hijo, hija, quiero hablarte del afecto, del afecto que te tienen, y que es bueno que te quieran, pero jamás se puede, en nombre de este amor, pedir actos impuros; ¡esto no dura, jamás!, ya lo dije en un consejo: “Dos que pecan juntos, acaban separados”, porque hay unas reglas en la vida, las reglas del bien y de ser bueno, y cuando no se cumple con la vida, la vida deja de ser bonita, bella, alegre, y cae en cada corazón, como una dura piedra, la semilla del pecado cometido con otro-a. Quien te pida pecar, no te ama. Repito, y lo repito con calma y con sinceridad: quien te pida pecar, NO TE AMA; le interesas, pero esto no es amor, y con el tiempo verás, lo verás y lo comprobarás, porque el amor verdadero hace feliz a todas horas, y no sólo a escondidas y usando del sexo, sea en solitario o en compañía, porque hay quien te excita, se muestra codiciable para que te excites y peques en su recuerdo; esto no es amor, y no dura. Cuando termine todo, querido hijo, querida hija, yo seguiré aquí a tu lado, me mantendré siempre a tu lado; mientras peques estoy contigo, suplicando a Dios te aparte todo mal por la pureza de María y la castidad en que vivieron Ella y San José, esposos que se amaron siempre en la unión con Dios. Ese era y es el verdadero amor, estar unidos para un propósito: amar y servir a Dios. Todo pasará, y esta persona, cansado-a de ti, te dejará, sí o sí, te dejará después de haberte usado, después de dejarte usar, porque lo hiciste dios en vez de poner a Cristo en tu altar, en lo más alto de tu corazón. Sé que eres una persona apasionada, que tu cuerpo tiene necesidad de placer; quiere serte fuente de gozo, pero no como a un perro, una perra, sino que debes ser lo que eres, PERSONA, y casarte y vivir una vida integral de amor humano, y no unas horas de pasión carnal. Tú necesitas compañía, no unas horas, algún día, sino las veinticuatro horas que tiene el día. Sé que lloras por haber caído, por no ser pura, puro, pero Dios te quiere bien, y quiere que sepas que su amor por ti es incondicional. Yo, imitando a Dios Padre, como sacerdote que soy, también te quiero de igual modo, esperándote pacientemente en el confesonario, y mientas no vienes, estoy rezando por ti.

Conclusión de mi mensaje de hoy. Dos cosas: que Dios te ama siendo pecador-a, y que quiere que dejes de serlo para que, siendo siempre bueno-a y haciendo siempre el bien a ti, te comportes como una persona y respetes tu cuerpo, y pidas que te respeten para que el amor no se rompa, sino que dure para siempre. Si no lo comprendes, si esta persona no lo comprende, primero, ¡mírate a ti mismo-a!, y dime, dite la verdad: ¿eres feliz en tu impureza?, ¿eres feliz con esta manera de amar, que hay entrega antes que sacramento matrimonial? Sé que no eres feliz, sé que no haces feliz a nadie, sólo esta persona disfruta de tu cuerpo por “alegres” momentos, y luego discutís, pero la atracción es fuerte, como es fuerte la soledad real en que vives, porque con él- ella, solo compartes parte de tu vida y no toda tu vida. Tus problemas, no le interesan; eso sí, te da buenos consejos de autoayuda, pero luego va a la suya; ¡estás solo!, ¡estás sola en tu impureza!, ¿hasta cuándo aguantarás tanta vejación?, ¿cómo es que seas tan orgulloso, y a la vez no pidas respeto, ni te lo des? ¡Dios te espera! ¡Dios te ama! ¡Dios quiere que seas feliz de verdad aunque no tengas a nadie a quien decir que le amas, con quien “acostarte”, por quien masturbarte!, no todo es la pasión sexual, hay la pasión por la vida; de ésta te hablaré la próxima semana, porque a veces, por miedo a no triunfar en la vida, a no darte a la pasión de vivir y dominar al mundo, por verlo difícil y complicado de hacer, ¡que lo es!, permites que esta pasión por vivir, que Dios da al hombre, a la persona, lo encauces sólo a la pasión sexual, que da éxito rápido y momentáneo; que es el éxito del orgasmo, que te alivia por instantes, sólo por instantes, y te hace sentir triunfador-a, mientras sigues siendo un mediocre en tu vida cotidiana, porque no pones tu pasión en triunfar, sino en pecar. Te enseñaré cómo no tienes tampoco que mutilarte en lo que eres, sino que puedes y debes encauzar esta pasión, con la que Dios te ha dotado, para triunfar como ser humano, como profesional, como padre, hermano, hijo; hijo de Dios. Te gustará lo que te contaré, y te lo contaré entendiblemente, para que sepas que Dios y la razón están de la mano en todos los asuntos de tu vida, porque Dios es Amor, y tú, ¡tú!, hijo, hija, quieres ser amado, y para serlo, debes primero amarte a ti mismo, y para ello tienes que respetarte y poner tu vida al servicio del Amor que quiere que triunfes en la vida, que triunfes en todo lo que le pidas y con Él colabores, para hacer un mundo mejor. ¡Tengo tantas cosas por contarte!, y voy enseñándote cómo las virtudes te ayudan y te son necesarias; esta sal de la vida que tienes que ser, es, son, las virtudes que Dios quiere que acojas en ti, para tu perfección; esta santidad que te dará goce espiritual y ¡disfrutarás de la vida!, porque la vida va de santidad; no hay más goce humano, que tener una vida espiritual. ¡Vive!

Sabes que te quiero mucho y bien. ¡Lo sé!, sé que lo sabes.

 Con afecto sincero.

P. Jesús
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41 Carta / A ti, que quieres que te respeten

Domingo, 10 de abril de 2.011

A ti, que quieres que te respeten:

Pides respeto, ¿para qué?, ¿para seguir pecando?; no se respeta al que peca, porque el pecador no se respeta a sí mismo; si se respetara, no pecaría.

Si vas pidiendo respeto a gritos, ¿por qué no respetas tú primero?

Te duele esta falta de respeto que te dan, aunque lo merezcas, porque no obras bien, pero te duele. Si obraras bien y no te respetaran,  no te importaría,  ni tendrías necesidad de venganza, porque el que es respetable perdona a los que no le respetan, porque ese respeto que todos quieren, es necesario que se lo de uno a sí mismo, primero; y se lo da uno a sí mismo, siendo firme en las obras de bondad que hace para agradar y respetar a Dios, que se merece todo el respeto del mundo, y que no se le respetó en este mundo, sino que se lo mató sin respeto alguno.

Respétate y olvídate de desear que te respeten. Cuando te respetes, no necesitarás el respeto de los demás. Puede que te lo den o no, pero no lo vas a necesitar.

El amor de Dios y mi afecto sincero, lo tienes siempre, tanto si te respetas como si no. Rezo por ti a Dios para que, en tu deseo de ser respetado, halles la renuncia al aplauso, al visto bueno de los demás, y te unas al deseo de hallar, de tener, de vivir el Amor de Dios en ti, que lo tienes siempre, pero lo disfrutas después de la Confesión bien hecha y en la Comunión.

Dios respeta a todos, calla y respeta; Él es la Palabra viva que está escrita en la Sagrada Biblia, Él, Dios, Jesús, es la voz de Dios, en santa unidad, que te pide te bautices a la fe católica, la que Él, Dios, fundó, que cumplas con ella y te goces en ella, porque la fe, la Palabra viva de Dios, tiene el don de enseñarte, de amarte, de respetarte en tu libertad de querer amar a Dios sobre todas las cosas, y a ti mismo, como al prójimo.

No te respetan porque no se respetan. El que se respeta, respeta.

Yo te respeto y más que esto, te aprecio, te quiero mucho y pido a Dios por ti.

Para que te respeten, tienes que ser autosuficiente, es decir, que tengas un compromiso con lo suficiente que necesitas; lo demás es avaricia, a menos que lo quieras para dárselo a los demás.

Te van a respetar o no, pero tú puedes decidir respetarte.

Y, ¿qué tienen que ver las virtudes con el respeto?…

Hay quien muestra virtudes para ser respetado, pero en casa, con los suyos, no pone en práctica las virtudes que practica en sociedad; y ¿por qué no las tiene, si de hecho puede tenerlas, porque en sociedad bien usa de ellas?; ¿será por la falta de respeto que le dan los suyos, su familia? Será que pide y no da. Hay que dar, y luego se puede pedir; hay que respetar a todos, teniendo unas relaciones de paz, en la paz de ser bueno y hacer el bien.

Quieres ser respetado; yo te respeto.

 Con afecto sincero.

P. Jesús
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42 Carta / A ti, que como yo, te sientes solo

Domingo, 17 de abril de 2.011

A ti, que como yo, te sientes solo:

Ay, mis Amores, y yo, me siento solo. Amo a Dios, amo a mi bendita Madre, la Madre de Dios, y… y me siento solo. Yo también necesito de un sacerdote para mí, un sacerdote que me acompañe y… y me siento solo. Tengo a buenas mujeres que me ayudan, tengo algún amigo que me sirve en el servicio a Dios Padre, pero… me siento solo, ¡tantas veces solo!

Perdonadme que hoy en mi carta, os cuente de mi soledad, de los deseos que tengo de ayuda en mi ministerio. Me siento solo, y a veces, tan cansado de esta soledad. Sí que hay buenos sacerdotes, y muy buenos hay, pero Dios me ha dejado solo, para que como tú, conozca y viva la falta de tener un buen sacerdote al lado, para que me consuele, para que me acompañe en la lucha que se libra en este mundo entre el bien y el mal.

Me han traicionado.

Tenía esperanzas puestas en varios que… que se han vuelto mundanos por el precio, por la recompensa de dejarme solo. Mi obispo me ama, pero como yo, está solo, ¡tantas veces! Oigo el clamor de su corazón al ver que no puede con todo, que no sabe hacerlo mejor…

No juzguéis a la Iglesia, porque como yo, sufre. Los judas nos venden, nos vendieron, por su pecado.

Hijos amados, oh, mi pequeño rebaño, rezad por la Iglesia, para que Dios Padre la alimente y la guarde.

Hijos, amados míos, es el tiempo de los laicos, el tiempo de que vosotros laicos ayudéis en la fe a los sacerdotes, porque están solos; los buenos, están solos, como solo se está ante la muerte, sufriendo la enfermedad de la vida, que es envejecer y morir; la vida muere…

¡Santos!, sí, tú, tú que pecas y te confiesas y vuelves a empezar con propósito sincero de no volver a pecar; a ti santo, a ti pido ayuda para Dios Padre, para que hagamos su voluntad, para que defendamos la vida, para que haya un cambio en la sociedad toda, y que se viva la pureza, la castidad, el perdón. Hijos de mi corazón, hoy os abro mis labios, para pediros que tengáis voluntad; que con ella, con vuestra voluntad, cambies el mundo, porque tantos y tantos fornican y matan a sus propios hijos. ¡Por Dios! ¡¡Ayudadme!!

Os necesito. Dios necesita de ti.

 Con afecto sincero.

P. Jesús
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43 Carta / A ti, que no sabes porqué no hay sacerdotes

Domingo, 24 de abril de 2.011

A ti, que no sabes porqué no hay sacerdotes:

Los grandes santos, la mayoría, tuvieron padres y madres de fe, o por lo menos uno de ellos daba buen ejemplo de piedad auténtica. Hoy, con el divorcio, con tanta promiscuidad, y por evitar los hijos, los matrimonios, los esposos, muchos, NO TIENEN FE. Antes de casarse algunos la tenían, y por la pureza y la castidad se mantenían fieles en la esperanza de la fe, hacían obras de ella y la alegría vivía en su corazón. Pero, oh, mis queridos hijos, mis amados hijos en Dios, Uno y Trino, cuando la realidad de la vida matrimonial estuvo a su alcance, la pasión se desbordó y la falta de pureza acabó con las buenas intenciones. Os preguntáis porqué digo la falta de pureza; os lo digo, oh hijos míos, porque no todo es lícito en las relaciones sexuales matrimoniales; todo lo que va contra la pureza no es bueno; no se puede expresar el amor con la impureza; llegada la impureza en el matrimonio, el egoísmo como maldición entra en el santuario del hogar: la alcoba. Los matrimonios tienen que querer ser santos, para que se salven ellos y sus hijos, y en esta vivencia de santidad, de fe, esperanza y caridad, Dios toca los corazones a una vida de entrega a los demás, sea en el SANTO matrimonio, sea en el SANTO ministerio del sacerdocio.

¿Por qué no hay sacerdotes?, porque no hay padres como Dios manda. Primero se necesitan padres consecuentes con su fe, y por ella vendrán sacerdotes santos, alimentados por la fe de sus benditos padres. Dios mismo, Jesús, tuvo una Madre Santa, y su padre adoptivo es santo.

La santidad es para todos, hijos míos, para todos. También para ti.

Si tienes vocación al santo matrimonio, cásate con quien comparta tu misma fe e ideales y tendréis hijos de fe, por vuestra fe, y alguno será posiblemente sacerdote.

Dios no quiere sacerdotes malos; estos aún empeoran las cosas santas y son fuente de gran pena para el Santo Padre, para el mismo Dios, Jesús.

Todos estamos llamados a la santidad, todos; ¡tú también!

Confio en ti, hijo de Dios, para que seas la alegría del Santo Padre, para que seas la esperanza de la Iglesia; y la bendición de Dios caerá en ti, por tu fe, por tu virtud, por tu pureza; como la de María, tu Madre y la mía, la que hizo posible que hoy como Ella dijo, tú digas también “sí”, a su Hijo, a tener a su Hijo, Jesús, en ti. Ve a comulgar y únete a Dios PARA SIEMPRE.

Eso es lo que espero de ti, las obras de tu fe, el que vivas alimentándote de la Eucaristía, porque Dios vive en ella, en la Sagrada Hostia consagrada, para que tú te mantengas en la pureza, seas soltero, casado, viudo, sacerdote, consagrado, o religioso. Porque la pureza hace a los santos.

Pido a Dios Padre os mantenga alegres y fieles en la fe, y viváis los casados el amor en plenitud de bien. Tened hijos y bendecidlos con la fe. Dios os colmará de gracias. Pedidle ayuda a la Virgen María, para que Dios, Jesús, os ayude en todo, y recordad que María dijo a los sirvientes de la boda de Caná: “Haced lo que Él os diga”. Confiad en María, que está pendiente de los esposos.

Esposos amados, Dios espera en estos tiempos y en todos los tiempos, en vosotros, para que vuestra fe, como vuestro amor, tenga fruto, fruto de fe, de hijos, de sacerdotes.

 Con afecto sincero.

P. Jesús
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44 Carta / A ti, que no sabes porqué los santos son santos

Domingo, 1 de mayo de 2.011

A ti, que no sabes porqué los santos son santos:

Hoy, que el Santo Padre Benedicto XVI oficia la celebración de la beatificación del Papa Juan Pablo II, te diré que no se le declara santo porque le vitoreaban en vida: “¡Juan Pablo II, te quiere todo el mundo!”. No, no es por cariño, por afecto de los fieles de la Santa Madre Iglesia Católica, que se puede declarar y se declara santo-a a una persona, sino que es por el amor de esta persona, en este caso de Juan Pablo II, a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo; porque el amor demuestra la fe, y con las obras de este amor de fe, que es la caridad, todo lo que hizo el Papa Juan Pablo II, lo hizo por y para y con Dios Uno y Trino.

La santidad no la gana el solitario, sino el que se une en santa, en perfecta comunión con Dios.

Por eso, hoy a Juan Pablo II se le proclama santo.

¿Es que todo lo hizo perfecto? ¿Es que no hizo NADA malo?…

Si algo malo hizo, se fue a confesar de ello, de su debilidad, enseguida de haberlo cometido; buscó la primera ocasión para pedir perdón a Dios en la confesión. Eso hacen los santos: reconocer sus pecados e írselos rápidamente a confesar a Dios, en la persona de un sacerdote católico. Es la humildad, que demuestra el amor con que se ama a Dios, lo que da valor de fe.

Hay quien critica al Papa Juan Pablo II, hay quien enseña los errores que cometió, pero os diré que hay virtudes que pueden no entenderse bien, y hay acciones que pueden interpretarse mal, sólo Dios sabe el verdadero contenido del corazón de la persona, sólo Dios sabe sus intenciones; y si se han producido milagros de parte de Dios y por intercesión de un santo, entonces no hay palabra, ni imágenes ni nada, que pueda ir contra esto, porque sólo los santos son los que pueden pedir a Dios milagros, y Dios se los concede, si estas personas viven en el Cielo Eterno, en la plenitud de la Gloria de Dios. Ante un milagro; ¡¡calla!!, porque Dios ha hablado en los hechos sobrenaturales de que en el Cielo tienes un intercesor. Y en el Cielo tienes a Juan Pablo II para que interceda por ti.

Cree, sé fiel al Magisterio de la Iglesia, a las Escrituras, al Evangelio; porque si quieres ser santo-a, y este debería ser tu plan de vida, tu fin y deseo primero, entonces cree, cree en la autoridad de la Santa Madre Iglesia Católica.

Demasiados hablan de lo que no saben.

Demasiados católicos critican sin conocimiento de causa; ¿qué sabes tú de la confesión de otros?, ¿de las intenciones de su corazón?

Mira por ti, para que recuerdes que, en la misma manera en que juzgues y sentencies, Dios Hijo Jesucristo hará lo mismo contigo.

No tengas celos de la santidad de los que están en el Cielo, de los que gozan los deleites ¡sin fin!, de la vida Eterna en brazos de Santa María Virgen y Madre de Dios.

Pide por ti, suplica a los santos que intercedan por ti, para que lo que no entiendas, lo aceptes por la fe, para que la malicia de algunos no haga mella en tu conciencia, para que no te pierdas por los rumores de los que, sin saber, hablan, de los que no son capaces de obedecer a la Iglesia y quieren que otros los obedezcan en sus críticas y propaguen mentiras y falsos testimonios contra los santos. Recordad que, después de resucitar Jesús, los Sumos Sacerdotes pagaron a los soldados que vigilaban el sepulcro para que dijeran que por la noche, mientras dormían, vinieron los discípulos de Cristo y robaron su cuerpo, para que no creyeran en la resurrección… ¿Si estaban dormidos cómo es que vieron a los discípulos de Cristo robar el cuerpo de Jesús?; y, de verlos, ellos, que eran soldados e iban armados, ¿cómo es que no emplearon las armas para que el cuerpo de Cristo no fuera robado, como dijeron?… Mentiras, mentiras que aún hoy se propagan para que no crean que Cristo resucitó.

Hay quien dice mentiras, que propagan, para que no crean algunos que los santos resucitaron y están en la Gloria Celestial, que no pasaron por el Purgatorio, sino que su humildad en usar de los sacramentos, y viviendo en grado heroico las virtudes que los llevaron a demostrar su fe con obras de caridad y siempre unidos a la Santa Madre Iglesia Católica, los hace portadores de milagros de Dios a los hombres de buena voluntad, los que tienen fe, los que creen en la comunión de los santos, los que se aprovechan del Amor de Dios a los que ya viven con Él en los Cielos.

Creed en los santos, porque es de fe.

Algunos han puesto su confianza en hombres que, una vez muertos, no son santos, y les molesta que no lo sean y que otros sí lo son. Esta es una verdad que hay que meditar, y te pido que la medites en tu corazón. ¿Qué intenciones tienen los que niegan la santidad de los santos? Tu fe te llevará a encontrar la verdad, y, sabiéndola, comprenderás que hay quien sufre porque su fundador no es santo, porque la santidad la da Dios y no el amor de los hombres. Por mucho que sea uno amado por otros, es el amor de este uno a Dios, lo que hace que Dios haga milagros por su intercesión; es de fe, la fe de tu Iglesia, la fe de la Iglesia que fundó el mismo Dios, Cristo, el Mesías, Jesús, el Hijo de Dios y de María Purísima.

Medita y alégrate en tu corazón por tener tantos santos a los que pedir por su intercesión, para que tú también, como ellos, lo seas. Amén.

Hoy, día grande para la Iglesia Católica, hoy se celebra la beatificación de Juan Pablo II, ¡Alegría!

Con afecto sincero.

P. Jesús
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45 Carta / A ti, que deseas ser mejor de lo que eres

Domingo, 8 de mayo de 2.011

A ti, que deseas ser mejor de lo que eres:

Necesitas información y formación, ¿de qué?, ¿de quién?; de Jesús de Nazaret, el Dios Hijo, Jesucristo, hecho hombre; Él, Dios mismo te enseña con su vida, sus palabras y obras, todo lo que tienes que saber para ser mejor cada día; y lo que necesitas aprender rápido, pero que muy rápido, pero que ya de ya, es que no haga mella en ti los comentarios negativos de los demás sobre ti, sobre las cosas de la vida, porque para prosperar en ella, en tu vida, necesitas ser optimista, sí, he dicho optimista, porque es bueno que seas realista, y la realidad es que Dios vive, vive en la Eucaristía, y teniendo a Dios en ti y contigo, todo es para bien, porque no sólo tienes que saber que Dios vive, sino que además tiene que vivir en ti; y ¿cómo puedes conseguir esto?, muy fácil, yendo a confesarte y acudiendo a comulgar, y la gracia de Dios vivirá en ti mientras no peques; y para no pecar, no te juntes con personas negativas, tú busca luchadores como tú para tener una fe a toda prueba, porque en la lucha hallarás la perseverancia y la confianza, también la esperanza y la alegría de vivir, porque uno está alegre cuando lucha para bien, para hacer el bien, para ser mejor. Una manera rápida para ser feliz, es que luches para ser mejor de lo que eres. Sé que tienes cosas muy buenas, sé que las virtudes te protegen de la mediocridad, sé que Dios Espíritu Santo te consuela de todos tus sufrimientos y te anima a seguir “al pie del cañón”, apuntando al enemigo,  a la mala tentación, al desánimo, a quitar la libertad de los demás. Jesús dejó que todos fueran libres, porque si no, no se vale, no valen las obras de los robots, de los que están programados para una santidad a la carta, que no es más que hipocresía; ¡aléjate de esta comodidad!, tú, lucha, lucha porque la santidad se gana momento a momento y no sólo con oraciones y obras de piedad, sino que es en todas tus cosas, en toda tu vida, en el trabajo bien hecho, en no estafar a nadie, en no perder el tiempo, en trabajar con diligencia y servir a otros con tu trabajo, con tu labor, con tus estudios, que te perfeccionan en tu campo profesional, intelectual y en la comprensión mejor de lo que va la vida, porque la vida va de información y formación. La información es necesaria para que tu libertad decida, y la formación te es necesaria para adquirir las herramientas que necesitas y precisas en tu vida para ser optimista. El optimista se hace, el optimista tiene fe, cree en Dios, en que con Jesús todo lo puede y se prepara y lo hace y, mientras vive en su labor de ser mejor, disfruta de la satisfacción de la lucha, en la lucha que le hace valiente y fuerte, con ganas de vivir, porque las ganas de vivir se conquistan con, por la fe y las obras de la misma.

Disfruta haciendo obras de bondad, de caridad, de servicio desinteresado a los demás, siendo un buen profesional, teniendo planes de futuro. Piensa que vas a vivir mucho tiempo, aunque estuvieras enfermo, aunque te hubieran desahuciado, tú piensa que tienes mucha vida por delante, porque sólo Dios tiene la última palabra y porque la vida no se acaba en este mundo, ¡la vida continua! Haz planes de bondad, de caridad, porque los podrás ejecutar en la tierra y en el Cielo; en los dos lugares se precisa de ellos, de bondad, de caridad. Haz planes de larga vida terrena y disfrutarás de la misma, no permitas que te corten de cuajo la esperanza, porque la vida da sorpresas, la vida está llena de grandes milagros, que por la fe, por la esperanza, por la oración y la confianza en Dios, Dios sana muchas vidas que muchos médicos desahucian. ¡No perdáis jamás la esperanza!, mientras hay vida hay esperanza de vida; eso grávatelo en la mente, y confía en el Resucitado, en Jesús, que pasó por la vida y dio vida a los muertos y curó a los enfermos. Tú, ve a la de Dios, y piensa en vivir larga vida; prepárate para ello, cuídate para ello y disfruta de ello, de saber que no tienes miedo, porque el miedo mata a muchos que podrían vivir mucho más, pero cuando la libertad del hombre es dejarse morir, cansado de vivir, entonces Dios permite lo que uno desea y pide, pero, amigos míos, Dios necesita de ti, de que vivas para que hagas con tu vida una obra maestra, tengas la edad que tengas, y que siendo bueno-a y haciendo el bien por Amor a Dios, hagas, en tus circunstancias, nacer flores de tus buenas obras. ¡Sé fuerte!, ¡sé valiente!, ¡sé santo-a! Dios espera eso de ti. Aprende de Él, leyendo el Evangelio. Únete a Él, usando de los sacramentos; pídele a Él, con tu asidua oración, y ¡vive!, porque puedes dar mucho a la vida. Y, preguntas, “¿cómo, qué?”; te lo digo, escucha, observa, aprende a querer a los demás como son, haciéndoles pequeños y grandes servicios, procura alegrar la vida a los demás, aunque sean personas que no te hagan feliz, aunque creas que no se lo merecen, hazlo por Dios, y sembrarás flores de alegrías. Acostúmbrate a ser un sembrador de esperanza, porque, como a ti muchas veces te ocurre, a otras personas también les pasa, necesitan que alguien les dé alguna alegría. ¡Vamos!, anímate a ser mejor que ayer, Dios te lo premiará, dejarás tu egoísmo y vivirás más años que los que viven pensando en sí mismos. Tú vive para Dios, como vivió el Beato Juan Pablo II; ¿verdad que alegró la vida de muchos?, ¡la tuya también!, ¡como a mí!

 Con afecto sincero.

P. Jesús
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46 Carta / A ti, que deseas inteligencia y voluntad

Domingo, 15 de mayo de 2.011

A ti, que deseas inteligencia y voluntad:

Has aprendido y sabes de lo que necesitas, ¡necesitas de Dios!, de la Inteligencia, que la da Dios Espíritu Santo, y de la Voluntad, que la da el recibir la Eucaristía. Sin Dios no tienes nada, ¡lo sabes!, porque es fácil perder a Dios, muy fácil.

Dios viene a ti, por los sacramentos, pero si libremente y voluntariamente pecas, dejas de tener a Dios hasta que vas a pedirle perdón a Él, a Dios, en la Confesión, en el Sacramento de la Penitencia, cuando te confiesas ante un sacerdote que representa a Dios y, en nombre de Dios, te da la absolución de tus pecados y faltas.

El mundo sin Dios es de ignorantes, porque por mucho que sepan, no pueden practicar su saber, porque no tienen virtudes por falta de voluntad. La voluntad es necesaria para no pecar, para reconocer el pecado, para aceptar la humildad de ser lo que eres: una persona, un ser humano, ¡no eres ningún dios!, y nadie te debe tributo alguno, y nadie puede sacarte de la ignorancia, porque la inteligencia es de Dios. Las personas tenemos el don de razonar, simplemente de razonar, de saber y decidir, pero es de Dios la inteligencia, es de Dios lo que ves y no ves; entonces, siendo de Dios todo, es Dios quien sabe de todo y todos; por eso, para saber, para ser inteligente, tienes que unirte al que sabe, ¡a Dios! Si no vives en gracia de Dios, entonces, puedes ser instruido, pero ¿sabrás aplicar tu sentido común?…

¡Cuántos yerran en las cosas más vitales del ser humano! ¡Cuántos yerran en el amor humano, en negocios y en diagnósticos médicos; porque la instrucción no da la inteligencia, la inteligencia reside en la mente y una mente sucia por el pecado, por los pensamientos pecaminosos de codicia, de maldad, de orgullo, lleva a la persona a la pérdida de su voluntad, porque duda, y en la duda no se hacen los actos reiterativos de una acción que se hace virtud.

Inteligencia y voluntad, ¿qué tal vas de esto? No me lo digas, ¡mal!, vas mal y no sabes porqué; te lo diré, es porque no tienes fe, porque vas de dios y no haces actos de fe. Quieres ser más listo que el Papa, y ¿cuánto hace que vives la fe?… Ese sentido tuyo, y de todos, de raciocinio, te hace creer que eres inteligente, pero, te lo digo, la inteligencia es cosa de Dios; entonces, para ser inteligente, cree en la Santa Madre Iglesia Católica y vive los dogmas, y acepta la fe tal y como es. No quieras venir tú ahora y pretender saber más que dos mil años de historia. ¡Esta soberbia te llevará al Infierno!, porque quien no está unido a Pedro, ¿con qué llaves entrará en el Reino de los Cielos? No hay copias de las mismas, sólo hay unas, las que el Papa tiene y usa para abrir o cerrar, según las obras de tu fe. Deja de hacerte el sabio, porque primero hay que ser inteligente, y es de necios escuchar a quien no sabe, y es de malos propagar la maldad de los que han protestado del Hogar.

Vamos a ver… ¿quieres ser sabio?, primero desea la inteligencia y la voluntad, pero la inteligencia es, lo que es y no lo que uno quiere que sea; entonces, para ser inteligente hay que ser humilde; entonces, sé humilde usando de la voluntad de vivir la fe; ¿o es que pretendes fundar una nueva Iglesia? ¡Hay tantas!, que se te ha pegado el descaro del hijo rebelde, que cree que lo sabe todo de la fe. ¡Calla y atiende a tu corazón! ¿No es mejor ser amado a querer tener razón?, entonces, ¡déjate amar por Dios!, y vivirás la fe que te dará Él mismo, Dios Espíritu Santo, que vive en la fe, en la oración, y es la misericordia de Dios que se te entrega a raudales después de una buena confesión.

Vamos para el confesonario, que necesitas los cuidados de Dios, porque tu fe se debilita al escuchar a los necios hablar con orgullo de lo que creen saber, y van en pañales, cuando la Iglesia tiene más de dos mil años de amarguras y dolores de parto, por esos hijos que no quieren amar la Verdad y se han quedado cómodamente en el vientre de la madre. ¡Sal!, aprende de la vida y déjate de teorías, porque ¡vas a morir!, y nadie sabe cuándo ni cómo. ¿Dónde está, pues, tu inteligencia, si no puedes añadir un codo a tu estatura, ni alargar tu vida más de 120 años?

Me haces enfadar cuando vas contra el Papa, porque no es de inteligentes dudar de la fe. ¿Quién tiene las llaves del Cielo? Entonces no le quites autoridad al Papa, y no lo juzgues en su obrar, porque no se te es permitido juzgar a nadie; ni el mismo Jesús, Dios, cuando estuvo en el mundo juzgo a nadie, sino que enseñó y obró milagros. Tú ¿qué milagros haces?, entonces ¡no eres Dios!, entonces calla y obedece a la Iglesia y ama al Papa, este es tu deber: rezar por él. Vas exigiendo santidad, cuando eres una “maruja” criticona. No vas a prosperar nada en la vida, mientras tu mira esté en criticar si es o no santo quien ya la Santa Madre Iglesia así lo declaró. Procura por ti, porque, lo que digas, también será puesto en juicio ante Dios. Deja de perder el tiempo y ocúpate de hacer tus cosas bien, ocúpate de no hacer escándalo y de dejar que Dios te haga santo. Este es tu problema, y es un gran problema para ti; más que la santidad de otros, es la tuya la que debe importarte, y criticando a los santos, te haces diablo. ¡No peques más y vete a confesar de tu ignorancia, de tu falta de prudencia y CARIDAD! Dios te perdonará, ¡claro que sí!, pero únete a Él, a Dios, y sé inteligente y ten voluntad para no pecar. ¡No peques más!

¡Viva el Papa!

 Con afecto sincero.

P. Jesús
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47 Carta / A ti, que deseas la virtud de la templanza

Domingo, 22 de mayo de 2.011

A ti, que deseas la virtud de la templanza:

No quiero que seas tan templado que caigas en la frialdad de sentirte superior a los demás. Quiero que dejes la ira, la soberbia y que domines esta pasión tuya por la vida. Es bueno y quiero que tengas ganas de vivir, de cumplir lo que Dios pidió a Adán, el que dominara la tierra, pero una cosa es la tierra y otra es querer dominar a tus semejantes, que como tú, tienen que dominar la tierra, tienen, tenéis que sacar fruto de ella, de la tierra; debéis uniros como hermanos que sois para hacer rendir todo lo que hay en el planeta Tierra para el bien de todos. Eso quiero como sacerdote.

¡Necesitas de la virtud de la templanza!, sobre todo si has sido un niño consentido, si no te han enseñado tus mayores a que como tú, igual que tú, sois todos. ¡Ya se acabó el que te creas mejor que otros!, porque no lo eres; mejor, no; sí que cada uno tiene unos dones, unos talentos, pero si tú tienes unos, otros tienen otros. Baja de las nubes y pisa fuerte con la audacia de ser humilde, porque para ser humilde se necesitan agallas; no todos son capaces de ello, de ser humildes, y la templanza ayuda a la humildad, porque desde la visión de la templanza, la vida no la ves de tú a tú, sino que la vida es un “vosotros”, es vivir la fraternidad que nos da ser todos hijos del mismo Padre, el Creador.

Fíjate mi querido hijo, mi estimada hija, naces como todos y mueres como todos, del mismo modo, sólo cambia en ti la manera en que vives. Ahora no pienses que quiero que todos viváis lo mismo y seáis iguales en todo, porque no es así la vida, ¡ni lo quiero!, porque cada uno tiene sus cruces que llevar, y por las cruces se forja un porvenir mejor. Hay quien no quiere cargar con su cruz y ¿qué hace?, la coge y la pone en las espaldas de otros. Eso lo hacen los que no tienen la virtud de la templanza, esos mimados y consentidos que se creen los héroes, sin haber intervenido en ninguna batalla. ¡Y claro que hay batallas que librar!, y una de ellas es el reto que tienes tú y tú y tú, de ser templado, de que no pierdas tu fe por la mínima que te cuenten; pero no valores a los demás más que a ti mismo, porque la templanza hermana, equilibra y asocia a las personas, sin egoísmos, sin soberbias, con la verdad por delante, la verdad de la caridad, la verdad de vivir en la vida para dominar la tierra.

Templanza para consentirte a ti mismo, templanza para consentir a los demás, que eso hacen algunos, van consintiendo a las personas que aman para que los amen, ¡y no!, el amor no es consentir en caprichos ni ir de caciques, el amor es la virtud de la templanza, porque como digo, no hay castidad sin templanza, y es necesario amar a otro-a guardando la pasión para después de la boda, y aun así, luego de la misma, respetar la vida. ¿Qué quiero decir con respetar la vida?, pues quiero decir que la pasión no puede dominar la razón, y lo razonable es vivir para salvarse, para ser santo-a; así que no se casa uno para la unión sexual a toda hora y en todo lugar y de todas maneras, sino que se unen dos personas para disfrutar del amor en beneficio de la procreación, de tener hijos. La templanza debe regir la vida de cada uno, de todos, para no despilfarrar ni energías ni dinero ni tiempo de oración.

La templanza ayuda a que todo lo que Dios te da, a que todo lo que Dios permite que recibas, te sirva para vivir bien y ayudar a otros a vivir bien. Cuando uno es templado, no ofende con facilidad, más bien espera y consiente en vivir una vida de mortificación para el bien de todos.

A los iracundos, los maldicientes, los soberbios, a todos ellos les deseo que mejoren en la virtud de la templanza, porque estos excesos y los derivados de los mismos, van a llevarles antes a la tumba. Los que tienen larga vida, son personas que han comprendido y sufren por tener la virtud de la templanza, disfrutando de la fuerza de voluntad que les demuestra que sí, que pueden dominar la tierra y a sí mismos.

Todo aquel que quiera involucrarse en negocios humanos para prosperar económicamente, tiene sí o sí que tener la virtud de la templanza. No hay beneficios ni humanos ni espirituales, si uno es un consentido y no sabe repartir, tanto el éxito como el trabajo. Muchos hay que sólo saben trabajar solos o mandar, que es peor que trabajar solos; muchos hay que se creen dioses porque creen que tienen algo que otros no tienen, quizás belleza física, quizás don de gentes, quizás patrimonio y dinero heredado; y eso les hace creerse superiores a otros, pero no es cierto, y cuando se dan cuenta, se llenan de ira, de soberbia, porque quieren un trono sólo para ellos, ¡y no!, las grandes empresas siempre son con más de uno, porque así se puede practicar la caridad; como Dios mismo, Jesús, dijo que allí donde hubiere dos que pidieran algo… se lo iba Dios Padre a conceder, si se pide en nombre de Jesús.

La templanza no trabaja sola, la templanza necesita de otros para ser demostrada, vivida, hecha gracia para el bien común.

¿Cómo puedes tener la virtud de la templanza? Uniéndote a otros, que imperfectos como tú, tengáis los mismos buenos propósitos en la vida, propósitos de santidad y propósitos en algún negocio. No hay nada como el trabajo en equipo, por eso Dios fundó la Iglesia, para que allí todos los que quieran vivir las virtudes, tengan donde aprender y desarrollarlas. ¿Es que fuera de la Iglesia no hay virtudes? Sí, porque a todos Dios ha dado virtudes para que las vayan perfeccionando, pero la perfección está en la unión de uno con Dios, con Jesús, que vive en la Sagrada Hostia Consagrada, para alimento de las virtudes, sobre todo la fe, que es donde se apoyan todas las demás virtudes, porque sin Dios, el hombre no es completo, le falta algo, y lo sabe, sabe que su vida es la búsqueda de esa felicidad que necesita, y la felicidad está en unirse a Dios, en vivir con Dios, en ser de Dios y purificarse con penitencias y mejorando en virtudes, como la virtud de la templanza, que ella sola ayuda sobre todo a la buena salud física y espiritual.

La próxima semana os hablaré más de la virtud de la templanza. Estad preparados porque os diré cosas maravillosas que jamás habríais pensado tener conocimiento de ellas, y es que os quiero mucho y quiero que os queráis mejor cada uno a sí mismo, para así vivir la fraternidad a la que estáis llamados por ser hijos de Dios, hermanos de Cristo, el Rey de reyes. ¿Quieres salvarte?, ¿quieres seguir a Cristo?, entonces necesitas sí o sí de la virtud de la templanza, para que ella misma te de una visión de futuro, de este futuro feliz que deseas para ti, porque la felicidad está en el equilibrio, en el don de la meditación, llevada por la oración que te inspira Dios Espíritu Santo, y que con ella, no sólo te consuela sino que te llena de alegría, porque algunos pueden pensar que la templanza es sosa, que no es alegre, y al contrarío… Os lo diré la semana que viene. ¡Os espero a vosotros y a vuestros amigos!, ya sabéis que todos sois bienvenidos a mi corazón, puedo querer a todos.

Mi bendición y… ¡os espero! No me falléis, ¡eh!

 Con afecto sincero.

P. Jesús
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48 Carta / A ti, que tienes el propósito de la templanza

Domingo, 3 de julio de 2.011

A ti, que tienes el propósito de la templanza:

¡Qué alegría!, por fin he podido escribiros la carta. Perdonad que faltara a la cita, pero a veces no depende de uno, sino de quien le ayuda.

Para tener en ti la virtud de la templanza, necesitas ayuda, ayuda de la sociedad, de la política y los políticos, ayuda de los que mandan en el mundo con su dinero, con su influencia moral, con toda actividad social. Y no hay tanta virtud de la templanza, en el mundo porque todos estos que he nombrado, estos de los cuales necesitas ayuda, no están dispuestos a hacerse cargo de ser útiles a la Verdad. Son útiles al poder, a los intereses creados, pero difícilmente son útiles a la Verdad que es Dios, que es vivir para amar a Dios sobre todas las cosas y A LOS DEMÁS como a ti mismo, por amor a Dios.

Amar a los demás como a ti mismo, ¡difícil!, porque te han dañado tanto que ya no sabes ni cuántos amigos tienes, todos parecen enemigos, y muchos lo son.

Pero, hijo mío, hija mía, ¿cómo podrías sinó luchar con la vida, si los demás no te pusieran zancadillas?, te sería imposible, y entonces, ¿para qué necesitarías de la virtud de la templanza? No te costaría nada ser bueno, si todos lo fueran contigo, pero, ¿por qué tienen que ser buenos contigo, si tú pocas veces lo eres con ellos?

Claro, te comprendo; tú tienes tus problemas que tanto te preocupan, puedes perder tu casa, puedes quedarte sin alimento y necesitas ayuda, ayuda para seguir con lo que tienes. Y si lo que tienes es mejor que lo que otros tienen, ¿crees tú, que te van ayudar? No. Sin decir nada, callarán para que pierdas tu propiedad, para que pierdas tu dignidad y no demuestres esta autoridad moral que tanto les molesta de ti. Así que si no te ayudan, es porque no quieren que tengas más que ellos, o que lo que tengas sea mejor.

Si no puedes permitirte lo que tienes, si lo tienes que dejar marchar, despídete de ello, porque es mejor que lo que tengas, no se lo debas a nadie que te tiene celos. Ahora piensas que es peor perder algo, a que te ayuden sin querer hacerlo, pero no, es peor recibir ayuda de quien no quiere dártela, y que se la exijas por todo lo que tú le has dado ya en toda tu vida.

Prepárate a perder para luego ganar.

Despídete de lo que no puedas actualmente por ti solo abastecerte. ¡Podrás decir adiós a lo que amas!, podrás, si tienes la virtud de la templanza, que es hermana de la justicia. Y la justicia te dice que ahora no puedes, por la crisis, continuar con algunos bienes que adquiriste cuando podías y así lo hiciste. Y te diré, que Dios no tiene nada que ver con esto, porque de tener que ver, tendría que ver con todos los que mueren de hambre cada día, con todos los que no tienen techo donde cobijarse.

Renuncia, si no puedes continuar con ciertos gastos. Renuncia, si nadie de quien conoces ahora mismo quiere ayudarte. En cuanto renuncies, serás libre; y eso te deseo hijo mío, hija mía, para que seas muy feliz dentro de poco, porque Dios no tiene nada que ver con el dinero, directamente, pero sí que tiene que ver con tus virtudes, y cuantas más tengas, más cosas tendrás, junto con ellas, las virtudes.

Muchos han perdido su casa en esa gran crisis mundial, y sufren mucho y quiero consolarlos, diciéndoles que Dios proveerá. Esa es la verdad del cristiano, que Dios permite y compensa, recompensa. Puede que pierdas una casa, pero te dará un hogar. Confía y fíate del que quiere que, junto a la casa, pierdas con ella el estar ligado por ella a personas que no te aman como deberían, porque de amarte, ellas solas te ayudarían sin tener tú ni que pedirles ni que rogarles.

Hay un día y una hora en que todos sufren. Hoy sufres tú, otro día sufrirán ellos, porque es así la vida, nadie se escapa del sufrimiento, que es algo bueno.

Me dirás, ¿qué puede ser de bueno perder una casa donde vives? Pues ya lo verás, porque la vas a perder, o ya la has perdido, pero ¡hay tiempo!, y quiere Dios que, más que una casa, tengas un hogar, un lugar sencillo y alegre donde reine la paz, donde no haya malos recuerdos, donde, mires por donde mires, te llenen esas paredes de buenos recuerdos. Y quiero que en la nueva casa donde pongas tu hogar, pongas atención en que te la ganes con un trabajo moral, con predisposición al bien, con lo que siempre te recordará que pagas el alquiler, si no puede ser de propiedad, con un trabajo honrado y de alto nivel de calidad humana.

Tu casa puede ser otra, pero tú siempre debes ser fiel a Dios. Total, en menos de 100 años, ya no necesitarás ninguna casa, sino que vivirás de GRATIS en la eternidad Celestial, si aquí has dejado casa, amigos, familia, que no te comprendía en tu fe, que veía como locuras tuyas tus grandes actos de caridad.

Renuncia libremente y Dios te dará. ¡Seguro!

Aunque claro, tú quieres esta propiedad, la consideras tuya, pero de haberlo sido, de ser realmente tuya, la tendrías toda pagada; de no tenerla pagada,  no era tuya del todo, la tenías a medias con el Banco. Acepta esto, y deja de presumir de propiedad, esa propiedad que nunca fue tuya, sino que te dejaban vivir en ella mientras la ibas pagando a plazos al Banco, de quien era y es realmente. No te creas engañado; mientras tenías que cumplir con la hipoteca, no era realmente tuya tu vivienda, pero ¡NO PASA NADA!, no pasa nada con que te des cuenta de que no tenías tanto económicamente como pensabas.

Has ayudado a muchos, a muchos que tienen casa, que podrían ayudarte y no quieren hacerlo; tú eres mejor que ellos.

Ahora, a esto no le das importancia, a tener más calidad humana que otros, porque quieres tu casa a toda costa, porque si empiezan a decir que has perdido tu casa, eso te afecta, lo sé. Lo comprendo, y rezo mucho por ti. Pero los que deberían ayudarte no quieren hacerlo, y yo soy pobre y no puedo darte lo que a tantos y tantos millones de personas les falta, porque hay muchos que no tienen casa.

Y, dirás, ¿y qué tiene que ver todo esto de la casa con la virtud de la templanza?…

Tiene que ver, porque adquirir bienes terrenales no está mal, como también está bien adquirir virtudes, y para poseer la virtud de la templanza, deberás perder muchas cosas materiales, porque el dinero no se aviene con las virtudes, y menos con la templanza, porque la codicia es enemiga de ella, de la templanza.

Tú has pedido muchas veces por la virtud de la templanza, y has rezado fervorosamente para que Dios te la entregue, y ahora vas contra Dios porque permite que pierdas tu propiedad. ¿No querías la virtud de la templanza?, pues la vida te enseña a tenerla, por perder lo que te daba seguridad. Y no puedes poner tu seguridad en el dinero, en tu casa, en tu coche o propiedades extraordinarias, sino que debes ir a las ordinarias, a las que tu sólo puedes adquirir y administrar, que son las virtudes, esas que te deseo poseas, y que necesitas poseer para ser feliz en la tierra y en el Cielo.

Eso de la casa, del negocio, del coche, del trabajo, etc., no puede estar en primer lugar en tus prioridades. Algunos, primero van por el coche y luego dejan nacer al hijo; ¡hay tantas aberraciones en la conducta de algunos, incluso de los que podrían ser buenos cristianos, pero ya ves, su prioridad está en sus relaciones con el Banco.

No estoy en contra de la función que hacen los Bancos, pero antes que el dinero o tus propiedades hipotecadas o no, está tu relación con Dios.

Os dije que os daría alegrías referente a la virtud de la templanza, y una de ellas es que no necesitas dinero ni fama para tener esta virtud; ella, la virtud de la templanza, no se compra, al contrario, se adquiere cuando pierdes propiedades, porque, en aceptar la pérdida, adquieres la virtud de templar tus deseos, de controlarlos, de decidir hasta donde y hasta cuanto te permites apostar por lo humano, como es la casa y el dinero, como es la forma y manera de ganarlo.

Adquiriste tu casa cuando aun tu fe era chiquita, ahora que tu fe ha crecido, necesitas cambiar de hogar, porque donde vives ahora, no te trae buenos recuerdos, y Dios, en su bondad, permite un mal menor para darte una vivienda mejor.

A todos los que habéis perdido casa, quiero recordaros que Jesús, Dios, nació en una cueva, luego se fue a Egipto, en una casa alquilada, y regresó junto a María y a San José a su tierra, y allí poco le duró vivir en su hogar, porque tuvo que marcharse a predicar por el mundo, y dijo que no tenía casa para reclinar su cabeza; y tú, tú, discípulo fiel, pretendes vivir mejor que tu Maestro, cuando sabes que vas a pasar por lo que Él, Dios, pasó.

Enfréntate a la realidad, ¡no necesitas de casa!, precisas de un hogar, donde te amen y sientas amor; y esto te lo dará Dios, el Señor; y para ello, primero tienes que perder lo que te ata al pasado, lo que no deja que te perfecciones en la virtud de la templanza.

Dirán que las cosas te van mal, ¡sí!, pero no pasa nada si las cosas humanas van mal esta temporada, porque, gracias a ellas, tu fe se cimentará en roca, tu fe te llevará a la Vida Eterna, a la Casa del Padre, donde no hay soledad, y sí que hay amor y alegría.

Esta es la alegría, que seas templado en tus cosas, y si no tienes antes todo el dinero, que sepas que lo que compras, o en lo que inviertes, puedes perderlo; así son las cosas económicas, que no son para siempre; en cambio, tus virtudes humanas, esas sí que son para siempre, y te ayudan a soportar las vicisitudes de la vida, éstas que no sólo tú padeces, sino que Cristo también vivió, y con Él, la bendita Madre de Dios, que al final dejó su casa para irse a la casa de Juan, a la casa de cada uno de nosotros, ¡a la tuya!

Haz en tu casa un lugar para María, porque ella vive contigo; Dios te la dio, y se va a mudar contigo, y, ¡eso nadie te lo puede quitar!; puede el Banco quitarte la casa que es suya, pero no puede quitarte a tu Madre Celestial, ¡que es tuya!, porque Dios te la dio, cuando, en las últimas, se acordó de ti y pidió a María, su Madre y la tuya, que aceptara venir a tu casa, ser tu Madre para toda la vida, para siempre.

¡Alegría!, vayas donde vayas a vivir, tu Madre viene contigo; ¡no estás solo, no estás sola! Ella te ama, porque es Madre del Amor Hermoso, de Jesucristo, el Mesías, que por amor no tuvo casa, y es Rey de este mundo y del Otro.

Un abrazo muy fuerte, del que te quiere.

Con afecto sincero.

P. Jesús
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49 Carta / A ti, que tienes el propósito de hacer mal por mal

Domingo, 10 de julio de 2.011

A ti, que tienes el propósito de hacer mal por mal:

¡Ya no puedes más!, te dices que estás cansado-a de tantas injusticias, y que van a saber de ti, que se acordarán de ti toda su vida, que… ¡ya basta!

Hijo, hija, ven a mis brazos. Estás cansado de tanta maldad, de tantas injusticias recibidas… Te comprendo. Déjame secar tus lágrimas de dolor.

Van diciendo por ahí todas tus imperfecciones, multiplicadas por su falta de respeto, de afecto, de caridad.

Hoy mi carta es para consolarte, no voy a exigirte nada, no voy a presentarte ningún argumento para que prosperes en virtudes, porque el lugar para las virtudes, para arraigar virtudes en ti, es dentro de tu corazón, y hoy lo tienes atribulado de dolor, del dolor que te han dado los que amas y no te aman NADA.

Lo sé.

Como también sé que has intentado darles, ¡tantas veces!, tu amor, tu cariño, tu respeto, y te han hecho salir siempre de “tus casillas”, queriendo dirigir tu vida, y no precisamente por el buen camino.

Es tiempo de mi abrazo, que te doy el consuelo de parte de Dios, porque como sacerdote que soy, le sirvo siempre a Él, a Dios, a Mi Dios, que es el tuyo y va a seguir siéndolo.

¡No desees más morir! ¡Vive! 

Es preferible que dejes a los que hoy, ahora, no te quieren como deberían quererte, ¡vete!, y vive. Siempre podrás volver mientras vivas. Dales tiempo; date tiempo de ver como el tiempo les enseña lo que es realmente la vida sin amor, sin tenerte a su lado, porque sabían, tenían la certeza de que los amabas, por eso, sabiendo de tu amor, abusaban de tus sentimientos faltándote al respeto.

¡Ya basta!

Dales espacio y tiempo, en nombre del amor con que los amas.

Déjalos que vivan sin ti una temporada.

Y tú, vive para Dios, con Dios, en Dios, y Dios te dará personas que te aman, aunque no sean de tu misma sangre.

Jesús, judío, fue amado por judíos y es amado por millones de gentiles. ¿Comprendes? Sí, sé que lo entiendes. Amén.

Busca la paz en la nueva vida que Dios te propone; en alejarte de las ocasiones de pecar, porque el mal que recibes, casi de continuo, te hace débil, por tu necesidad de afecto de los que mal proceden contigo, y las tentaciones te persiguen, y tus deseos de virtud se ven invadidos por la maldad de los que no saben lo que hacen. Te comprendo.

Busca tu lugar en el mundo, con otra gente, y aunque al principio tengas que estar solo-a mientras no encuentres personas que hagan el bien sin mirar a quien, ¡que hay!, no tantas como Dios quisiera, pero hay, tú eres una de estas.

Déjame besarte en la frente, para que pase tu tormenta. Recibe de este sacerdote de Dios palabras de aliento: tú eres bueno-a.

Gracias por serlo.

Te quiero, y mucho es mi cariño por ti, hijo del Dios verdadero, del que sufrió porque todos lo mataron, ni uno lo protegió, pero, habiendo muerto Jesús, Él, Dios, te protege a ti, ahora y siempre; confía en quien dio su vida por ti. ¡Amor!

Con afecto sincero.

 P. Jesús
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