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Índice cronológico - 6. página

50 Carta / A ti, que no sabes dónde ir

Domingo, 17 de julio de 2.011

A ti, que no sabes dónde ir:

Tienes ya decidido seguir por siempre a Dios, a Jesús, a ser su fiel discípulo, a cargar con tu cruz cada día, a aceptar que no te quieren los que quieres, a ver tu vida de soledad, y decidir preferirla antes que devolver mal por mal.

¿Dónde vas a ir?…

Pon tierra por medio, si tu trabajo te lo permite; sinó, cámbiate de casa y acepta con sencillez y templanza tu nueva vida.

Si tu trabajo no te lo permite, sigue tu vida donde estás, pero medita en marcharte en cuanto Dios lo permita, con su providencia infinita. Confía siempre en Él.

Si debes seguir viviendo en la casa de los que te amargan la existencia, hasta al punto de ponerte en serias condiciones de pecar, busca, o haz el propósito de buscar un nuevo lugar donde ir a vivir; que sea algo sencillo, aunque tengas dinero en el bolsillo, pero para los cambios intermedios, es mejor que busques un lugar opcional hasta que no halles el amor de los seres que te lo van a dar, por Gracia de Dios; que Dios sabe de lo que necesitas. Por eso te digo que sea un lugar como de paso, porque estás pasando de una triste vida a una vida mejor, sin tener que enfrentarte a la posibilidad de pecar, y perdiendo tu identidad de hijo-a de Dios, te pierdas el Cielo, por vivir en este infierno sin afecto de los que deberían quererte, y en vez de esto, hacen obras y sueltan palabras que te duelen a morir. ¡Vive!

Todos los cambios llevan dolor e incertidumbre, pero es mejor esto que dar mal por mal. ¡No peques nunca más!, que sea esta tu intención.

Llena las maletas y despídete, sí. Haz las cosas bien. Deja que una vez más te insulten, pero no des con el silencio. Tú te despides, aunque te pese, y diles que los escribirás, que te mantendrás en contacto con ellos. Y es mejor por escrito, hasta que no aprendan que te han perdido, y empiecen a respetarte como ser humano, si no lo hacen como padre, como hijo, como hermano…

Te será duro, pero no doloroso. El dolor es vivir sin comprensión y rodeado de sermones sociales-mundanos, sin ton ni son, y a todo tiempo, y teniendo que enfrentarte siempre con tu fe.

Dios te ayudará.

Dios proveerá.

No devuelvas nunca mal por mal, ¡es pecado grave hacerlo!

Hoy hablaré poco porque, cuando uno se va, cuando uno deja a los seres que ama y que lo crucifican en toda ocasión, necesita de soledad una temporada, porque Dios Espíritu Santo quiere consolarte, y lo hace, y lo hará, mientras sigas viviendo en Gracia de Dios.

Tu prioridad es vivir en Gracia de Dios.

Y, tómate unas vacaciones de Amor con Dios. Esas que propuse ya el año pasado. Que los de CatholicosOnline pongan el link aquí mismo, para que puedas acceder a ellas, y vívelas en esta tu nueva vida.

Fe, esperanza y caridad. Eso da Dios Espíritu Santo, en cuanto lo aceptas como Amigo de tu viaje en esta vida terrenal. Comparte tu vida con Él, este Gran desconocido que es Dios Espíritu Santo, y que es el Amor que necesitas ahora y siempre. Te encomiendo a Él. ¡Vive con Él! Acéptalo como a tu Dios de Amor que es. Déjate Amar por Él, por Dios Espíritu Santo. Y ve con María, tu Madre bendita; Ella siempre ha estado a tu lado, sufriendo viendo como eras tan mal tratado por las personas que amas y que deberían amarte, pero no lo han hecho, y es hora de reconocerlo. Dios ya te dará ocasión de una verdadera reconciliación, cuando sean capaces de respetarte y de valorarte, y de permitirte vivir la fe católica. Todo llegará si rezas por intercesión de la bendita Madre de Dios, la mujer más poderosa del mundo entero, la más fiel, la más hermosa, la misma Madre de Dios, de Jesús, que anda contigo, como a lo que es: tu hermano, tu amigo; ten un trato así con Él.

¡No estás solo!

Y a tu Ángel de la Guarda, ¡no lo olvides!, habla con él, pídele ayuda en todo, sobre todo en lo material y físico; para lo espiritual, Dios Espíritu Santo, siempre está contigo.

Bienvenido a los que dejamos todo para vivir sin hacer mal a nadie, para vivir en obediencia a Dios Padre.

Con afecto sincero.

P. Jesús
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51 Carta / A ti, que no sabes cómo predicar el evangelio si también dudas

Domingo, 24 de julio de 2.011

A ti, que no sabes cómo predicar el evangelio si también dudas:

Si dudas no puedes predicar el evangelio, debes vivirlo, y, mientras vayas viviéndolo, Dios te llenará de fe, por tus obras, y luego podrás predicar.

Lo que sí puedes hacer, es PROPAGAR el evangelio, que no es lo mismo que predicarlo. Sé que me has comprendido perfectamente.

Sabiendo que dudas, debes fortalecer tu fe cumpliendo obedientemente con ella, sin cuestionarte nada, dejándote llevar por tu deber, el de rezar, el de cumplir con todos y cada uno de los mandamientos, y de usar de los sacramentos. Haz esto un año, viviendo en Gracia de Dios, y si lo cumples, si obedeces sin cuestionarte nada, haciendo como el hijo pequeño que obedece y cumple con su deber de hijo al Padre, que le pide se porte bien; y, ¿qué hay de malo en ello, en hacer las cosas bien y ser bueno?, nada de malo hay; entonces no hay dudas que hagan dudarte de hacer el bien, pues hazlo; haz el bien que Dios Padre te pide, y si te despistas y pecas, que lo vas a hacer, y que por eso Dios dejó a su Iglesia los sacramentos, en este caso, el de la penitencia, el de la confesión, entonces, ¡utilízalo!, y lo utilizas cuantas veces te haga falta, y lo antes posible; ¡no vivas en pecado!; no vale la pena vivir sufriendo cuando tienes a mano la confesión y por ella recibes la consolación de Dios Espíritu Santo; ¡déjate consolar, no seas soberbio!, vive en paz, amor y alegría, y eso lo dan los sacramentos; confía en ellos, son de fiar; no han hecho mal a nadie, NUNCA JAMÁS, al contrario, todo el bien que deseas y quieres, tanto para ti como para los demás, te llega por ellos, los sacramentos. Así que dale un voto de confianza a Dios, y ¡úsalos!, ¡disfruta de recibir Amor, el Amor con que Dios te ama!, eso dan los sacramentos: Amor de Dios. ¿Lo quieres?, ¿quieres recibir, sentir, vivir, el Amor de Dios en ti?, entonces, usa de los Sacramentos, y ¡adelante con tu vida de fe!

Pasado el tiempo, hijo mío, hija mía, las obras de tu obediencia a Dios Padre, imitando en todo a Cristo, Jesús, te darán confianza y serenidad, y verás la vida como lo que es: maravillosa, y amando la vida de verdad, podrás predicar el evangelio; por tu fe.

Es fácil. Haz la prueba.

Vivirás mejor y teniendo más calidad de vida, la alegría del vivir te quitará las dudas, porque dudas ya que no eres feliz. Serás feliz cuando obedezcas a Dios Padre, mi pequeño-a hijo-a de Dios. Deja que Dios te ame.

Con afecto sincero.

 P. Jesús
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52 Carta / A ti, que dudas de si amas o no a la persona con quien vas a casarte

Domingo, 31 de julio de 2.011

A ti, que dudas de si amas o no a la persona con quien vas a casarte::

¡No te cases mientras dudes!

Puedes dudar de la fe, es lógica esta duda, pero no puedes dudar de entregar tu vida entera de fidelidad y para siempre a otra persona en santo matrimonio, y recibir de ella su vida entera de fidelidad y para siempre. Si dudas, NO TE CASES.

El matrimonio no es para dejar la soledad, ni para prosperar económicamente en la vida, o socialmente, ni para hacer feliz a la otra persona, ni a tus padres, o uno de ellos, o por venganza de la persona que amabas y te dejó.

No haces nada de lo anterior, cuando te decepciona un empleo, no vas adrede a ocuparte de un trabajo que no quieres, entonces, tampoco lo hagas, tampoco te cases si dudas, o si ves que la otra persona duda.

El matrimonio es un sacramento y no una oportunidad social, ni una condición humana para evadirte de tu realidad, ¡al contrario!, el matrimonio es para hacer una realidad social entre dos personas que se aman y aman a Dios sobre todas las cosas; este es el matrimonio por la Iglesia, el matrimonio canónico, el matrimonio sacramental.

No hace falta que te cases por soledad. ¡Hazte de un club!, de un grupo religioso o social.

¡Cásate sólo por amor a la otra persona!

Cásate para dedicarte a hacer feliz a la otra persona, y para aceptar la felicidad que la otra persona te dará a ti.

Si es una persona que no te hace feliz, ¡no te cases!, porque en el matrimonio la felicidad que tendrás será la que la otra persona te dará, ¡ninguna otra felicidad vas a tener!

Y la otra persona únicamente va a ser feliz con la felicidad que tú le vas a proporcionar, y si tú no la amas tanto como para vivir SOLAMENTE PARA HACERLA FELIZ, ¡¡NO TE CASES!!

Ves que es fácil dejar de dudar si amas o no a esta persona con la que te vas a casar.

Espera, ¡no tengas prisa en las cosas del amor humano, aunque sientas pasión y ganas de tener sexo!, ¡no vas a ser feliz si no vives para hacer feliz! ¡No te hará feliz si no la amas hasta el punto de vivir para hacerla feliz y aceptar que tu felicidad sea lo que esa persona te dará!

¿Cómo es esta persona?

¿Qué te da?

¿Qué recibes directamente de ella?

No confundas lo que recibes de ti mismo-a por lo que ella te proporciona. Una prostituta puede también proporcionar goce sexual y no es normal pensar en entregarle toda tu vida casándote con ella. Sé que me has comprendido.

Un Banco puede prestarte dinero, y no por ello te vas a casar con el director del mismo, sino que vas a pagar con dinero (los intereses acordados), por el dinero recibido, pero no te vas a casar con ningún banquero. Sé que me has comprendido.

Cásate pensando en tus posibles futuros hijos, pensando en el padre o la madre que quisieras para ellos. Seguro que no quieres que pasen por la vejación de tener una madre prostituta, o un padre que es padre de muchos otros hijos.

Es serio casarse. ¡Te la juegas!

Es más serio casarse que intentar vivir la fe católica. Uno puede arriesgarse a vivir la fe aunque dude, pero dudando no puede casarse. El amor humano no es lo mismo que el Amor de Dios. Dios no falla, ¡JAMAS!, lo tenemos comprobado por los santos. Y casarse con una prostituta o un mal padre, eso también está comprobado por tantos infiernos que viven los mal casados. Que te sirva de experiencia la experiencia de los santos y la de los que sufren por haberse casado mal.

Tú, sé listo: sé santo, y cásate con alguien que quiera ser santa, y ya por sus obras, veas que vive las obras de la fe. No te dejes hipotecar tu vida, que es distinto a hipotecar tu casa; una casa la puedes dejar, e ir a vivir a otra distinta, pero si dejas a tu cónyuge, a menos que el matrimonio no sea declarado nulo, no vas a poder recibir los sacramentos NUNCA MÁS, si por necesitar amor, que es por lo que te casas, te juntas luego con otra persona. Y, difícilmente, tu matrimonio puede ser declarado nulo sabiendo todo lo que te he enseñado hoy sobre el mismo, porque sabes de qué va el amor humano, de casarse por amor, para VIVIR pensando, después de Dios, en hacer feliz a tu cónyuge, renunciando a tu propia felicidad; que sólo serás feliz con la felicidad que tu cónyuge te da, y como católicos, deberéis vivir la fe, deberéis obedecer a Dios Padre, que si quiere daros hijos, y posiblemente querrá, no le atéis las manos utilizando medios anticonceptivos naturales sin tener motivos graves; y si eres hombre, piensa en esta mujer que has elegido, si dejará que en su cuerpo se desarrolle la maternidad las veces que Dios quiera, y normalmente no son dos ni tres, ni una, sino que son más. ¿Querrá? Y, ¿querrá el varón con quien te cases, cuidarte y alimentar con el trabajo que realice él, tener hijos de los dos? ¿Trabajará lo suficiente?, porque al igual que la madre está pendiente de sus hijos 24 horas al día, el padre debe pensar en su labor, en su profesión, y dedicarse a ella, muchas horas. Y ambos, ¿seréis capaces de vivir la templanza en las cosas de este mundo?

Casarse, como ves, NO ES UNA LOTERIA, sino se basa en programación, en visión de futuro, en vivir la fe viva, en darse totalmente al otro, por amor a Dios.

No todos tienen vocación al matrimonio. Muchos lo confunden con los deseos lascivos del cuerpo físico.

La vocación al matrimonio lleva a la santidad, porque es un camino MUY DIFICIL, que desemboca a la vida Celestial en el Reino de los Cielos, donde se cumplen todas las promesas de Dios, para los bienaventurados. Y los casados, como buenos discípulos de Cristo, van a vivir todo lo que Dios vivió, no se les dará ninguna ventaja, porque el siervo no es menos que el Señor, como no lo es al Amo.

Si estás solo-a, antes de mal casarte, mejor que te hagas de un club social, porque el matrimonio sacramental es para los futuros santos. Los que, al igual que los sacerdotes y los religiosos y laicos consagrados, saben vivir sin sexo por amor a Dios, y se casan, no por el sexo que tendrán, que es lo que da validez al santo matrimonio, el consumarlo uniéndose los dos en un sólo cuerpo para tener hijos, que este es el oficio del matrimonio: usar, por amor y con amor, del acto sexual, para dejar que Dios, si quiere, y normalmente quiere, tenga el matrimonio familia súper numerosa, es decir: ¡más de tres y de cinco!, todos los que Dios conceda a una vida de placer sexual, que no puede negarse, uno al otro, ni por caprichos, ni por venganzas, ni por miedo a la maternidad, a la paternidad, a perder el físico, el dinero o el egoísmo. ¡No te cases con nadie egoísta, aunque sea muy lindo-a!, cásate con alguien sincero, que no diga que hay causas graves para tener otro hijo, sin tenerlas. Y que sepa vivir la pobreza, porque el matrimonio es un llamado a la santidad. Y ya hay demasiada mediocridad en algunos que se llaman católicos, y que en sus alcobas son como los ateos y agnósticos, sólo se tienen en cuenta a ellos mismos y pasan de Dios, lo dejan para cuando salen de la habitación para irse a Misa. Sí, por desgracia, la piedad en muchos es sólo rezar, pero no tienen obras de fe. 

Hazme caso hijo mío, hija mía, que soy sacerdote y he visto y veo lo mal que acaban los que se casan mal. Tú cásate sólo por vocación a la santidad con una persona que como tú tenga vocación a ser santo-a, y entonces aun y viviendo una y mil tentaciones, que el Demonio se ocupará de tentaros utilizando las caídas de las personas que amáis, sobre todo padres, hijos, hermanos, amigos, jefes o compañeros de trabajo, podréis ser felices en los momentos íntimos de vuestro amor y en los de lucha, porque unidos venceréis siempre, ya que donde hay dos que piden a Dios, Dios los escucha, y por su fe se lo concede.

Nadie puede destruir la vida de un matrimonio verdaderamente canónico, ¡NADIE!, porque son indestructibles los que unidos viven para vivir la santidad.

Os deseo una vida santa, un matrimonio santo. ¡¡¡Felicidades!!!

Oh mis amados hijos casados, Dios os bendice con las dos manos.

Dios confía en vosotros, sabe que el amor lo puede todo.

Con afecto sincero.

 P. Jesús
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53 Carta / A ti, que deseas que te escuchen

Domingo, 7 de agosto de 2.011

A ti, que deseas que te escuchen:

¡Sé breve!

Todos tienen cosas que decir, todos quieren expresar su sentir, y pocos escuchar a los hambrientos en hablar.

Sé breve, expón tus opiniones, haciendo saber que son tus opiniones, y luego pide el parecer de los demás.

Pocos saben dialogar, muchos son grandes genios de la narración, y esto cansa.

Te voy a seguir mostrando lo que es el diálogo, para que seas bien reconocido por todos por tu diálogo.

Como te he dicho, hijo mío, hija mía, expón tu opinión con brevedad, y no hables de muchos temas a la vez, la gente tiene muchas cosas en que pensar, cosas que le preocupan, así que dales un tema de una vez, y, como digo, una vez expuesto con brevedad, pides la opinión de su versión; y expuesta ésta por quien te oye, luego, vuelves a darle tu opinión sobre lo que te ha dicho, y así sucesivamente, hasta “agotar el tema”.

No hables por hablar, prepárate el tema, si quieres ganar, si quieres que tus ideas aceptadas, entonces, no cansen con florituras, sino que descansen tus opiniones con las flores de la educación. Y, ¡no interrumpas!, aunque te interrumpan. Es decir que, cuando hable otro, tanto si has terminado tú como si no, no interrumpas, deja hablar, porque en la expresión de la palabra, se entrega la voluntad. Por eso mismo te pido que seas breve, para que nadie tenga de ti más que lo que desees dar, porque el pez muere por la boca.

A ti que deseas que te escuchen, incluso dentro del matrimonio, se breve, ten tu parcela personal y, en ella, habla todo lo que quieras y cuanto quieras con Dios y la Virgen María, pero, no canses a tu cónyuge, hijos o familia, no mueras como el pez, por tu boca.

Y en cuanto a tu profesión, te diré que más que muchas palabras, lo que vende el producto, es que sea bueno, de calidad probada, que tenga un precio justo y que reces mucho a Dios para que los negocios te sean prósperos. Habla, pero no digas mentiras.

Y a ti, que estás enamorado-a, habla de tu vida, de cómo eres y quién eres, porque no pretenderás que te amen sin comprenderte. Fíjate que al personaje principal de una película, se le quiere, porque se le conoce y se le comprende lo que hace. Si quieres enamorar a alguien que valga la pena, habla de ti, no hace falta que lo invadas con muchas palabras en un día, sino que el noviazgo es esto, el irse conociendo, descubriendo el uno al otro, como el protagonista de una futura película de amor eterno.

Hoy, haciendo caso a mis consejos, seré breve también yo con vosotros, pero antes de deciros adiós y daros mi fraternal abrazo, os pregunto para que cada uno se responda en oración: ¿cómo va tu diálogo con Dios?… A los que poco hablan con Él, ahora entiendo que por no darse a conocer, la vida les sea tan dura, porque aunque Dios Ama a todos, a los que le cuentan sus cosas, Dios los conoce más y, al pedir ellos, Dios les da. Si tu eres de los que no hablas mucho con Dios, corrige esto, porque deseo que tu vida sea feliz, y Dios puede hacerlo posible, sólo tienes que pedírselo.

¡Hasta la próxima semana!

Con afecto sincero.

 P. Jesús
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54 Carta / A ti, que quieres tener razón

Domingo, 14 de agosto de 2.011

A ti, que quieres tener razón:

La virtud de la paciencia, es una gran virtud, porque con ella, con tu paciencia, puedes acabar teniendo razón con los que no son razonables y hablan mal y hacen perder la paciencia de quien los escucha.

Hijo, hija, no puedes imponer tus ideas, debes exponerlas.

Si tienes la razón y quieres que otros te la acepten, no seas irrazonable a la hora de exponer tus razones para que sean aceptadas; antes tienen que ser razonadas, y para esto necesitan de tiempo. Quizás tú lo ves fácil y claro, pero es muy difícil que a uno le acepten sus razonamientos, si no los comparten; antes tendrán que escucharlos, y para exponerlos, deberás hacerlo con acierto.

Y, aunque sientas pasión por tus razones, debes exponerlas razonando, porque a nadie le gusta que le presionen, sino que a todos agrada que le informen.

Y, una cosa es que quieras tener razón, y otra es que la tengas.

Por eso, antes de exponer tus razones, infórmate de que sean apoyadas por el sentido común, por la misma naturaleza y por la ley que rige la Verdad, la ley del Amor Universal. Sí, he dicho el amor, porque Dios todo lo ha hecho y lo hace por amor, y si consigues, con tus razones, entrar en el corazón de quien te oye, habrás pasado la barrera de la inteligencia, porque muchos, antes de comprender por la razón, lo aceptan todo por el corazón, y al corazón se le habla con susurros, con canciones de amor.

A ti, que quieres tener razón, que sepas, que los que te oyen, también tienen su razón, y quieren que tú la acojas como tuya, y la vida no es una lucha por las razones de uno y otro, sino que es una lucha para cumplir con tus obligaciones; y tu obligación primera es amar a Dios sobre todas las cosas, te den los otros, la razón o no, de esta Gran obligación, que te dará como recompensa la Vida Eterna.

Hijo, hija, a Dios le pido en tu nombre, que tengas una semana maravillosa.

Con afecto sincero.

 P. Jesús
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55 Carta / A ti, que quieres servir con alegría

Domingo, 21 de agosto de 2.011

A ti, que quieres servir con alegría:

Te daré hoy varias recetas muy efectivas. No te quejes, no critiques, vélo todo providencial, dando gracias a Dios por tu vida, y pídele servir con alegría.

Todos te querrán a su lado, en verano, otoño, invierno y primavera.

No hay nada más bonito y digno, que la caridad bien entendida de servir a todos con alegría. Si lo haces así, verás que tu alegría regresa renovada, y se pone en tu corazón para empezar cada día la hazaña de practicar la verdadera caridad, la de amar a Dios sobre todas las cosas, y querer dar a otros la alegría de la esperanza fiel de que los que cumplen con la fe, van a recibir el ciento por uno y la Vida Eterna, en justo pago del que justamente hace como Cristo, y llevando su cruz, ayuda a todos, con la esperanza feliz, de que el Amor de Dios es fiel y ya se está salvado por las obras de la fe.

Ayudad a los tristes, que han pecado, ayudadlos a reconciliarse con la fe, a sentirse amados por Aquel que ama a todos: Dios, Jesús, el Cristo, Señor de Cielos y Tierra, el dueño del mundo, el Rey de reyes, cuya recompensa recibió por su amor, ¡la Cruz!. Amemos la Cruz de Cristo, y a sus pies, llora tus amarguras, y ¡sal al mundo!, luego de llorar y rezar, con la alegría de haber sido oído, de haber sido escuchado, de haber sido Amado por el Amor verdadero y fiel de un Dios que todo lo ve, y viéndote humilde y sencillo, te llena el corazón con la alegría que da la aceptación de la realidad y la lucha con tesón de resistir cualquier contrariedad con tal de no pecar.

No peques más y sirve con alegría. Ve a buscar tu alegría en el Altar, en la Comunión con Dios Hijo Jesucristo, después de una buena confesión, que te hará distinto, cada vez mejor, porque el Consolador, Dios Espíritu Santo, al Amarte tanto, después de perdonarte Dios Padre, te besa en el alma entera, y este beso de Amor de Dios, llega hasta tu corazón y te remonta en alegría, la alegría de la certeza de que eres perdonado, de que, por la confesión, la Sangre de Cristo te ha lavado y puedes ir a recibirlo en la Comunión, como un niño ante su primer regalo.

Dios te bendiga hijo mío, hija mía, con el don de la alegría, que se recibe por hacer cada vez que confiesas, una buena confesión, esa en la que te acompaña el dolor de contrición.

Dios te ama, hoy, ayer y mañana.

Con afecto sincero.

P. Jesús
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56 Carta / A ti, que te has enfadado con alguien que amas tanto

Domingo, 28 de agosto de 2.011

A ti, que te has enfadado con alguien que amas tanto:

Muchas veces en la vida, las circunstancias adversas que llegan de sorpresa y te invaden el corazón de dolor, miedo e impotencia, te hacen una mala pasada, porque sin callar, ¡hablas demasiado!, y das al traste con una buena amistad de tantos años.

¡Pide perdón!

Pero ocurre que, a veces, uno no pide perdón porque no se da cuenta de que debe hacerlo, porque a veces el que ofende le parece ser el ofendido, porque cuando ofendió, recibió la respuesta a su ultraje, y creó violencia con sus palabras frías y duras, como fría y dura es la circunstancia que lo llevó a dar mal por mal y ser portador e incitador de temores, de dudas, de fracasos y burlas.

El perdón tiene una cosa; cuando uno pide perdón, se libra de la mala conciencia y, si es perdonado, recibe un vaso de agua que le alivia de su dolor, el dolor de ser un pecador.

Cuando Cristo pidió que se diera un vaso de agua, también quería que ese vaso fuera el perdón dado al hermano que te lo solicita.

Ve a Misa, y dile a Dios que te has portado mal, que necesitas de una Madre buena como la suya, porque no te han enseñado bien las cosas de la vida ni las de la muerte. Y Dios, te remitirá a su Madre, que en su bondad, María, te escuchará y te ayudará a reconciliarte con esta persona que amas y, que por un golpe bajo de la vida en un día inesperado, te hizo pecar contra quien quieres tanto, y lo has ofendido, y lo has humillado, y les has dicho cosas que lo han hecho sufrir tanto, que te ha contestado, como dirían los mundanos, “como te merecías”; pero esto no es cristiano, porque el cristiano no puede dar mal por mal,  ni por bien, ya que el verdadero y fiel cristiano, siempre tiene que hacer el bien sin mirar a quien y, cuando ve a un amigo muy contrariado por algo que le han hecho o le han dicho, debe ayudarlo y consolarlo, porque nadie está preparado para recibir el mal y lo malo; la esperanza siempre está en todos, y es lo último que se pierde, y si la realidad lleva a perder las esperanzas, uno se subleva y arremete con quien tiene más cerca, y te ha tocado a ti, y Dios lo ha permitido porque quería que, en tu bondad y caridad, ayudaras a tu hermano en Cristo a sobrellevar la dura realidad.

Consolar no es fácil, es lo más difícil del cristiano, aun es más fácil evangelizar, todo y siendo tan difícil, que consolar al que sufre, por la maldad que ha recibido de improviso.

¡Sé bueno con todo el mundo! y mantente siempre sereno, con la humildad del que puede ser humillado y lo ofrece a Dios para reparación de sus muchos pecados, porque ni uno es santo, ¡sólo Dios!

Amigo-a, hermano-a en Cristo, está a punto de acabar el mes y ya entraremos en otro; la vida pasa, y seguimos siendo amigos, porque entre los dos, tú y yo, hay respeto y cariño; sé bondadoso con tu prójimo, porque cuesta poner en práctica las enseñanzas de Cristo; tiene uno-a primero, que sabérselas, para que pueda luego ponerlas en práctica, pero recuerda una clave rápida: perdona a todos, no guardes rencor, porque cada uno tiene un Juez y un Salvador. Acuérdate de ésta y pide perdón al que has ofendido por no haberte ayudado a mantenerte en paz, porque a todos cuesta la santidad.

Rezo por ti.

Con afecto sincero.

P. Jesús
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57 Carta / A ti, que eres amigo-a de los desamparados

Domingo, 4 de septiembre de 2.011

A ti, que eres amigo-a de los desamparados:

Esos que no tienen techo, ni comida, ni palabras de aliento, ¡bienaventurados! Y bienaventurado tu, hijo-a, amado-a de Dios, por ser amigo-a de los desamparados, por dedicar parte de tu jornada a ellos, aunque sea rezando por ellos, ¡bendito-a eres y serás! Muchos pecados te serán perdonados por dar al necesitado.

¡Cuántas almas en pena van vagando por el mundo!

¡Cuántos corazones lloran!

¡Cuántos ojos miran buscando ayuda!

¡Cuántos ojos ya no buscan!

¡Cuántos ojos ya no lloran!

Y tú, amado-a de Dios, pensando que no sirves para nada. Piensas quizás que sólo la acción es valorada, pero déjame decirte, oh amado-a de Dios, que tu oración vale tanto o más que la acción, porque para que tú obres, alguien, o tú mismo, has tenido que rezar primero.

Date un respiro, ¡sal de ti mismo-a! y ve a Dios con la oración.

¡Amado-a y bendito-a!, Cristo te salva si quieres. ¿Quieres?, sí, sé que quieres. Entonces, ¿qué problema hay?; tú quieres y Dios quiere; ¿qué pasa entonces contigo hijo-a, bendito-a del Padre?…

¡No estás solo-a!

¡Dios te Ama! ¡Dios te sana! ¡Dios te perdona!

Infórmate bien de quién es Dios, y fórmate en su doctrina, y vive siendo amigo-a de los desamparados, porque ellos, aún sufren más que tú. No tienen, nada ni a nadie…

Muchos no tienen a nadie que rece por ellos.

Algunos viven en países muy pobres, y son muy desdichados. ¡Dales tu alegría de rezar a Dios por ellos!

Aunque son los hombres, las personas, los que hacen la acción física, antes pero, es Dios quien mueve los corazones a la santa misericordia, a la ayuda espiritual y física a los desamparados.

Tú puedes hacer tanto por ellos.

Empecemos juntos, recemos:
Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros Tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María; llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.

Si supieras cuánto bien acabamos de hacer tú y yo, rezando juntos. Los Ángeles de Dios, se han puesto en acción por nuestra bendita oración.

Te quiero mucho.

Gracias por rezar conmigo. Eres verdaderamente hijo-a de Dios.

Que la Virgen María te acompañe en este día y durante toda tu vida, la terrena y la Eterna, porque vas a vivir en el Cielo, oh bendito-a del Padre.

Con afecto sincero.

P. Jesús
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58 Carta / A ti, que te sabes con mal carácter

Domingo, 11 de septiembre de 2.011

A ti, que te sabes con mal carácter:

Expondré en esta carta, unas palabras que una persona, que tanto ama a Dios, escribió sobre una de mis meditaciones en CatholicosOnline, y decía: “Qué hermosa reflexión, claro que estoy muy sucia, y eso duele; quiero cambiar y no puedo, sufro realmente por ser como soy, tengo un carácter horrible, daño a los que amo. Le pido a Dios con mucha frecuencia que me ayude, y ya no sé qué decir o hacer; yo sé que Dios me ama, pero no puedo dejar de gritar a mis hijos; ¡qué horror!”

Dios sale a tu paso, viene a tu encuentro cuando sientes que tu conciencia te acusa.

¡Dios no te abandona!, ¡jamás!   

Y los sacerdotes estamos para aliviar a las almas que sufren tanto por no ser santas, ¡cómo tú!

Debes de amar más a Dios. ¡Olvídate de ti y ama a Dios!, pero propóntelo en serio, no cuando hayas primero solucionado estos problemas que te llenan de desespero y mal humor, que descargas con las personas que amas. No te digo que te esfuerces en ser mejor, porque sé, ¡estoy seguro!, que lo haces, que te esfuerzas ¡y mucho!, lo sé. Te pido, te suplico de rodillas, que pienses en amar a Dios sobre todas las cosas y personas, ¡sobre ti misma! Olvídate de tus hijos, olvídate de todos, y piensa en Cristo, ¡tu Dios!, Imagínate a Cristo delante de ti, sintiéndote y con intención de escucharte en tus lamentos, ¡háblale de tus penas!, cuéntale tus desgracias y sufrimientos y llora; si es preciso, ¡llora! Dios Espiritu Santo, vendrá raudo a consolarte, y te cubrirá de besos santos; los besos de Dios, que confortan, que alivian, que sanan más que los besos de cualquier buena madre. ¡Deja que Dios te Ame!

Quiero que entiendas, que comprendas que tu vida real va de tu relación de Amor con Dios. ¡En serio! De esto va la vida, de tu vida de relación con Jesús, que es Dios.

Ama a Jesús.

Visita a Jesús.

Cuando tienes mal humor, es que te sientes sola, es que te crees que nadie te pude ayudar, y no te ves capaz de afrontar con éxito los problemas de la vida, pero realmente, ¡no estás sola!, y sé que sabes, que Dios te Ama y te acompaña, pero te has olvidado de que Dios es Todopoderoso, de que puede ayudarte de verdad, en todas tus cosas, en todas tus relaciones con otros.

Ya sé que en asuntos de hijos, fui niño e hijo, hay cosas que son del momento, que en ese preciso momento hay que solucionarlas, que parece que no hay ni un instante para alzar el corazón a Dios, pidiendo ayuda. Pero no es cierto, un segundo, la mayoría de cosas urgentes pueden esperar, incluso una respuesta, y es el tiempo que necesitas para decir en pensamiento: “Jesús ayúdame”. Y en cuestión de hijos o subalternos, o familiares, incluso entre cónyuges, puedes empezar en hacerte repetir lo que te han dicho, y muchas cosas, nadie las repite, porque muchas son dichas a la tuntún. Los hijos tienen unas circunstancias que los manipulan, y es que, el cuerpo está creciendo, se están desarrollando físicamente y los trastornos orgánicos, les hacen hablar, a algunos, más de la cuenta, a otros, los encierran en silencios, muchas veces hoscos o bruscos, pero es que su cuerpo los sojuzga con los síntomas del crecimiento y la transformación hormonal. Debes tenerlo en cuenta, madre. Ellos no saben bien, muchas veces, lo que dicen ni lo que hacen, es más, muchas cosas las dejan por hacer. ¡Sírvelos!, sí, ya sé que lo que te he dicho y lo que te diré, va contra los manuales de pedagogía infantil, juvenil y para adolescentes, que siempre dicen que vayas exigiendo, y ¡claro!, en exigirles hay los roces, hay las broncas, hay los gritos, el mal humor. En cambio, yo te pido que apliques también aquí las enseñanzas de Cristo, que son para todas las ocasiones y para todas las personas, porque Dios no dijo que se sirviera a nuestros semejantes menos a los hijos, al cónyuge, a los padres, a los suegros, ¡¡¡noooo!!!

Dios, quiere que laves los pies de todos, empezando por los de tu casa.

Así que ponte un paño en la cintura, para no ensuciarte, arrodíllate y empieza a lavar los pies de tus hijos.

¡No temas hacerlos unos consentidos!, si ven y saben que todo lo haces por Jesús, por Caridad, que eso también tienen que saberlo. Debes de decírselo. Por ejemplo: “Ordenaré tu dormitorio, no por ti, sino para ti, para que lo tengas limpio y para que vivas bien, y Dios, Jesús, esté contenta de mí. Si no está contento de ti, allá tú con Jesús, que es el que te juzgará a ti y a mí, pero yo quiero hacer todas las cosas bien, y es bueno que tengas tu cuarto ordenado”. Y se lo dices en paz, con paz, la paz de decir la verdad. Es bueno que sepa-n porque les ayudas aunque no se lo merezcan. Y hazlo todo sin gritar y sin rencor, porque pasa algo maravilloso y único, cuando los demás ven tus obras de amor a Dios, sirviéndolos a ellos. Pasa que ellos, los que te ven, te imitan. Pero tiene que ser en serio, salido del corazón, sabiendo que Dios te premiará por ello, y a ti te interesa más la recompensa de Dios que incluso el que tu-s hijo-s, se ordenen o no la habitación. Y también mientras lo hagas, reza por ellos, para que otro día sean ellos quien se la ordenen, que este sacrificio de servirlos, sirva para que Dios toque sus corazones. Si haces esto verás milagros en ellos, por la fuerza del Amor. Y tú harás méritos para tu propia salvación y la suya. Además muchas enfermedades pasarán de largo de tu familia, porque cuando los hijos, cuando las personas no reaccionan, no hacen lo correcto, el cuerpo sufre y se enferma; por eso también, siempre hay que hacer el bien.

En caso de que estuvieras enferma o con mucho trabajo, y no pudieras servir a los tuyos en algunas cosas, debes de pedirles su ayuda, no gritarles ni ordenarles que hagan lo que quieres, que muchas veces es lo que deben hacer, pero, ellos, como tú, como todos, tampoco no cumplís todo lo que Dios os pide en los 10 Mandamientos de su Ley, sino que muchas veces, en vuestro examen de conciencia, os dais cuenta de que no habéis obrado bien, que habéis decepcionado a Dios Padre, y lloráis, como llorarán vuestros hijos cuando os decepcionen, si vosotros, como Jesús, que es Dios, sois buenos, como Él lo fue siempre, aun sabiendo que Judas lo iba a traicionar, pero hay un destino universal que cumplir, y vuestros hijos también lo están cumpliendo. ¡Déjalos que lo hagan!, déjalos ser Judas, o Pedro, o San Juan, el más amado de Jesús.

Los padres, parece que no se enteran, hasta que es tarde, de que sus hijos son libres, ¡Dios lo quiere así!, así nos ha hecho a todos, para poder salvarnos, premiarnos, como dice en Apocalipsis 2, 7: “Al que venza le daré de comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios”. Pero esta comida, debe cada uno ganársela, no puede Dios darla sino a cada uno, al igual que la Comunión, cada uno tiene que abrir su boca para comer el Pan de Vida Eterna.

Madre, padre, acepta la individualidad de cada uno de tus hijos, y aunque son tuyos, lo son para dar cuentas a Dios de lo que has hecho con ellos, de si les has dado la vida y buen ejemplo.

Sé que me has comprendido. Sé que me admiras, y daremos gracias a Dios los dos, con esta oración: “Gracias Padre, porque escondes todo la Verdad a los orgullosos y soberbios, ya que la Verdad es para los humildes de corazón, los que lloran diciendo: Estoy muy sucia, y eso duele; quiero cambiar y no puedo, sufro realmente por ser como soy; tengo un carácter horrible, daño a los que amo.”

Dios te bendice hija-o, que lloras por tu mal carácter, por no dar el bien a los que amas. Sé, que después de leer esta carta, algo cambiará en tu vida, y serás otra persona distinta, porque Dios también toca con las palabras de sus sacerdotes. Esto es lo maravilloso de ser sacerdote, de tener el sacramento sacerdotal, que por el sacramento Dios va al sacerdote y a todos los que el sacerdote ama, y yo te amo a ti, porque amo a Dios, y yo te sirvo a ti, con mi ministerio sacerdotal, porque amo a Dios, al que tú amas, y Él nos Ama a los dos. Dios Padre es lo más maravilloso de la Creación, porque por Él todos existimos y somos y tenemos Amor, somos Amor de Dios; tú y yo.

Con afecto sincero.

P. Jesús
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59 Carta / A ti, que te dispones a servir

Domingo, 18 de septiembre de 2.011

A ti, que te dispones a servir:

Con la toalla en la cintura… como hizo Jesús. Jesús, que es Dios, se protege de la suciedad de los pies de los hombres, Él, Jesús, Dios, no quiere contaminarse, no quiere ensuciarse estando al servicio de los demás, de sus apóstoles. Jesús, no lavó los pies al dueño de la casa, que les prestó la estancia para celebrar la Última Cena, sino que Cristo vino al mundo a salvar a los judíos, a su pueblo elegido; y todos los apóstoles eran judíos. Tú debes de servir a los de tu casa, a tu familia, aunque haya judas que te traicionarán, o Pedros que te abandonarán en algún momento de tu vida; algunos volverán, otros no, pero… ¿quién perdió, Pedro o Jesús? Pedro, él lloró por su error; Jesús, lloró por el error de Pedro, pero Jesús siempre fue bueno e hizo lo correcto. ¡Imítalo así tú!

Esa “toalla” que Jesús se puso alrededor de sí mismo, en su cintura, para disponerse a arrodillarse y lavar los pies de los apóstoles, que tanto amaba, que eligió Él mismo, como tú digamos que eliges a tus hijos, por decidir estar abierto-a a la vida, y al decidirlo, das permiso al hijo-a a que nazca de ti, y entonces tú eliges, como Cristo eligió a sus apóstoles, de los que el Padre, Dios Padre, le entregó, y Él cuidó de todos, dando buen ejemplo, enseñando, cuidando y sirviendo.

Jesús, Dios, se sacó la túnica y se la enrolló en la cintura. La túnica es ese Vestido Blanco con que Dios nos cubre por el bautismo, es la fe, es su unidad indisoluble en Dios Padre y Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, es Dios contigo, es la Gracia en Acción, es tu labor unido-a a Dios, es la Comunión de los Santos.

Cuando uno se dispone a servir por Caridad, sirve él mismo-a junto a Dios, Uno y Trino, y la Iglesia en pleno; la celestial y terrena, todo el Cuerpo Místico de Cristo, unidos en tu acción libre y voluntaria. Todo lo que se hace por Caridad, con Caridad, TRIUNFA, jamás fracasa el que sirve. Aunque puede que, como a Jesús, Dios, le hagan vivir un calvario y acaben, algunos, matando físicamente por servir al mundo, porque todos somos hijos de Dios, y todos pueden acceder a la Salvación que Cristo entrega a todos, a judíos y a gentiles; entonces, el éxito, para todos los que lo buscáis en el mundo, os diré el GRAN SECRETO, viene por la Caridad.

Envuelve tu cuerpo con las virtudes teologales y las cardinales, por la Gracia de los sacramentos, que son tu vestido; ¡vestíos de Cristo!, ¡de los sacramentos!, y arrodillaos en vuestra humildad, como la de la sierva de Dios, El Altísimo, María, que dijo “sí”, a la voluntad de Dios. Tú, di “Sí”, y disponte a lavar los pies, cansados y sucios del polvo de la vida.

Con afecto sincero.

P. Jesús
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